Arquitectura catalana invertebrada
El panorama de la arquitectura catalana se ha transformado completamente en los ¨²ltimos 25 a?os. De ser un contexto reducido, dominado por una serie de figuras y familias, ha pasado a ser una realidad masificada y, a la vez, con una gran diversidad y cantidad de grupos de arquitectos de mucha calidad. Ello va relacionado con la entrada de nuevas generaciones de arquitectos, entre ellos un buen porcentaje de mujeres, y con la total transformaci¨®n de los sistemas de dibujo, que de ser manuales han pasado a ser por ordenador. Si hace dos d¨¦cadas hab¨ªa en Catalu?a una veintena de estudios reconocidos, ahora son varios centenares los equipos de arquitectos que realizan obras de inter¨¦s.
Pero lo que no han cambiado son las instituciones, que siguen con unas estructuras de hace varias d¨¦cadas. De esta manera, asistimos a un panorama radicalmente complejo. Por una parte, hay mucha m¨¢s arquitectura reconocible, m¨¢s especialistas que escriben, m¨¢s colectivos cr¨ªticos, m¨¢s escuelas de arquitectura, m¨¢s medios tecnol¨®gicos, en un panorama que, debemos reconocerlo, es demasiado atomizado y enfrentado. Pero, por otra parte, esta situaci¨®n que conduce a una realidad abierta, de enorme diversidad, afortunadamente invertebrada y no dominada ya por unas pocas figuras, ha dejado de disponer de los medios de investigaci¨®n, debate, promoci¨®n y difusi¨®n necesarios. Y esto esencialmente porque las instituciones a las que corresponder¨ªa -en especial la Generalitat de Catalu?a, el Ayuntamiento de Barcelona y el Colegio de Arquitectos- no han sabido efectuar la necesaria transformaci¨®n del cambio de siglo, no han digerido esta nueva situaci¨®n sin maestros y dirigentes, sin patums ni estrellas. La Escuela de Arquitectura de Barcelona a finales de los a?os setenta y el Ayuntamiento de Barcelona a principios de los a?os ochenta realizaron una profunda transformaci¨®n interna, una renovaci¨®n que ahora ya no sirve y que debe actualizarse.
En esta situaci¨®n se producen anomal¨ªas, como seguir otorgando en exclusiva la palabra al mismo arquitecto de la vieja gauche divine desde hace m¨¢s de 50 a?os y que un grupo de impostores haya quemado el terreno disponible para la difusi¨®n de la arquitectura de vanguardia con los abonos contaminados de la marca Hyper Catalunya. Tenemos ahora un Ayuntamiento que se ha vuelto ¨¢grafo y autista, que ya s¨®lo se mueve por impulsos y que no tiene tiempo ni disposici¨®n de pararse a reflexionar y a debatir. Hemos tenido un Gobierno de la Generalitat que ha terminando convirti¨¦ndose en reaccionario a cualquier cambio (y estamos esperando a ver si el tripartito hace algo por la promoci¨®n internacional del dise?o, la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo en Catalu?a). Y tenemos un Colegio de Arquitectos que en la transici¨®n fue clave y que ahora ha quedado anclado, mudo y sin capacidad de acci¨®n.
Mientras, las obras que se realizan gozan de buena salud, algunas de ellas promovidas por estas instituciones p¨²blicas, sobre todo cuando son equipamientos, viviendas o parques, pero no hay medios para debatirlas y divulgarlas. Ya hemos dicho que no se trata de una crisis de calidad, sino de medios de expresi¨®n. As¨ª, la fama y los premios se los llevan los arquitectos de Madrid, con todo derecho, ya que son los que participan en m¨¢s concursos, controlan m¨¢s premios y prebendas, disponen de instituciones dedicadas a la promoci¨®n de la arquitectura y editan todas las revistas.
Pero que no piense quien mira esas revistas que, por ejemplo, la vivienda social que se hace en Madrid es mejor que la de Catalu?a, en absoluto. Aqu¨ª se cuida m¨¢s la relaci¨®n con el entorno y con la estructura urbana, se prima la rehabilitaci¨®n y las peque?as operaciones encajadas en el contexto, la calidad del espacio p¨²blico y la mezcla de funciones. Pero aqu¨ª ni se debate ni se publica. Padecemos una malsana satisfacci¨®n aut¨¢rquica; pensamos que como ya lo hacemos bastante bien, no hace falta ni exponerlo ni competir fuera, como se hac¨ªa hace s¨®lo 15 a?os. ?O ser¨¢ quiz¨¢ que los que alcanzaron reconocimiento hace unas d¨¦cadas, los que dispusieron de revistas como Arquitecturas bis y Quaderns, no quieren que los j¨®venes, con tanta capacidad creativa, les hagan sombra? Es m¨¢s f¨¢cil decir que ahora no hay cr¨ªtica, ni buenos proyectos, ni ¨¦tica; que antes eran tiempos mejores. Pero ?qui¨¦nes son los que no tienen ¨¦tica?
Lo que ahora har¨ªa falta es que estas instituciones se transformaran de acuerdo con los tiempos, que se reconociera esta situaci¨®n de diversidad, ausencia de l¨ªderes e invertebraci¨®n como una condici¨®n contempor¨¢nea positiva, que necesita de la creaci¨®n de instituciones de coordinaci¨®n, de nuevas rep¨²blicas de la cultura, de m¨¢s alianzas entre grupos, de un federalismo en el que todos los que quieran, sin ser de las grandes familias o poderosos, pudieran tener protagonismo.
Alg¨²n d¨ªa deber¨¢n rendir cuentas aquellos que, teniendo poder, desde su posici¨®n en las diversas instituciones no han hecho nada -o han procurado que no se haga nada, ocluyendo todas las salidas- en la promoci¨®n y el debate de la arquitectura catalana. De momento, disfrutemos de nuestro ¨¦xito local; eso s¨ª, sin salir del Principado para no ver lo provincianos y autosatisfechos que somos. Y vayamos pensando alternativas para cuando se hayan superado la pobreza de miras y el anacronismo de nuestras instituciones actuales y se hayan puesto en sinton¨ªa con la riqueza y los valores de la arquitectura que se proyecta y se construye.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.