La CIA, en la picota
Charles Tenet abandona la CIA ma?ana tras siete a?os en el cargo. Y no lo puede hacer de peor manera, a juzgar por las conclusiones del informe divulgado ayer por el Senado de EE UU, que afirma que la Agencia Central de Inteligencia exager¨® la presunta amenaza de armas de destrucci¨®n masiva del r¨¦gimen de Sadam, argumento central de la Administraci¨®n de Bush para invadir Irak. El informe, de m¨¢s de 500 p¨¢ginas, elaborado por el Comit¨¦ de Inteligencia y parte de cuyo contenido es secreto, salva por ahora a la Casa Blanca al indicar que no existen indicios de que la CIA recibiera presiones de ning¨²n miembro de la Administraci¨®n para sesgar las pruebas. Pero los senadores no han terminado sus labores y dejan para una segunda fase la investigaci¨®n sobre la conducta de la Administraci¨®n, y aplazan sus conclusiones finales para despu¨¦s de las presidenciales de noviembre.
"Si hubi¨¦ramos sabido lo que sabemos hoy no habr¨ªamos dado luz verde a la guerra", ha afirmado el senador dem¨®crata John Rockefeller, n¨²mero dos de ese comit¨¦. Tenet, que anunci¨® el mes pasado su dimisi¨®n, asegur¨® al presidente Bush que eran "palmarias" las pruebas de que Sadam almacenaba armas qu¨ªmicas, biol¨®gicas y nucleares en base a la informaci¨®n que la agencia hab¨ªa recopilado hasta octubre de 2002. Esos datos, observa el informe, fueron en su mayor parte exagerados e inexactos. M¨¢s todav¨ªa, en su celo por magnificar el peligro, el hasta ahora jefe de la CIA desoy¨® los consejos y las sugerencias ofrecidas por el Departamento de Estado y el Pent¨¢gono.
La amenaza iraqu¨ª fue abordada por la CIA a trav¨¦s de una serie de informaciones precipitadas, infladas y no contrastadas por sus propios analistas, seg¨²n el Senado, que pone el dedo en una de las carencias m¨¢s graves del espionaje estadounidense: la falta de confidentes sobre el terreno capaces de facilitar informaci¨®n fiable. Fue evidente en el Afganist¨¢n de los talibanes; en los movimientos de Al Qaeda y de su jefe, Bin Laden, antes de los atentados del 11-S, y en el caso de Irak.
La CIA no se molest¨® en revisar el discurso que Bush pronunci¨® en el Congreso en enero de 2003, semanas antes de que estallara la guerra. El presidente asegur¨® que Sadam hab¨ªa comprado uranio enriquecido a N¨ªger en base a informaciones que m¨¢s tarde se comprob¨® que eran err¨®neas y que proced¨ªan de un informe brit¨¢nico. Tambi¨¦n el secretario de Estado, Colin Powell, se sirvi¨® de pruebas incorrectas cuando se dirigi¨® al Consejo de Seguridad de la ONU poco despu¨¦s. En cualquier caso, el titular de la Casa Blanca, con o sin las recomendaciones de la agencia de espionaje, hab¨ªa sacado ya sus propias conclusiones al asumir la presidencia en enero de 2001: era prioritario para los intereses de EE UU derrocar a Sadam.
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