Alerta naranja
Decenas de activistas de diversos pa¨ªses occidentales, a los que la muy casta autoridad gubernativa de esta lev¨ªtica ciudad impidi¨® correr con el atav¨ªo propio de venir al mundo, surcaron en el mediod¨ªa de ayer la calle de la Estafeta en demanda de lo que tanto urge en Hait¨ª: mayores cotas de humanidad. Los activistas, pertenecientes al PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), manifestaron ser los continuadores de una tradici¨®n surgida hace la friolera de tres a?os, que no cejar¨¢ hasta ver sustituidos los ancestrales encierros de toros por carreras m¨¢s incruentas y desinhibidas.
El PETA, de tendencia vegetariana y orientaci¨®n m¨ªstica, goza de gran predicamento en enclaves vitales del sur de California, como Beverly Hills o Palm Springs, y en sus filas se encuadran te¨®ricos de la potencia intelectual de Steven Seagal o Pamela Anderson. Entre los ¨²ltimos frentes de batalla abiertos por el movimiento, destaca la campa?a por la recuperaci¨®n de la dignidad de los leones de circo. Pero su objetivo de m¨¢s calado es la devoluci¨®n de la libertad a los millones de pollos que, en los corredores de la muerte de las granjas tibetanas -esos "guant¨¢namos" enclavados bajo el techo del mundo por la cadena de hamburgueser¨ªas Kentucky Fried Chicken-, esperan a ser fritos en masa. En Pamplona, los militantes del PETA, a los que no les doler¨¢ quitarse prendas mientras la barbarie siga imperando por sus dominios, volvieron a lanzar la sugestiva -y polis¨¦mica- consigna de Join the Human Race! ("??nete a la carrera humana, ¨²nete a la raza humana!"), cierto que ante la pac¨ªfica incomprensi¨®n de los lugare?os.
Las 'carreras de los idiotas' se estrenaron en Nueva York, como parodia del encierro
Los lugare?os, descritos por alg¨²n mistificador como "centauros del Pirineo", ven lo del PETA como la tradicional petardada de antev¨ªsperas festivas. Y en esas estamos: en alerta naranja, a la espera de que el petardo anunciador desate la marea roja. Esperamos y deseamos que el petardo carbure y que no hay desgracias personales, como tristemente ocurri¨® el pasado veinticinco de enero en Nueva York. Ese fat¨ªdico d¨ªa, al polifac¨¦tico y arriesgado artista de vanguardia Chris Hackett, le explot¨® el cohete lleno de confetis con que iba a anunciar una de sus tradicionales Idiot Races ("Carreras de los idiotas"). Las "carreras de los idiotas" se estrenaron en Nueva York, hace una eternidad de tres a?os, con una parodia del encierro pamplon¨¦s. Los toros eran de cart¨®n y los "divinos" vest¨ªan tut¨², no como los del PETA. Cuando Chris Hackett preparaba en enero pasado el cohete anunciador de otra idi¨®tica carrera -una de trineos tirados por perros de esquimal-, se produjo la tremenda explosi¨®n. En la ciudad americana, agitada de s¨²bito por un fren¨¦tico ir y venir de sirenas, se encendi¨® la OAA (Orange Alert America).
Reunidos en Pamplona la semana pasada los representantes de los diversos cuerpos de seguridad, qued¨® declarada la alerta naranja. Vivimos desde entonces en un fren¨¦tico cruce de bocinazos entre los que vienen y los que se van. El jefe del operativo espera que no haya desgracias humanas y recomienda a los de ese g¨¦nero que vigilen lo que los amigos de lo ajeno hurtaron a Hemingway en sus ¨²ltimos y muy felices sanfermines: ?los donuts? No, la cartera.
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