La lista
Mucho me gustar¨ªa que en la Constituci¨®n Espa?ola apareciera el nombre de mi Bierzo natal. La tierra templaria y jacobea donde lucen Las M¨¦dulas. El bello valle de la bruma y los mineros. De los h¨¦roes m¨¢s valientes del maquis. Pero s¨®lo quiero eso si va adelante la propuesta de Pasqual Maragall, que pretende que ¨²nicamente las tres nacionalidades llamadas hist¨®ricas figuren ah¨ª. Nacionalidades hist¨®ricas, qu¨¦ concepto raro. Y sobre todo discriminatorio. ?Es, acaso, menos hist¨®rico el reino de Le¨®n que Galicia, hija de ese reino? ?Es menos hist¨®rica Castilla que el Pa¨ªs Vasco? ?Y qu¨¦ historicidad asiste a Catalu?a que no tenga el viejo Reino de Valencia, tambi¨¦n llamado Pa¨ªs Valenci¨¤? ?O Navarra, con su mont¨®n de monarcas que yacen soberanos en el monasterio de Leyre? Otra alternativa a la triple referencia que propugna Maragall es citar a las 17 comunidades en la Carta Magna, una por una, pero en ese caso tambi¨¦n habr¨ªa que incluir a las ciudades aut¨®nomas de Ceuta y Melilla, y eso enojar¨ªa al rey de Marruecos, que ahora es amigo predilecto de Bush, y que ya vuelve a so?ar con Perejil. Tal vez fuera mejor dejar las cosas como est¨¢n. Sin retah¨ªla. Porque si bien es cierto que Espa?a se compone de 17 comunidades aut¨®nomas, no lo es menos que la integran 50 provincias y algo m¨¢s de 8.000 municipios. Y tambi¨¦n de muchas comarcas: esas prefecturas casi literarias que no acaban de lograr el prestigio administrativo que, sin duda, merecen. Se me ocurre una soluci¨®n borgesiana, ahora que el art¨ªculo vence. Indicar en la Constituci¨®n la lista de los nombres de todos los ciudadanos de Espa?a, cerrada a una fecha, pongamos la de cada 1 de enero. Los cuarenta millones de espa?oles, y tambi¨¦n los extranjeros, con o sin papeles. Y junto con los espa?oles vivos, que figuraran tambi¨¦n los fallecidos de que existe noticia. Famosos o no. Todos juntos en el pre¨¢mbulo, rodeados del Cid, de Ausi¨¤s March o de Viriato, y eso que Viriato era un pastor lusitano. Viriato que mucho tiene que llorar la derrota de Portugal ante los atenienses.
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