Cuando la memoria falla
La peluquera Antonia Collado, hija de una enferma de Alzheimer, dedica su tiempo libre a ayudar a familias de otros afectados
Dificultades para recordar, para tomar decisiones, para comunicarse con los dem¨¢s o para expresar ideas y sentimientos. Estos son algunos de los s¨ªntomas de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer, una patolog¨ªa neurodegenerativa que ocasiona la muerte progresiva de las neuronas del cerebro. Hoy, Antonia Collado lo tiene "muy claro", pero cuando a su madre le detectaron la enfermedad en 1982, "aquello sonaba a chino". "Tuvimos que ir a C¨®rdoba porque por aquel entonces ni siquiera se hac¨ªan en Ja¨¦n pruebas m¨¦dicas como los TAC", recuerda esta peluquera de 50 a?os, voluntaria y una de las fundadoras de la asociaci¨®n de familiares de enfermos de Alzheimer, La Estrella de Ja¨¦n.
Su madre padeci¨® la enfermedad durante 22 a?os. Ella junto a su hermana Mar¨ªa se encargaron de su cuidado. "Fue muy duro. Primero, porque se desconoc¨ªa la enfermedad y despu¨¦s, porque vas viendo como una persona a la que quieres mucho va perdiendo su identidad. Creo que es una de las enfermedades m¨¢s duras que existen tanto para los propios afectados como para los familiares que los rodean", reconoce.
"Los doctores se portaron muy bien con nosotras, nos dieron libros, nos informamos sobre c¨®mo tratar a este tipo de enfermos y tambi¨¦n aprendimos mucho en el d¨ªa a d¨ªa", cuenta Collado. Por eso, un d¨ªa decidi¨® que su experiencia pod¨ªa ayudar a otras familias que se encontrasen en su misma situaci¨®n. "Conocimos la existencia de otras asociaciones como la de M¨¢laga y a partir de ah¨ª, junto al doctor Rafael Garc¨ªa, montamos la asociaci¨®n de Ja¨¦n en 1994", a?ade. As¨ª, Antonia convirti¨® su casa en la primera sede de la asociaci¨®n. "Era all¨ª donde nos estuvimos juntando al principio para hacer las reuniones y era mi tel¨¦fono particular el que se dejaba en farmacias y otros centros para contactar con la gente. Hoy tenemos una sede propia y somos cerca de 600 socios", indica con cierta perplejidad, como quien consigue hacer realidad un sue?o.
La madre de Antonia falleci¨® en el 2002, sin embargo sigue colaborando codo con codo con los enfermos y sus familiares. A la asociaci¨®n le ha dedicado "casi m¨¢s tiempo" que a su propio negocio: "Me siento muy bien ayudando a otras familias a sobrellevar lo que yo ya he pasado. En 12 a?os, no recuerdo haber faltado ni una sola noche de mi casa. Cuando tienes a un enfermo a tu cuidado es como tener a un ni?o. Su vida y su bienestar depende las 24 horas de ti. Incluso su comportamiento, conforme van pasando los a?os, se parece m¨¢s a la de un peque?o que a la de un adulto. Y asumir todo esto, cuesta mucho trabajo".
Por eso, los grupos de atenci¨®n mutua son una de las claves de la asociaci¨®n. "Con la ayuda de especialistas, los familiares nos contamos nuestras experiencias. Quiz¨¢s lo que ha vivido un compa?ero, me puede servir a m¨ª para una situaci¨®n futura", explica la voluntaria. Los familiares que pasan por La Estrella aprenden una nueva forma de comunicaci¨®n. "Hay que tratarlos con mucha imaginaci¨®n y fantas¨ªa porque vuelven a ser ni?os y, a veces, no atienden a razones. Y cuando dejan de hablar o ya no te reconocen, hay que dar paso a los abrazos y las caricias, porque la ¨²nica memoria que no pierden los enfermos de Alzheimer es la afectiva", concluye.
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