El imperio de los piratas
La modesta tienda de ropa al por mayor de los hermanos Chedadi, en el madrile?o barrio de Lavapi¨¦s, era un lugar fichado por la Polic¨ªa Municipal mucho antes de que los investigadores del 11-M levantaran el cierre y procedieran, la madrugada del 18 de marzo, a un largo y minucioso registro. "Esa modesta tienda de ropa era un punto de encuentro donde se hacen los contactos y ofertas de ropa de marca, falsificada. Evidentemente, s¨®lo tiene a la vista producto sin marca, y s¨®lo si eres un cliente conocido te ense?an lo falso", dice un experto en la lucha contra las falsificaciones. Un negocio floreciente en todo el mundo que factura medio bill¨®n de euros al a?o y no para de crecer.
Traficar con productos falsos presenta numerosas ventajas. Es m¨¢s f¨¢cil y menos arriesgado de transportar que las drogas, y se cotiza m¨¢s
El pol¨ªgono Cobo Calleja, en Fuenlabrada, es el centro de toda la pirater¨ªa de Europa, seg¨²n fuentes de la Polic¨ªa Judicial de Madrid
"El director de la Paramount Pictures en Espa?a se enfrent¨® a un 'mantero' en la plaza de Catalu?a, en Barcelona", dice Tourn¨¦
"La gente no lo ve como un problema grave. Piensan que s¨®lo perjudica a una marca rica", dice Soledad Rodr¨ªguez, que defiende a las marcas
?No ser¨¢ esta plaga de las falsificaciones de lujo el corolario de un abuso de las marcas, hecho por los dise?adores de las grandes firmas?
Nike, con 23.000 empleados, se sirve de empresas subcontratadas en Taiwan y Corea, zonas 'calientes' de la pirater¨ªa, para fabricar sus productos
Cuando usted, mel¨®mano incurable, compra los ¨²ltimos CD de Alejandro Sanz y de David Bisbal por cinco euros, en el top manta de la esquina, o usted, devota de las marcas, se lleva a casa por 12 euros un falso Vuitton, est¨¢ financiando a redes mafiosas que engrasan con ese dinero una poderosa maquinaria de fraude, hasta el punto de que podr¨ªa hablarse de verdaderas multinacionales de la ilegalidad. La Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) calcul¨® recientemente que este negocio ilegal destruye 100.000 empleos legales al a?o en Europa.
Mano de obra barata
Todo un entramado paralelo al de la gran industria y el comercio mundial, con sus propias f¨¢bricas encubiertas instaladas en China, en Corea del Sur o en otros pa¨ªses asi¨¢ticos -que disponen de abundante y barata mano de obra-, sus propios almacenes en todo el mundo y sus redes de distribuci¨®n y comercializaci¨®n, por las que circulan tambi¨¦n, cuando la ocasi¨®n lo requiere, inmigrantes ilegales, j¨®venes destinadas a la prostituci¨®n en los mercados insaciables del mundo desarrollado, drogas y hasta dinero contante para financiar atentados, como ha puesto al descubierto la investigaci¨®n sobre el 11-M.
Seg¨²n un documento de Interpol, una nueva hip¨®tesis apunta a que el atentado contra las Torres Gemelas de 1993 fue financiado en parte con la venta de textiles falsos en Broadway. La polic¨ªa de Irlanda del Norte sabe bien que los paramilitares del Ulster se han financiado siempre con las ventas de productos piratas. El propio secretario general de Interpol, Ronald Noble, ha reconocido recientemente que "existe un v¨ªnculo significativo entre la falsificaci¨®n y el terrorismo en localizaciones donde existen estos grupos terroristas".
Y es que traficar con productos falsos presenta numerosas ventajas en relaci¨®n con la venta de drogas, es m¨¢s f¨¢cil y menos arriesgado de transportar, y se cotiza m¨¢s. Por ejemplo, un kilogramo de discos compactos piratas vale en la actualidad 3.000 euros en las calles de Europa Occidental, mientras que un kilo de resina de cannabis est¨¢ valorado en 1.000 euros.
Material falsificado no falta, y se fabrica en su mayor¨ªa en la provincia de Zegin, que son los alrededores de Shanghai (China), explican fuentes policiales. La gran ciudad tiene un comercio independiente de las copias ilegales, pero en su puerto y en Hong Kong es donde se cargan los contenedores de las f¨¢bricas. "Hay mercados inmensos de productos falsos, todo expuesto. All¨ª est¨¢n desde los Lunnis hasta el Real Madrid. Los mayoristas eligen y compran por contenedores", explican fuentes del grupo antipirater¨ªa de la Polic¨ªa Judicial de Madrid.
Las mismas fuentes detallan que el transporte es en barco -en avi¨®n si es un env¨ªo urgente- directamente a puertos espa?oles, donde la Polic¨ªa de Aduanas apenas puede comprobar uno de cada 1.000 contenedores. Si proceden de un pa¨ªs conflictivo, como Colombia, puede llegar a comprobar uno de cada 500 o de cada 300. Nicol¨¢s Bonilla, director general de Aduanas, dice que los lugares calientes de entrada de falsificaciones son los puertos de Las Palmas, Algeciras, Barcelona y Valencia, adem¨¢s del aeropuerto de Barajas. "S¨®lo en el puerto de Las Palmas se mueven 1.060.000 contenedores al a?o. Para controlarlos hay 54 guardias civiles y 23 funcionarios de Aduanas".
Con esos efectivos, las incautaciones casi se triplicaron entre 2002 y 2003. Se pas¨® de las 868.995 unidades intervenidas, valoradas en nueve millones de euros, a las 3.289.646 unidades, valoradas en casi 45 millones de euros. Seg¨²n la Comisi¨®n Europea, en toda la UE los funcionarios de Aduanas se incautaron en 2002 de 85 millones de objetos falsificados, mientras que en la primera mitad de 2003 est¨¢ cifra era ya de 50 millones.
Almac¨¦n chino e
n Fuenlabrada
La cantidad que supera estas barreras es un misterio, pero de grandes proporciones. Todo ese material se almacena. "El pol¨ªgono Cobo Calleja, en Fuenlabrada (Madrid), es el centro de toda la pirater¨ªa de Europa", dicen fuentes policiales. Hasta all¨ª llega la mayor¨ªa de los camiones de Barajas y de los puertos, y de all¨ª se reparte a las tiendas de Lavapi¨¦s, y de ah¨ª a los mercadillos de toda Espa?a.
En el centro del pol¨ªgono Cobo Calleja, una de las naves, llamada China Center, hace la misma funci¨®n que el mercadillo que describe la polic¨ªa en Zegin. Es donde todos los mayoristas presentan muestras de sus productos, que est¨¢n almacenados en alguna otra nave y que cambian regularmente de sitio para evitar a la polic¨ªa. Esta movilidad forma parte de la estrategia de los importadores, empresas que apenas superan el a?o de vida porque desaparecen antes de tener que hacer la primera declaraci¨®n de la renta a Hacienda. Y en caso de que sobrevivan los 12 meses, al ser empresas de nueva creaci¨®n pueden justificar "m¨¢s de un mill¨®n de euros de p¨¦rdidas", como dice un polic¨ªa, que ha presenciado m¨¢s de una vez c¨®mo "se parten de risa los due?os y sus abogados" cuando en un interrogatorio se les pregunta por las cuentas de la empresa.
El China Center es como una gigantesca tienda de todo a cien de miles de metros cuadrados con muestras de todos los productos de mercadillo imaginables, desde lencer¨ªa hasta electr¨®nica. Pero hace tambi¨¦n las veces de centro social. Tiene sus propios servicios, incluido un bar con men¨² chino de 3,50 euros (sopa de fideos, arroz y carne), regentado por un familia llamada Huang. El jueves a mediod¨ªa, decenas de chinos llenaban el local, donde hab¨ªa organizada hasta una partida de p¨®quer.
La oferta de estos almacenes no incluye los CD y DVD piratas, pese a que "ahora lo que m¨¢s se piratea es la m¨²sica, seguida del cine", seg¨²n Pedro Farr¨¦, abogado de la Oficina para la Defensa de la Propiedad Intelectual. "Una red media de pirater¨ªa, seg¨²n un estudio nuestro, son ocho personas en tres pisos con unos 25 duplicadores. Con eso se pueden poner 150.000 discos en la calle al mes. El coste unitario de grabaci¨®n son 30 c¨¦ntimos. La rentabilidad neta, sin el material, el alquiler y el infrapago a los empleados, ser¨ªa unos 108.000 euros". Y eso que, en palabras de un experto policial de Madrid, "la venta de CD y DVD es m¨¢s o menos estable, pero la de todo lo dem¨¢s est¨¢ fuera de control".
La estabilidad no est¨¢ re?ida con la abundancia. S¨®lo en la capital de Espa?a se venden unos 100.000 CD y unos 30.000 DVD piratas al d¨ªa, seg¨²n c¨¢lculos del grupo antipirater¨ªa de la Polic¨ªa Judicial de Madrid. Las cosas han llegado a tal punto que el negocio funciona por cat¨¢logo. El vendedor (el mochilero empieza a sustituir ya al mantero) entra en un bar y deja una lista de t¨ªtulos encima de la mesa: si a alguien le interesa alguna de las novedades no tiene m¨¢s que ped¨ªrselo, y volver¨¢ a los cinco minutos con la mercanc¨ªa.
La mano de obra tampoco falta porque, como explica un agente de la Polic¨ªa Judicial, "las mismas redes de tr¨¢fico de personas que antes tra¨ªan a los ilegales y los met¨ªan a coser en un taller hasta que pagaban su deuda, ahora los tienen copiando CD. La delincuencia no se crea ni se destruye, s¨®lo se transforma".
Jos¨¦ Manuel Tourn¨¦, presidente de la Federaci¨®n Antipirater¨ªa (FAP), que representa al sector audiovisual y de videojuegos, considera un dato revelador lo que se llama el "material abandonado". Es decir, lo que manteros dejan en el suelo al salir corriendo de la polic¨ªa. "De enero a marzo pasado, ese material fueron 1.200 pel¨ªculas al mes". La FAP calcula el pirateo audiovisual en nueve millones de pel¨ªculas falsificadas al a?o.
La preocupaci¨®n en el sector audiovisual es tal, afirma Tourn¨¦, que tratan de "implicar a todos en esta lucha". Tourn¨¦ cita como ejemplos nada menos que al director de Paramount Pictures en Espa?a, que se enfrent¨® a un mantero en la plaza de Catalu?a, en Barcelona, o al director de Disney Espa?a, que hizo lo propio con un mochilero en Madrid.
Falta de apoyo ciudadano
?De quien es la culpa de lo que ocurre? "La polic¨ªa y los funcionarios de Aduanas est¨¢n haciendo una gran labor, pero nos encontramos con que la gente de la calle ha llegado a intervenir para impedir que fueran detenidos los vendedores ambulantes de objetos falsificados", dice Soledad Rodr¨ªguez Ant¨®n, presidenta desde su creaci¨®n, en 1989, de la Asociaci¨®n Nacional para la Defensa de la Marca (Andema). Y los consumidores, no nos enga?emos, son un elemento clave en esta lucha contra las falsificaciones. Si los millones de bolsos, gafas, zapatillas o pel¨ªculas que se ofrecen por la calle no tuvieran comprador, el negocio se ir¨ªa a pique.
"Pero la gente no lo ve como algo grave. Piensan que s¨®lo hace da?o a una marca rica, sin darse cuenta de que es el tejido industrial de un pa¨ªs el que sufre, porque hay menos beneficios para reinvertir y porque puede conllevar p¨¦rdida de puestos de trabajo", dice Rodr¨ªguez Ant¨®n.
La dificultad de combatir este fen¨®meno creciente -desde 2000, cuando el comercio pirata representaba en torno al 5%, se ha pasado al 9% en 2004- es doble, porque ni el consumidor est¨¢ suficientemente sensibilizado, ni las legislaciones penales pueden imponer castigos demasiado severos. Las penas est¨¢n entre seis meses y dos a?os, con multas alternativas que dependen de los d¨ªas de condena. "A nosotros nos parece suficiente. Lo ¨²nico que queremos es que se requise la mercanc¨ªa y se dicten condenas, y no haya absoluciones, como ocurre tantas veces", dice Rodr¨ªguez.
Para muestra, un bot¨®n. En una sentencia judicial dictada en Las Palmas en 2001, en la que el delito fue desestimado, el juez calificaba de "sarcasmo" la hip¨®tesis de que la venta de pel¨ªculas piratas en un mercadillo pudiera causar "perjuicio a las grandes sociedades mercantiles productoras de pel¨ªculas cinematogr¨¢ficas, conocidas mundialmente por su enorme difusi¨®n y potencial econ¨®mico".
Es la sociedad entera la que no parece interesarse por este fen¨®meno. Prueba de esa tibieza, de est¨¢ dificultad en reaccionar ante las se?ales de alarma que se encienden por todas partes, es la falta de coordinaci¨®n en la lucha contra la pirater¨ªa. El primer congreso global sobre falsificaciones, en el que participaron tanto afectados como expertos, adem¨¢s de la Interpol, se celebr¨® en mayo pasado, y puso en evidencia el largo trecho que queda por recorrer en este campo. En el Congreso se decidi¨® poner en marcha de forma urgente mecanismos para cuantificar con m¨¢s exactitud las verdaderas cifras que se mueven en este submundo de la pirater¨ªa, y se subrayaron los riesgos para el consumidor -econ¨®micos, sanitarios y de seguridad- que se derivan de ella.
El retraso no deja de ser notable si te tiene en cuenta que este negocio par¨¢sito que se nutre con la sangre de la econom¨ªa legal comenz¨® a cobrar importancia en los a?os ochenta, pero experiment¨® un despegue sustancial en la ¨²ltima d¨¦cada. En todo este tiempo ha evolucionado tambi¨¦n de acuerdo con sus particulares reglas de mercado.
Si hasta 1986 se copiaban productos de lujo de gran valor a?adido con destino a Europa y Estados Unidos, entre 1986-1994 se da el salto a la falsificaci¨®n de textiles y a partir de 1995 se pas¨® a la falsificaci¨®n de bienes de gran consumo y a veces de poco valor a?adido, muchos de ellos con destino a mercados pobres, por as¨ª decir, en ?frica, Am¨¦rica Latina o las ex rep¨²blicas sovi¨¦ticas.
Son bienes que se engloban en el cap¨ªtulo "otros", en las estad¨ªsticas que confeccionan las c¨¢maras de Comercio junto con los ministerios de Educaci¨®n y de Ciencia y Tecnolog¨ªa. En el informe del a?o pasado, que recog¨ªa el estado del problema en Espa?a hasta finales de 2002, se incluyen en este cap¨ªtulo desde planchas y maquinaria de impresi¨®n o cartuchos para impresoras hasta repuestos del autom¨®vil (sobre todo buj¨ªas), carcasas y fundas para los tel¨¦fonos m¨®viles, merchandising de equipos de f¨²tbol o de dibujos animados, juguetes, pastillas adelgazantes y estimulantes, s¨¢banas, taladros, percutores, patines el¨¦ctricos y radiales el¨¦ctricas, tabaco, mecheros y cartuchos para juegos electr¨®nicos.
Es decir, pr¨¢cticamente todo. Una de las multinacionales afectadas de lleno por la pirater¨ªa es Bic, que fabrica bol¨ªgrafos, maquinillas de afeitar y encendores baratos, pero cuya calidad est¨¢ respaldada por una potente empresa con numerosas f¨¢bricas (una de ellas, de tecnolog¨ªa punta, en Tarragona) y con una s¨®lida presencia en el mercado. Jerome Buscail, responsable del departamento de lucha contra las falsificaciones en esta multinacional francesa, dice que "el a?o pasado fueron confiscados 20 millones de objetos, entre mecheros, bol¨ªgrafos y maquinillas de afeitar". Una peque?a dentellada en la masa de negocios de Bic, que vende a diario 4 millones de encendedores, 11 millones de maquinillas y 22 millones de bol¨ªgrafos.
La punta del iceberg
Las incautaciones de material son s¨®lo la punta de un iceberg de dimensiones incalculables hoy por hoy. Aunque el da?o mayor es de car¨¢cter moral, por la erosi¨®n que las falsificaciones producen en la marca aut¨¦ntica. En algunos casos, destruyendo la confianza del consumidor, que se lleva a casa un producto pirata creyendo que es aut¨¦ntico, como se lamenta Buscail. "Los bol¨ªgrafos o las maquinillas que piratean la marca Bic se venden al mismo precio, o un 20% menos, porque lo que pretenden es enga?ar al consumidor, que es otra v¨ªctima de esta pirater¨ªa. De esta forma, la buena psicolog¨ªa que existe entre el comprador y la marca se pierde, y el consumidor puede dejar de comprarla".
Cosa distinta es la psicolog¨ªa del que se acerca a un vendedor ambulante para comprarse un bolso de marca o unas gafas Ray Ban. El precio -las gafas aut¨¦nticas pueden costar entre 120 y 150 euros, frente a los 10 euros de las falsas- no deja lugar a dudas de que el producto es una falsificaci¨®n. En este caso, el consumidor, m¨¢s que v¨ªctima, es c¨®mplice. Hasta cierto punto, subraya C¨¦sar Galcer¨¢n, director para Espa?a del departamento de protecci¨®n de otra marca multinacional de las m¨¢s renombradas, Nike. "La t¨¦cnica ha avanzado tanto que ni siquiera nuestros vendedores son capaces de distinguir entre los productos falsificados y los aut¨¦nticos".
Puede que tenga algo que ver en esta exactitud el hecho de que Nike, un gigante estadounidense con 23.000 empleados, se sirva tambi¨¦n de empresas subcontratadas en Taiwan y Corea, dos zonas calientes de las falsificaciones. ?Qui¨¦n puede controlar que los patrones de los modelos legales no acaben en manos ilegales? Los hechos son concluyentes. El mercado de lo falso est¨¢ inundado de productos Nike. "S¨®lo zapatillas, se requisaron 35.000 en un mes", dice Galcer¨¢n. Que se venden a mitad de precio que las aut¨¦nticas (de 150 euros a 75 de la copia).
Todas las grandes firmas sufren el mismo acoso. Por eso, Adidas, Umbro, Burberry, Lacoste, etc¨¦tera, han optado por organizarse conjuntamente para financiar a sus propios investigadores, que colaboran estrechamente con la polic¨ªa y con los agentes de Aduanas en el desenmascaramiento e incautaci¨®n de mercanc¨ªa pirata.
Naturalmente, el mercado est¨¢ diversificado, y en la Europa opulenta no se encuentran muchos de los suced¨¢neos de escasa calidad que se venden como aut¨¦nticos en los pa¨ªses del llamado Tercer Mundo o en los pa¨ªses en desarrollo, y que van desde v¨¢lvulas cardiacas falsas hasta repuestos de aviones. Al menos no es lo frecuente, aunque, advierte el responsable de Bic, "la semana pasada confiscamos un mill¨®n de falsos encendedores en Italia".
No es casual que sea Francia, en s¨ª mismo un nombre-marca que garantiza todo un mundo de lujo y refinamiento, uno de los pa¨ªses impulsores de esta batalla contra la pirater¨ªa. El actual ministro franc¨¦s de Econom¨ªa y Finanzas, Nicol¨¢s Sarkozy, acaba de declarar una guerra comercial sin cuartel contra este fen¨®meno.
Muchas de las firmas de lujo m¨¢s imitadas son francesas. Marcas y logos que se benefician de un renombre mundial que crea en torno suyo el fraude, como una especie de subproducto indeseado. Cuando Louis Vuitton abri¨® su negocio a finales del siglo XIX, en Par¨ªs, no imaginaba, seguramente, que sus maletas arrasar¨ªan dando vida a un fabuloso negocio de lujo, pero tampoco que este ¨¦xito traer¨ªa aparejada una copia masiva que ha llenado de bolsos con el famoso logo las calles de medio mundo. "El perjuicio que nos causan es muy grande, porque detr¨¢s de una marca hay mucha inversi¨®n en innovaci¨®n, fabricaci¨®n, marketing, publicidad..., much¨ªsimos gastos, y el falsificador no tiene esos gastos; ni ¨¦sos, ni los costes de fabricaci¨®n y mantenimiento. Tampoco paga a Hacienda ni a la Seguridad Social por sus trabajadores. Se limita a trocear el bolso y a calcarlo", dice Asunci¨®n Icazategui, abogada de la firma que defiende en Espa?a los intereses del emporio LVMH (fundamentalmente, Louis Vuitton, Loewe y Fendi).
Vuitton tiene m¨¢s de 300 tiendas en todo el mundo, pero sus exclusivos productos se fabrican s¨®lo en Francia y en Barber¨¢ del Vall¨¦s (Catalu?a). Estos bolsos fabricados de forma casi artesanal, que pueden costar 700 euros, tienen su copia en la calle; de mala calidad, s¨ª, pero aparentemente igual y por poco m¨¢s de los 12 euros (lo que cuesta el env¨ªo por correo de una de estas joyas de la marroquiner¨ªa).
?No ser¨¢ esta plaga de las falsificaciones de objetos de lujo el corolario de un fen¨®meno de sobreexplotaci¨®n, de abuso del logo realizado durante a?os por los propios dise?adores de las grandes casas, ansiosos de rentabilizar ese nombre? La pregunta no es bien recibida por los defensores de las marcas, que niegan rotundamente este hecho.
"El problema no son las marcas, sino el fetichismo que se ha desatado con ellas, porque los consumidores no deber¨ªan olvidar (y me refiero a toda esa filosof¨ªa del no logo) que la ¨²nica forma de garantizar los derechos del consumidor est¨¢ en que haya una marca que respalda el producto", dice la presidenta de Andema. "Pero no hay que ser fetichista, porque una marca hueca, estampada como si se pusiera uno una pegatina en la frente, no significa nada. Cada uno debe comprar el producto que le conviene, de acuerdo con sus posibilidades econ¨®micas, y exigir calidad en ese nivel".
La abogada de Louis Vuitton niega tambi¨¦n que haya habido excesos de este tipo. "Adem¨¢s, no se le puede pedir a un empresario que renuncie a su marca o que no la utilice mucho. Por otra parte, las marcas que m¨¢s se falsifican, por ejemplo los relojes Rolex, no son las m¨¢s llamativas, su logo apenas se ve". La responsabilidad recae entonces en el consumidor, que, arrastrado por la publicidad, no es capaz de resistir la tentaci¨®n de lucir en la mu?eca, o en los pies, ese reloj, esas zapatillas de marca luminosas y famosas a un precio irrisorio.
Una tentaci¨®n
"Hombre, es que yo creo que tambi¨¦n para el consumidor la tentaci¨®n es demasiado alta", tercia Galcer¨¢n, de Nike, que conf¨ªa en la evoluci¨®n de la mentalidad del comprador. "Antes, el que defraudaba a Hacienda era casi un h¨¦roe, y hoy es todo lo contrario". Algo as¨ª ocurrir¨¢ en el futuro con los que compran a sabiendas productos falsificados. En tanto llegan esos tiempos, Galcer¨¢n se queja de que la pirater¨ªa industrial est¨¦ considerada un delito menor, y que se absuelva a veces a los culpables "cuando se est¨¢ robando la propiedad de algo, adem¨¢s de que se distorsiona el mercado".
A pesar de las quejas de estas empresas, la polic¨ªa de Madrid est¨¢ harta de ver a famos¨ªsimas marcas llegar a pactos con los falsificadores en los juicios. "A un tipo que ha ganado varios cientos de millones pirateando a una marca no le importa pagarle unos cuantos a esa misma marca para olvidarse del asunto", explican fuentes policiales. As¨ª terminan complejas operaciones de meses de investigaci¨®n. Y as¨ª se inyecta nueva vida ese r¨ªo sin fondo de la econom¨ªa negra, que, pese a vivir de la industria y el comercio legales, invierte grandes sumas en socavar los cimientos de nuestra sociedad, y hasta puede que un d¨ªa opte por dinamitarlos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.