Arte meditativo y ef¨ªmero
Monjes tibetanos celebraron la ceremonia de disoluci¨®n del mandala mayor del mundo
Todo es ef¨ªmero. Todo. Incluso el arte. Al menos, esta es la creencia de los budistas y ayer lo demostraron en Barcelona en la ceremonia de disoluci¨®n del mandala de Kalachakra (que en s¨¢nscrito significa 'rueda del tiempo') m¨¢s grande del mundo. Desde el pasado 5 de junio y hasta el 6 de julio, seis monjes tibetanos del monasterio Namgyal de Dharamsala (India) elaboraron, cargados con toda la paciencia del mundo, un gran mandala de cuatro metros de di¨¢metro en una carpa situada al final de La Rambla barcelonesa.
El mandala (en s¨¢nscrito, 'c¨ªrculo') es una expresi¨®n art¨ªstica meditativa del budismo tibetano. Se trata de un dibujo completo circular que representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la meditaci¨®n.
Tambi¨¦n se considera la mansi¨®n m¨ªstica que representa el universo de Buda. El dibujo de esta mansi¨®n o palacio, que se pod¨ªa ver muy bien en el dibujo del mandala de La Rambla, es completamente sim¨¦trico: con cuatro puertas, en un cuadrado formado por cuatro muros, y cinco zonas de diferentes colores. Estas zonas representan cinco niveles: el cuerpo, la palabra, la mente, la conciencia y el gran gozo, el estado de pureza absoluto.
El mandala que estos monjes elaboraron en Barcelona estaba hecho de arena coloreada con una precisi¨®n milim¨¦trica. Una verdadera obra maestra que tuvo una vida muy corta, aproximadamente un mes y medio, porque ayer, parte de esta arena se lanz¨® al mar Mediterr¨¢neo. Thubten Wangchen, director de la Casa del T¨ªbet de Barcelona, explic¨® el pasado mi¨¦rcoles en el F¨®rum por qu¨¦ el mandala se deshace y la arena se lanza al mar. "Todas las cosas son ef¨ªmeras ya que siempre tienen un principio y un fin", se?al¨®. Pero por otra parte, como es natural, tambi¨¦n sienten "pena", matiz¨® Wangchen.
La ceremonia de disoluci¨®n llam¨® la atenci¨®n ayer por la tarde a centenares de barceloneses que, atra¨ªdos por la curiosidad, se acercaron a la carpa para ver por ¨²ltima vez el impresionante mandala. A pesar del abrasador calor que hac¨ªa en la carpa, ¨¦sta se qued¨® peque?a y mucha gente tuvo que esperar fuera para ver salir a los monjes en direcci¨®n al mar. Wangchen actu¨® como maestro de ceremonias y volvi¨® a insistir en el car¨¢cter ef¨ªmero de las cosas. "Nada es duradero, y claro que nadie quiere morir, pero la muerte es simplemente un cambio de la vida", explic¨®. "Siempre hay un m¨¢s all¨¢: la reencarnaci¨®n".
Wangchen dedic¨® el mandala a "la paz en el mundo" y tambi¨¦n aprovech¨® su intervenci¨®n para reclamar un "T¨ªbet libre y en paz". Compatriotas suyos ondearon varias banderas del T¨ªbet en el interior de la carpa. Los monjes que participaron en la elaboraci¨®n del mandala realizaron varias plegarias antes de disolverlo. Esto lo hicieron con toda la tranquilidad del mundo, totalmente ajenos al calor y al revuelo que en algunos momentos se mont¨® a su alrededor. Despu¨¦s, empezaron a recoger algunos de los 722 s¨ªmbolos que hab¨ªa en el mandala y, finalmente, ayudados por unos largos cepillos, fueron recogiendo toda la arena, parte de la cual se reparti¨® entre el p¨²blico.
Seguidamente empez¨® una procesi¨®n hacia el puente del Marem¨¤gnum. El tr¨¢fico alrededor de la estatua de Col¨®n hubo que pararlo para dejar pasar a todo el s¨¦quito. Los monjes, ataviados con sus trajes y con unos vistosos sombreros amarillos, llevaban dentro de un jarro de cer¨¢mica parte de la arena del mandala. Una vez en el puente, destaparon el jarro y tiraron la arena al mar. Fue as¨ª de sencillo. El mandala m¨¢s grande del mundo -que se inscribir¨¢ en el libro de r¨¦cords Guinness- acababa de esta manera su corta pero intensa vida en la ciudad de Barcelona.
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