El museo rom¨¢ntico de Par¨ªs reconstruye el universo de George Sand
Francia celebra el bicentenario del nacimiento de la escritora
La mejor manera de homenajear a George Sand en el bicentenario de su nacimiento es leerla o releerla, publicar t¨ªtulos que no se encuentran en ediciones asequibles, hacer subir al escenario algunas de sus obras, pero hab¨ªa que hacer algo m¨¢s porque el personaje era mucho m¨¢s que su obra. El Museo de la Vie Romantique de Par¨ªs ha encontrado la f¨®rmula para recordar y hacer revivir a George Sand, nacida Amandine Lucie Aurora Dupin, en Par¨ªs, el 1 de julio de 1804 y fallecida en Nohant en 1876.
El peque?o museo parisino consagrado a la vida rom¨¢ntica fue en su d¨ªa la residencia del pintor Ary Scheffer. En su taller y su jard¨ªn se reun¨ªan los vecinos, los Liszt, Chopin, Delacroix o Gustave Morau, para encontrarse tambi¨¦n con George Sand y reforzar sus convicciones sobre el arte como ¨²nica religi¨®n y el amor como principio ¨²nico y suficiente de la vida privada. Como en otras oportunidades a lo largo de la historia, los vecinos inventaban una nueva Atenas.
Los s¨ªmbolos de la nueva Atenas rom¨¢ntica han sido reunidos en la Rue Chaptal para constituirse en "museo personal" de la artista. Ah¨ª est¨¢n los siete delacroix que le pertenecieron, los dos retratos que el pintor hizo -de ella y de Chopin- en 1838, el abanico que ella y Auguste Charpentier pintaron para celebrar el divorcio de la escritora y la recuperaci¨®n de su mansi¨®n m¨ªtica en Nohant, los cuadros de Corot o Rousseau sobre los que ella se extendi¨® con mucho talento o un maravilloso dibujo de Dor¨¦ en el que se ve a un joven monje en un convento de cl¨¦rigos ancianos y que se adivinan muertos en vida.
La mesa en la que escrib¨ªa, sus joyas, los juguetes de sus hijos, las primeras acuarelas de uno de ¨¦stos, los recuerdos venecianos de su pasi¨®n por Musset, los dibujos de Delacroix inspirados en Goya y que muestran el secuestro de una mujer joven o los distintos homenajes que los amigos de Sand prodigaron a Ingres, todo eso forma parte de la evocaci¨®n de una vida cotidiana que ten¨ªa el arte como norte de la br¨²jula. El fantasma del Antiguo R¨¦gimen, al que se cre¨ªa haber decapitado en 1789, no dej¨® de reaparecer a lo largo del XIX llevando a los artistas tan pronto abrazar con entusiasmo ciertas causas pol¨ªticas como a desentenderse total y absolutamente de la cosa p¨²blica. Algunos de los grandes amigos de Sand -Balzac, Flaubert- conocieron tambi¨¦n ese vaiv¨¦n y sus personalidades est¨¢n presentes en el museo gracias a retratos, bustos o cartas. La incontinencia graf¨®mana de Sand -"ese estilo fluido, tan del gusto burgu¨¦s", escribi¨® Baudelaire- tuvo sus cr¨ªticos, pero tambi¨¦n grandes devotos y, entre ellos, ese Flaubert al que nadie le discute la palma en el cincelado de la prosa. "Hab¨ªa que conocerla como yo la he conocido para saber todo lo que hab¨ªa de femenino en el coraz¨®n de ese gran hombre, la inmensidad de la ternura que atesoraba su genio", dijo Flaubert en 1876, cuando supo de su fallecimiento.
Paisajes desolados
Las m¨ªticas fotos que Nadar hizo de ella, los retratos -fotogr¨¢ficos o pintados- de todos los hombres -y fueron muchos- que importaron en su vida se acumulan sobre el papel floreado de las paredes del museo. Estamos en su casa, con ella, y eso permite que los grandes nombres del XIX convivan con caricaturas modestas, con mechones de pelo u otro tipo de relicarios, pues el personaje le pueda a cualquier exigencia de rigor est¨¦tico. En ese sentido, es espl¨¦ndido mostrar las pinturas que hizo la propia George Sand los ¨²ltimos a?os de su vida, cuando dejaba que el azar distribuyese unas manchas de color sobre el papel para ella interpretarlas luego, una especie de versi¨®n cartesiana de la paranoia cr¨ªtica de Dal¨ª que la lleva casi siempre a sensatos paisajes desolados.
La exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el 28 de noviembre, pero que conviene visitar antes de que llegue el mal tiempo para poder disfrutar del jard¨ªn y del bar del museo, especialmente decorado para la ocasi¨®n, es una maravilla por su pertinencia y modestia, as¨ª como porque no ha requerido de grandes despliegues escenogr¨¢ficos para sumergirnos en el mundo sandiano. No es la ¨²nica que Par¨ªs dedica al personaje. La Biblioteca Hist¨®rica de la ciudad lo abordar¨¢ desde otra perspectiva, la que enuncia un t¨ªtulo expl¨ªcito -El oficio de mujer, la condici¨®n de escritor-, pero esta muestra no se abrir¨¢ hasta el 14 de septiembre.
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