Las calendas griegas
Esta Eurocopa de f¨²tbol, excepcionalmente, tiene dos vencedores, y que no se entienda ello como la m¨¢s m¨ªnima m¨¢cula al triunfo deportivo de Grecia, que ha coronado un torneo repleto de astucia, fuerza y disciplina. Y los tiene porque Portugal, por muchas m¨¢s razones que no s¨®lo lo puramente deportivo, ha sido tambi¨¦n espl¨¦ndido vencedor.
La organizaci¨®n de los anfitriones, impecable; la emoci¨®n, extraordinaria, pero siempre como verbena festiva que ha sabido estar en su sitio, sin desbordamientos ni chovinismos fuera de lugar; y revelaci¨®n tambi¨¦n de que hay una igualdad mucho mayor entre los 16 equipos finalistas de lo que pudiera dar a pensar la distinta potencia econ¨®mica de las ligas respectivas, lo que es bueno para el puro espect¨¢culo deportivo, o, lo que es lo mismo, significa que el dinero no es la explicaci¨®n ¨²nica y ¨²ltima del f¨²tbol.
Aunque Portugal ten¨ªa que contar entre los aspirantes al t¨ªtulo por historia e hinchada casera, la sorprendente presencia y merecida victoria de Grecia en la final, m¨¢s las excelentes prestaciones de cuadros menos valorados a priori, como Chequia y Dinamarca, reivindican para el f¨²tbol la emoci¨®n del resultado.
El torneo ha consagrado esa forma de doble victoria de dos naciones demogr¨¢ficamente menores del continente, y una de ellas, Grecia, con una tradici¨®n escasamente relevante en los campos de f¨²tbol. Y, con estilos diferentes -m¨¢s cl¨¢sico el portugu¨¦s, que s¨ª cuenta con una solera propia, aunque no hubiera llegado nunca tan lejos en una competici¨®n de estas caracter¨ªsticas-, ambas selecciones han desplegado, sin embargo, fuertes elementos comunes en su manera de enfocar la Eurocopa. En los dos casos hay que hablar de arrojo, disciplina y convicci¨®n. Exactamente lo contrario que Espa?a, que, si comenz¨® el torneo bastante mejor que Portugal, derrotando a Rusia al tiempo que el equipo portugu¨¦s era vencido por esa misma Grecia que ayer repiti¨® haza?a, fue deshilach¨¢ndose para jugar con esa ausencia de s¨ª misma que ya se nos ha hecho familiar en las grandes citas.
El f¨²tbol ha demostrado, por a?adidura, en esta Eurocopa que es mucho m¨¢s que un deporte y que, en circunstancias como las presentes, adquiere caracteres de t¨®nico nacional, de recuperaci¨®n de valores que pueden llegar a ser pol¨ªticos, sociales, econ¨®micos.
Portugal, tras los devastadores incendios del a?o pasado, con las deficiencias de una infraestructura que hay que renovar en medio de una coyuntura recesiva del gasto p¨²blico, puede encarar hoy el futuro sabiendo que su marca se ha revalorizado en Europa y que no pod¨ªa tener mejor inicio de la temporada tur¨ªstica, am¨¦n de, por si fuera poco, haber colocado a su jefe de Gobierno, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, a la cabeza de la Comisi¨®n Europea.
Y Grecia, protagonista de la mayor gesta deportiva de su historia desde la invenci¨®n de los Juegos hace varios milenios, puede encarar, apenas dentro de unos d¨ªas, la cita ol¨ªmpica, el Atenas 2004, con una confianza renovada en s¨ª misma. Lo peque?o es bello, dec¨ªa un antiguo eslogan. Y orgulloso, aplicado y eficiente.
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