La impotencia de la victoria
La hiperpotencia ha sufrido en los ¨²ltimos tiempos una serie de reveses diplom¨¢ticos. La excesiva confianza en su fuerza tecnol¨®gico-militar est¨¢ debilitando su capacidad diplom¨¢tica, uno de cuyos requisitos b¨¢sicos no son s¨®lo las bayonetas sino la legitimidad y la auctoritas. La fortaleza militar puede producir debilidad diplom¨¢tica, o por decirlo en t¨¦rminos de Joseph Nye, el exceso de uso de poder duro est¨¢ mermando el poder blando de Estados Unidos. Y no s¨®lo en el caso de Irak. Pues para otros problemas graves pendientes, como las armas nucleares de Corea del Norte o de un inestable Pakist¨¢n, tampoco tiene respuesta.
Ya antes de invadir Irak, la Administraci¨®n de Bush, incluso con el concurso del Gobierno de Aznar, fue incapaz de lograr los nueve votos necesarios en el Consejo de Seguridad para legitimar el ataque, independientemente de posibles vetos de Francia, China o Rusia. Recientemente le ha ocurrido lo mismo al intentar renovar la inmunidad para sus tropas frente a la Corte Penal Internacional (CPI) que por dos veces le hab¨ªa dispensado el Consejo de Seguridad. No ha sido s¨®lo un enfrentamiento con Europa, sino tambi¨¦n con Am¨¦rica Latina, y, en el colmo, con China, que no es parte de la CPI. Washington s¨ª consigui¨® la aprobaci¨®n por unanimidad de la resoluci¨®n 1546 que secund¨® el plan de iraquizaci¨®n, aunque tuvo que aceptar que incluyera su salida de Irak, si se lo pide el Gobierno provisional, que, aunque nombrado a dedo, en buena parte ganar¨¢ legitimidad interna en la medida en que se oponga a EE UU, como bien alerta Robert Fisk.
En la cumbre de la OTAN en Estambul, Bush ha sufrido otros reveses importantes. Los aliados, sobre todo bajo la presi¨®n de Francia y Alemania, adem¨¢s de Espa?a, se han negado a involucrar a la OTAN en Irak, y a la Fuerza de Respuesta R¨¢pida de la Alianza en Afganist¨¢n. Se han limitado a aceptar que contribuir¨ªan a la formaci¨®n de las nuevas fuerzas armadas iraqu¨ªes pero no necesariamente en suelo iraqu¨ª. En Estambul se vio tambi¨¦n c¨®mo en el curso de los ¨²ltimos meses se rebajaba el plan del Gran Oriente Medio de EE UU para reformas en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, de Mauritania a Kabul. La gran visi¨®n que part¨ªa de descubrir el Mediterr¨¢neo y pretend¨ªa trasladar el proceso de Helsinki de Europa a esa zona ha perdido consistencia.
El calendario se est¨¢ echando encima. Los europeos cr¨ªticos esperan a ver qu¨¦ pasa en las elecciones de noviembre en EE UU para las que no quieren hacer nada que pueda ayudar a Bush, mientras que Blair ha demostrado en Estambul haber perdido la capacidad de hacer de puente. Y si Chirac, Schr?der o Zapatero apuestan por una derrota de Bush, ¨¦ste lo hace por su propia victoria y que despu¨¦s Chirac y Schr?der pierdan. Tampoco con estas actitudes Francia o Alemania han ganado peso. La nominaci¨®n por defecto del anfitri¨®n de las Azores, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, no era del agrado franco-alem¨¢n, pero han tenido que apoyarla. Los pesos diplom¨¢ticos internos en Europa tambi¨¦n est¨¢n cambiando.
La debilidad diplom¨¢tica puede llevar a EE UU hacia m¨¢s multilateralismo, pero a la carta, hacia clubes restringidos de amigos fiables, m¨¢s que a otorgar un papel central a Naciones Unidas. Ganar la guerra (en la fase de la invasi¨®n) fue un paseo militar, el bombardeo de un hormiguero, pero las hormigas hab¨ªan salido, y la resistencia se prepar¨® para el despu¨¦s, que es el ahora que vivimos. Ya Hegel, no precisamente un pacifista, introdujo el concepto de la "impotencia de la victoria" pensando en ese estratega genial que fue Napole¨®n. Hacia el final de sus Lecciones sobre la Filosof¨ªa de la Historia Universal, en unas palabras que pueden servir para Irak, hoy como hace 80 a?os ante la ocupaci¨®n brit¨¢nica, advert¨ªa de que "el poder externo no puede nada a la larga. Napole¨®n no ha podido forzar a Espa?a a la libertad, como tampoco Felipe II pudo forzar a Holanda a la servidumbre". aortega@elpais.es
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