El verdor que no vio Machado
Grandes prados, robles centenarios y pinturas rupestres jalonan un paseo por la dehesa de la capital soriana
"Colinas plateadas, grises alcores, c¨¢rdenas roquedas, oscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras...". He aqu¨ª la estampa monocroma que de los campos en torno a Soria dibuj¨® Antonio Machado. Cinco a?os, cinco meses y 15 d¨ªas estuvo mir¨¢ndolos, y no vio el monte Valonsadero: 3.000 hect¨¢reas de prados y bosques en las puertas mismas de la ciudad, de un verdor que hace da?o a la retina. O ser¨¢, m¨¢s bien, que no lo quiso ver.
A Machado, para sus prop¨®sitos po¨¦ticos, le conven¨ªa un paisaje triste. Y una Soria verde y risue?a, donde siempre es primavera, hubiera hecho en Campos de Castilla el mismo efecto que un ata¨²d con pegatinas. Regalo del rey Alfonso VIII a la ciudad de Soria, el monte Valonsadero es una dehesa de pastos jugosos y robledas que se explaya, suavemente ondulada, desde el Duero hasta la sierra de Cabrejas. Quiz¨¢ no sea tan po¨¦tica como la Soria machadiana, pero es real. La prueba es que aqu¨ª se rod¨® ese anuncio de un tipo que bebe Puleva y corre por un bosque para mantener a raya los triglic¨¦ridos. Y es que en este monte corren todos: corren los ni?os que festejan su primera comuni¨®n en los restaurantes campestres, corren los atletas sorianos, corren los toros por San Juan y corren -de noche y en la forma reflexiva del verbo- los amantes sin nido. Este ¨²ltimo uso, el amatorio, no es tan reciente como pudiera pensarse, sino que se remonta al tercer milenio antes de Cristo. De esa ¨¦poca datan las pinturas esquem¨¢ticas que decoran 34 covachas del monte Valonsadero: figuras humanas y animales esbozadas con pigmentos ferruginosos, extra¨ªdos de la propia roca, que representan, entre otras escenas, ritos de iniciaci¨®n sexual.
"Regalo del rey Alfonso VIII a Soria, el monte es una dehesa de pastos jugosos"
Machado tampoco las vio, ni hubiera podido, pues no fueron descubiertas hasta 1951. Ellas ser¨¢n el primer objetivo de nuestra caminata. Saldremos del aparcamiento que hay junto al restaurante La Casa del Guarda, subiendo a pie por la misma carretera hasta arribar en cosa de diez minutos a un altozano donde hay un segundo estacionamiento y un grandioso panorama de los prados que riega el r¨ªo Pedrajas, afluente del Duero, extendi¨¦ndose hasta la ladera del pico Frentes.
En este vistoso lugar abandonaremos el asfalto para seguir la ruta de las pinturas rupestres de la Ca?ada Honda -se?alizada con mojones numerados-, culebreando entre roquedas que no son c¨¢rdenas, como dec¨ªa Machado, sino de arenisca colorada. Aunque son 11 las estaciones de arte rupestre que integran dicha ruta, nosotros nos limitaremos hoy a visitar las cuatro primeras. Muy cerca de la cuarta, la que llaman El Mirador, descubriremos en el tronco de un roble monumental una se?al de pintura verde y blanca; rastreando otras marcas id¨¦nticas, subiremos por el barranco del Cuervo hasta desembocar en una pista de tierra; y siguiendo ¨¦sta hacia la derecha, nos plantaremos en el cementerio del pueblo de Pedrajas transcurrida una hora y media de marcha. Tras beber de la fuente que mana junto al camposanto, daremos media vuelta para coger enseguida un ramal de la pista que se desv¨ªa a la izquierda. Mucha atenci¨®n a las se?ales porque, nada m¨¢s rebasar el v¨¦rtice del Riscal, se apartan repentinamente de la pista, siguiendo a la derecha una cerca de piedra y atravesando a continuaci¨®n el raso de la Vega de Baturio, una pradera kilom¨¦trica cuyo extremo contrario alcanzaremos a dos horas y media del inicio.
Allende el raso pasa un camino con nuevas se?ales, ¨¦stas blancas y amarillas. Avanzando por ¨¦l, a la izquierda veremos las ruinas de la Casa de la Ciudad, antigua morada de los guardeses del monte, y cruzaremos el r¨ªo Pedrajas por el puente medieval del Canto al cumplirse tres horas de marcha. Media m¨¢s nos llevar¨¢ volver a La Casa del Guarda remontando el r¨ªo por un paradisiaco soto de ¨¢lamos y rosales silvestres. No es por llevar la contraria a Machado, pero, visto lo visto, bien pudo ser por estos campos el b¨ªblico jard¨ªn.
Senderismo, escalada y golf
- C¨®mo ir. Soria dista 230 kil¨®metros de Madrid yendo por la A-2 y desvi¨¢ndose en Medinaceli por la N-111. Una vez en Soria, hay que seguir por la carretera de Burgos (N-234) y tomar en el kil¨®metro 357 la pista asfaltada que conduce hasta La Casa del Guarda.
- Datos de la ruta. Duraci¨®n: tres horas y media. Longitud: 11 kil¨®metros. Desnivel: 100 metros. Dificultad: media-baja. Tipo de camino: pistas y senderos se?alizados con distintos trazos de pintura. Cartograf¨ªa: hoja 23-14 (Soria) del Servicio Geogr¨¢fico de Ej¨¦rcito.
- Alrededores. En Soria (a seis kil¨®metros): ermita de San Saturio, claustro de San Juan de Duero, iglesia de Santo Domingo, parque de la Dehesa y Museo Numantino. En Garray (a 13 kil¨®metros): ruinas de Numancia. En Vinuesa (a 25): Laguna Negra. En Calata?azor (a 37): conjunto urbano medieval, sabinar y Fuentona de Muriel.
- Comer. La Casa del Guarda (tel¨¦fono: 975 18 06 77): ensaladas, torreznillos y completos (huevos, chorizo y lomo); precio medio, 10-15 euros. Valonsadero (tel¨¦fono: 975 18 01 01): medall¨®n de solomillo con sombrero de foie y lomos de rape al ajo tostado; 30-35 euros.
- Dormir. Valonsadero (tel¨¦fono: 975 18 01 01): coquetas habitaciones abuhardilladas con vistas a la dehesa y al pico Frentes; doble, 60-85 euros. Posada del Indiano (Cidones; 975 27 04 11): casa de indianos de 1916, con camas con dosel y ba?eras de hidromasaje; doble, 60-96 euros. La Vieja Chimenea (Herreros; 975 27 04 59): casa frecuentada por escritores de la generaci¨®n del 98, con chimenea pinariega y una atenci¨®n personalizada; doble, 53-65 euros.
- Actividades. Centro de Interpretaci¨®n de Valonsadero (tel¨¦fono: 975 21 50 23): visitas a las pinturas rupestres, senderismo, escalada, r¨¢pel, tiro con arco... Club de Pedrajas (tel¨¦fono: 975 27 10 75): golf.
- M¨¢s informaci¨®n. Oficina de Turismo de Soria (tel¨¦fono: 975 21 20 52). En Internet: sorianitelaimaginas.com y turismocastillayleon.com.
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