Como borregos en el Razzmatazz

Parece que los sufridos aficionados al rock seguimos sin aprender la lecci¨®n. El mi¨¦rcoles en la sala Razzmatazz de Barcelona se celebraba un concierto de Scorpions. A las 20.00 horas se abr¨ªan las puertas y a las 21.00, durante la actuaci¨®n de los teloneros, ya se exced¨ªa del aforo legal del local. El calor era insoportable; el aire, irrespirable, y las lipotimias hicieron su aparici¨®n. Mientras intent¨¢bamos que mi hijo se recuperase tomando aire fresco en el exterior del local, no cesaban de entrar personas. Todas con sus entradas en la mano de 30 euros m¨¢s dos adicionales por comprarlas con antelaci¨®n (?).

?No es suficiente el importe que pagamos para poder ver un espect¨¢culo con un m¨ªnimo de comodidad y seguridad? Hay otros espacios en Barcelona adecuados para este tipo de eventos y para cuando se prev¨¦ una alta afluencia de p¨²blico. En su defecto, hay que limitar el n¨²mero de entradas vendidas, aunque s¨®lo sea por respetar el aforo legal de un local en el que, por cierto, no se vio en ning¨²n momento a nadie de ning¨²n organismo oficial que verificase la cantidad de personas que hab¨ªa, cuando dicho aforo estaba, a todas luces, absolutamente desbordado. Dicen que business is business y todo vale, sobre todo si es para que los promotores se llenen los bolsillos.

Por descontado que, dadas las circunstancias, decidimos sacrificar el concierto y no volver a la sala.

Mi agradecimiento a los servicios de asistencia del local por su r¨¢pida y correcta actuaci¨®n.