El encanto 'sexy' de Blondie
Blondie protagoniz¨® la gran historia de ¨¦xito del punk rock neoyorquino. Lo que comenz¨®, a mediados de los setenta, dentro del movimiento insurgente del Bajo Manhattan, se transform¨® en una propuesta decididamente pop con discos triunfales como Parallel lines. Publicado en septiembre de 1978, el CD que ofrece EL PA?S a partir de ma?ana por 5,95 euros incluye Heart of glass, el primer n¨²mero uno de Debbie Harry y sus compa?eros.
El pop siempre ha sido maravillosa m¨¢quina de reciclaje humano. Lo puede certificar Deborah Debbie Ann Harry (Miami, 1945), que vive a fondo los a?os hippies, llegando a grabar en 1968 con Wind in the Willows, grupo fugaz. El fin de la era de las flores impone un cambio de oficio: en Manhattan ejerce de camarera en el Playboy Club y en Max's Kansas City. En ese ¨²ltimo local recupera el entusiasmo al conectar con clanes de m¨²sicos que defienden un rock transgresor, marcado por la sombra de Andy Warhol, buitre astuto que sobrevuela los centros creativos de la metr¨®poli.
Television, The Ramones, Richard Hell y dem¨¢s habituales de CBGB est¨¢n definiendo algo que los londinenses codificar¨¢n luego como punk rock. Debbie vive ese v¨¦rtigo, se empapa de esa actitud, pero est¨¢ colgada de los girl groups, los deliciosos tr¨ªos femeninos de los sesenta. Lo intenta de nuevo como parte del grupo de chicas The Stilettos (Los Tacones de Aguja) y finalmente se pone al frente de Angel & The Snake, m¨¢s tarde rebautizados como Blondie, nombre tomado de una tira c¨®mica que hace referencia al tinte de pelo de la cantante. Formado en 1974, Blondie pasa por numerosos cambios, con m¨²sicos que se marchan para trabajar con Patti Smith o Television, hasta estabilizarse en 1977 en una formaci¨®n que incluye al novio de Debbie, el guitarrista Chris Stein, m¨¢s el teclista Jimmy Destri, el baterista Clem Burke, el bajista Nigel Harrison y el guitarrista r¨ªtmico Frank Infante. Es un sexteto tempestuoso: no es raro que Destri insulte a Stein en pleno escenario.
Debbie y compa?¨ªa saben que, desde la debacle de los New York Dolls, los grupos neoyorquinos suelen ser aclamados por la cr¨ªtica e ignorados por el gran p¨²blico. Inteligente, ella juega a figura del underground local, protagonizando una fotonovela con Joey Ramone o actuando en la pel¨ªcula The foreigner, pero no quiere quedarse en nombre de culto. Se imponen decisiones dr¨¢sticas, digan lo que digan los exquisitos de la ciudad.
La imagen est¨¢ clara: trajes y corbatas new wave para ellos, ropa sexy para Debbie. Les falta el sonido, las canciones que entren en unas radio-f¨®rmulas donde el punk rock es anatema. En sus dos primeros LP han trabajado con un productor hist¨®rico, Richard Gottehrer, y han conseguido ¨¦xitos menores con Denis o "(I'm always touched by your) presence, dear"; necesitan alguien que sepa moverse en el presente. Lo encuentran en la persona de Mike Chapman, mitad del equipo Chinnichap, f¨¦rtiles fabricantes de pelotazos brit¨¢nicos. Acierto: encaja la sensibilidad mercenaria de Chapman con la est¨¦tica retro de Blondie (que tambi¨¦n se permite experimentos como Fade away and radiate). Las teclas siguen oliendo a Farfisa y hay furia punky en las guitarras, pero las canciones est¨¢n llenas de ganchos, perfectamente servidos por Debbie, una treinta?era que se convierte en s¨ªmbolo sexual de la Nueva Ola, con unos video-clips a su servicio.
Parallel lines despega inicialmente en el Reino Unido, donde ya est¨¢n enamorados de la sofisticada Debbie. El primer ¨¦xito es Hanging on the telephone, una de las dos canciones que vienen firmadas por el californiano Jack Lee. Otros impactos son One way or another, Picture this y Sunday glass, pero el tema que hace que Parallel lines venda millones de ejemplares es Heart of glass, rompedor por ser un maridaje con la disco music, lo m¨¢s detestado por el p¨²blico rockero. Luego vendr¨¢n otras audacias: Call me, hecho con Giorgio Moroder para la banda sonora de American gigol¨®, o Rapture, pionera aproximaci¨®n blanca al hip hop.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.