El pr¨ªncipe de la ci¨¦naga

Los cuentos ya no son lo que eran, las chicas ya no quieren ser princesas y los h¨¦roes no son h¨¢biles espadachines de mirada abrasadora, voz aterciopelada, maneras exquisitas y la vista puesta en el gobierno de sus f¨¦rtiles tierras. Ahora ambos se tiran pedos y eructos, se divierten revolc¨¢ndose en el barro, llevan la naturalidad por sombrero y son los m¨¢s feos de la historia.

Hace tres a?os, los responsables de DreamWorks hab¨ªan llegado a la conclusi¨®n de que el futuro estaba en el esp¨ªritu gamberro y transgresor. As¨ª, crearon Shrek, pel¨ªcula con la que daban la vuelta a la tortilla de los cuentos.

Esta segunda parte tiene en ese esp¨ªritu renovador su sello de identidad. Donde antes hab¨ªa cursis canciones interpretadas por C¨¦line Dion, ahora est¨¢ la m¨²sica de Eels o el hallazgo de introducir Living la vida loca, de Ricky Martin, como banda sonora del fin de fiesta. Donde antes hab¨ªa lindos gorjeos de los pajaritos, ahora ¨¦stos explotan (literalmente) si se ponen demasiado blandengues. En realidad, Adamson y compa?¨ªa no inventan nada, simplemente recogen material de otros para adaptarlo a su libre albedr¨ªo. Lo que s¨ª abunda en Shrek 2 es ese gusto por el metalenguaje que ya se pod¨ªa entrever en su primera entrega. Para alguien que no hubiese visto Matrix, no ten¨ªa ning¨²n sentido (ni gracia) que la princesa Fiona diera aquellos saltos con giro incluido de 180 grados de la perspectiva. Pero, ?qui¨¦n no ha visto aunque sea de soslayo ese momento de Matrix? En esta segunda entrega, tambi¨¦n proliferan esos juegos cin¨¦filos, con la escena del beso en la playa de De aqu¨ª a la eternidad y la escena de los cables de Misi¨®n imposible a la cabeza.

Puede que la capacidad de sorpresa ya no sea la misma, pero Shrek 2 es una notable secuela. La agilidad de su gui¨®n, el gusto por el detalle (ese reino semejante a Los ?ngeles es una maravilla) y la calidad de los di¨¢logos son abrumadores. De hecho, s¨®lo se le puede poner una objeci¨®n: que la trama del hada madrina y su insoportable hijo est¨¢ algo desaprovechada. Por lo dem¨¢s, al asno, el mejor personaje de la historia, se le une esta vez otro descubrimiento: El Gato con Botas, que interpreta con descacharrante gracia Antonio Banderas.