Un salto de calidad
Richard tuvo una s¨²bita inspiraci¨®n. Mir¨® a los dos lados de la calle y empez¨® a correr esquivando autom¨®viles. Enfrente, bajo la marquesina de una parada de un barrio perif¨¦rico de La Habana, Joan Lino Mart¨ªnez esperaba al autob¨²s cogido de la mano de su madre. Ten¨ªa nueve a?os. El hombre sorte¨® los coches de la carretera de circunvalaci¨®n, "un camino con m¨¢s tr¨¢fico que la Gran V¨ªa de Madrid" y, jadeando, le habl¨®, casi le grit¨®, a la se?ora que sujetaba al ni?o: "Su hijo es un atleta". "Mejor", precis¨®, "ser¨¢ un gran saltador de longitud". El visionario, Richard, es uno de los entrenadores de atletismo de base m¨¢s prestigiosos de Cuba. El ni?o, Joan Lino Mart¨ªnez (La Habana, 1978), es el saltador con la mejor marca nacional del a?o (8,25), muchos cent¨ªmetros por encima de la de Yago Lamela (8,03). Lino aguarda una notificaci¨®n para jurar la constituci¨®n espa?ola esta semana y participar en los Juegos de Atenas.
"Mi madre no conoce a mi ni?a, pero no viene; no aguantar¨ªa ni el invierno ni el capitalismo"
En Cuba se acabaron los privilegios: "Se me cerraron todas las puertas de un d¨ªa a otro"
Los patrocinadores no le pagaban, la situaci¨®n econ¨®mica era muy grave y pens¨® en retirarse
Dos meses despu¨¦s del encuentro con Richard, Lino se march¨® del barrio de edificios tem¨¢ticos en el que viv¨ªa, un conjunto de rect¨¢ngulos con ventanitas cercano al aeropuerto de La Habana. "Nosotros ¨¦ramos agr¨ªcolas, los de en frente de aviaci¨®n, los de la izquierda, camioneros", rememora. Su padre es ingeniero. Su madre, enfermera. Joan aprob¨® los ex¨¢menes de la escuela de atletismo y se march¨® interno sin haber cumplido los once a?os. "Quer¨ªa regresar a casa a las dos semanas". Lino sufri¨® el sentido del humor de los internados: "Me encontraba la cama llena de pasta de dientes y estaba siempre muy asustado". Pero aguant¨®. Matos, otro entrenador de prestigio en Cuba, se lo quiso llevar a Santiago, donde ya hab¨ªa trasladado a Iv¨¢n Pedroso. No le dej¨® su madre.
Ahora no la ve, no la puede ver, desde hace cuatro a?os. En 2000, Lino decidi¨® salir de Cuba "por amor". Igual que otros muchos atletas cubanos. El verano anterior hab¨ªa conocido a una chica en el hostal Galicia de Guadalajara. Los atletas cubanos se concentran en ese modesto establecimiento casi seis meses al a?o. As¨ª, para participar en las competiciones europeas, no tienen que viajar desde Cuba. "Un d¨ªa estaba en el bar, la vi y me enamor¨¦". Entonces decidi¨® casarse y vivir en Espa?a. Pero su intenci¨®n era seguir compitiendo como cubano. No le dejaron. "Regres¨¦ a La Habana y not¨¦ c¨®mo me estaban haciendo la vida imposible, me cambiaban las fechas de las giras y me pusieron pegas con el servicio militar".
La administraci¨®n cubana sospechaba que Lino se quer¨ªa marchar. Y era cierto. S¨®lo que sus motivaciones no eran pol¨ªticas. No se lo pod¨ªa comentar a nadie: "Esas cosas no se dicen, no se hablan, porque hay gente que se chiva". Pretend¨ªa seguir compitiendo bajo bandera cubana, pero vivir en Espa?a con su mujer. Pero cambiaron las miradas, se acabaron las sonrisas. Y los privilegios. "De un d¨ªa para otro se me cerraron todas las puertas y vi que era imposible solucionar el asunto". El atletismo cubano, seg¨²n algunos t¨¦cnicos que han conocido sus m¨¦todos, est¨¢ organizado de una manera muy meticulosa y jer¨¢rquica. Hasta el punto de que hay distintos tipos de restaurantes con comida de dispar calidad seg¨²n el nivel del competidor. A Lino le colocaron en el saco de los malos. Se fue de Cuba en noviembre de 2000, dos meses despu¨¦s de los Juegos de Sydney. "Me hab¨ªan prometido que ir¨ªa...". No fue y se deprimi¨®. "Al final me convencieron unos amigos para verlo en la televisi¨®n", cuenta.
Finalmente recopil¨® todos los documentos que la burocracia le exig¨ªa y sali¨® de Cuba. En Espa?a le hab¨ªan tranquilizado asegur¨¢ndole que pronto obtendr¨ªa la nacionalidad. Le enga?aron y sus papeles quedaron olvidados durante cuatro a?os en un caj¨®n. Temi¨®, incluso, que se hubiesen perdido. "Entonces hubiese tenido que regresar a La Habana y pedirlo todo de nuevo. Eso all¨ª no es f¨¢cil".
Mientras tanto, y en vista de que viv¨ªa en un limbo jur¨ªdico, sus patrocinadores decidieron no pagarle. "Hab¨ªa firmado con la condici¨®n de ser espa?ol y no lo era. Adem¨¢s llevaba a?os viendo las competiciones desde un sof¨¢"¡¤ Su situaci¨®n econ¨®mica se deterior¨®. Mucho. Hasta el punto de tener que pedir dinero prestado a sus suegros. Todos los d¨ªas se trasladaba desde Guadalajara a Madrid en un tren de cercan¨ªas para entrenarse. "All¨ª hay entrenadores de fondo, como en todas partes de Espa?a, pero no de longitud". Utilizaba el abono transportes porque no pod¨ªa asumir el gasto en gasolina.
"En ese momento pens¨¦ muy seriamente dejarlo todo y retirarme con 25 a?os", asegura muy convencido. Acab¨® cobrando algo del contrato de patrocinio, aunque mucho menos de lo estipulado. Antes tuvo que ponerse a trabajar en el Ayuntamiento de Guadalajara dando clases de educaci¨®n f¨ªsica, su carrera universitaria, a ni?os de cinco a?os. "Y a buscarme la vida", explica con vaguedad. Pasaban los Mundiales, los Europeos, las banderas, los himnos, otra vez los Mundiales, y Lino "siempre estaba en el sof¨¢". Hasta que alguien recuper¨® sus papeles, que, milagrosamente, aparecieron en el fondo de otro misterioso caj¨®n y comenz¨® un procedimiento de urgencia para nacionalizarlo espa?ol e infiltrarlo en el desfile ol¨ªmpico.
Juan Carlos ?lvarez, su entrenador, tiene la misma confianza en Lino que la que deposit¨® en el atleta Richard hace 17 a?os: "Su fuerte es la velocidad y cuando ajuste esa velocidad con la t¨¦cnica, cuando encuentre ese engranaje perfecto, saltar¨¢ m¨¢s de 8,50". Seg¨²n ?lvarez, Lino "est¨¢ para hacer algo m¨¢s que ser finalista". Y Lino no lo desmiente. Lo ¨²nico por lo que junta las manos es porque no le hagan saltar a las ocho de la ma?ana, porque entonces, "chungo". Su amigo Iv¨¢n Pedroso le ha contado que en la calificaci¨®n si cometes un nulo te conviertes en un flan. Y si fallas en el segundo intento, "?ostras pedrito!", tienes un 99% de posibilidades de irte a casa.
Aunque en su caso no ser¨ªa volver a casa. Su casa es La Habana. "Mi madre, mi abuela, ...no conocen a mi hija de tres a?os, pero no es f¨¢cil que vengan aqu¨ª y luego puedan regresar y ellas tienen que regresar porque el Caribe es muy distinto y no aguantar¨ªan ni un invierno, adem¨¢s en un pa¨ªs capitalista". ?l tambi¨¦n parece pensar en el Caribe, en los amigos de siempre: "Son especiales porque en las dificultades crece bien la amistad y all¨ª sabemos mucho de dificultades".
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