El modelo europeo est¨¢ vivo
A comienzos de la d¨¦cada de 1990, Estados Unidos advirti¨® que ser¨ªa precipitado predecir crecimientos medios a largo plazo superiores al 2,5% anual. En la d¨¦cada transcurrida desde entonces, la econom¨ªa estadounidense ha crecido una media del 3,4% anual. En Estados Unidos, la nueva econom¨ªa ha demostrado ser real, y hay todas las razones para pensar que el crecimiento seguir¨¢ siendo r¨¢pido.
La aceleraci¨®n del crecimiento estadounidense hizo que muchos se preguntaran d¨®nde est¨¢ la nueva econom¨ªa de Europa. La vimos en Escandinavia y en regiones dispersas de otras partes, pero parec¨ªa que la mejora en las tecnolog¨ªas inform¨¢ticas y de las comunicaciones no hab¨ªa dejado su impronta en las tasas de aumento de la producci¨®n y de la productividad en toda la econom¨ªa. Europa parec¨ªa quedarse muy rezagada respecto a Estados Unidos.
Si nos guiamos por el bienestar social, Estados Unidos le ha ganado poco o ning¨²n terreno a Europa durante la pasada d¨¦cada
Pero actualmente, si examinamos comparaciones trasatl¨¢nticas, Europa occidental parece estar obteniendo resultados mucho mejores de los esperados, al menos a juzgar por lo dicho en la Prensa econ¨®mica. La productividad por hora trabajada en Europa occidental, por ejemplo, est¨¢ aproximadamente s¨®lo un 10% por debajo de la estadounidense.
El economista de la Northwestern University, Robert Gordon, ofrece otras razones por las que los animadores de Estados Unidos deber¨ªan mostrarse m¨¢s circunspectos. Por ejemplo, los estadounidenses compran coches porque el transporte p¨²blico es p¨¦simo: en el PIB estadounidense se calcula el valor de los coches. Sin embargo, los sistemas de transporte p¨²blico europeos no se contabilizan por su valor para los pasajeros, sino como coste para la Administraci¨®n p¨²blica. De manera similar, los estadounidenses tienen dos millones de personas en la c¨¢rcel: el coste de construir prisiones y pagar a los carceleros tambi¨¦n se incluye en el PIB. Por ¨²ltimo, el clima m¨¢s extremo de Estados Unidos hace que el gasto en calefacci¨®n y aire acondicionado sea mayor. ?Cu¨¢l es el resultado neto de estos c¨¢lculos? Los habitantes de Europa occidental trabajan aproximadamente un 25% menos que los estadounidenses, pero su nivel de bienestar social (clima incluido) es s¨®lo un 15% inferior al de los estadounidenses, y tienen una distribuci¨®n de la renta m¨¢s igualitaria e ¨ªndices de pobreza menos elevados. Desde esta perspectiva, Europa parece tener al menos tanto derecho al t¨ªtulo de buena sociedad como Estados Unidos.
Adem¨¢s, el desfase de productividad en la econom¨ªa en general no parece estar aumentando. El crecimiento de la productividad de Europa occidental casi iguala al de Estados Unidos, lo que indica que la nueva econom¨ªa est¨¢ llegando a Europa occidental, solo que silenciosamente y con menos bombo. Naturalmente, todos los juicios favorables respecto a la econom¨ªa de Europa occidental incluyen letra peque?a. El desempleo europeo es aproximadamente la mitad de elevado que el de Estados Unidos. La participaci¨®n de la poblaci¨®n activa es m¨¢s baja, y una parte sustancial de esa participaci¨®n de la poblaci¨®n activa m¨¢s baja no lo es por decisi¨®n propia, sino debido al des¨¢nimo de los trabajadores y a que las instituciones hacen la vida imposible a los hogares que tienen a todos sus adultos trabajando.
Adem¨¢s, las cifras de productividad del trabajo en Europa est¨¢n infladas por el hecho de que los trabajadores en potencia que ser¨ªan menos productivos tienen menos probabilidades de conservar un trabajo. Sobre todo ello se cierne la pr¨®xima crisis demogr¨¢fica de la seguridad social estatal de Europa a medida que su poblaci¨®n envejece.
?Pero qu¨¦ pa¨ªs o regi¨®n no tiene serias preocupaciones econ¨®micas y profundos problemas estructurales? A finales de la d¨¦cada de 1990, Estados Unidos vivi¨® un largo periodo de suerte econ¨®mica, ayudado por buenas instituciones y unas cuantas pol¨ªticas econ¨®micas bastante buenas. Hacia el a?o 2000, los altos funcionarios europeos empezaban a temerse que las reuniones internacionales se convirtieran en una ocasi¨®n m¨¢s para que los estadounidenses les sermonearan acerca de lo necesario que era para Europa imitar su modelo. Por consiguiente, es importante se?alar que Estados Unidos no ha ganado mucho -o ning¨²n- terreno respecto a Europa en la pasada d¨¦cada, si nos guiamos por el rasero del bienestar social. El aprendizaje es una v¨ªa de dos sentidos.
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