"No ir¨¢s lejos si s¨®lo tocas el repertorio de los m¨²sicos de Nueva York"
Cabeza de fila de los pianistas que transitan por los caminos del jazz con maneras flamencas, Chano Dom¨ªnguez desarrolla una carrera en varios frentes, tanto dentro como fuera de Espa?a.
Tiene una de las agendas m¨¢s apretadas del jazz espa?ol, aunque asegura que pierde menos tiempo ahora, cuando se desplaza desde Barcelona, su actual ciudad de residencia. Como los maestros del ajedrez, Chano Dom¨ªnguez (C¨¢diz, 1960) juega regularmente partidas simult¨¢neas. Est¨¢ defendiendo Acoplados, el disco de coplas con big band hecho al lado de Martirio, pero tambi¨¦n se le pudo ver interpretando con Rosa Passos el Cant dels ocells en la apertura del F¨®rum barcelon¨¦s, ante un auditorio de 3.500 autoridades: "Tuve luego la oportunidad de charlar con Zapatero y aprovech¨¦ para pedirle que materializara sus palabras de apoyo a la m¨²sica cuando todav¨ªa no era presidente del Gobierno. No es que tenga muchas esperanzas, los pol¨ªticos cambian cuando tocan poder. Pero su mujer, aunque es una amateur, me respald¨®".
Y los proyectos internacionales. "Por encargo de Venus, una compa?¨ªa japonesa, he hecho Con alma, un disco de tr¨ªo con m¨²sicos americanos tocando unos cuantos standards y sus equivalentes latinos, como La tarara o No me platiques m¨¢s. El productor insiste en que yo soy m¨¢s jazzman de lo que yo mismo me creo (risas). Est¨¢ luego De Ca¨ª a New Orleans, una suite muy flamenca que me pidi¨® Wynton Marsalis para tocarla con la orquesta del Lincoln Center. Se estren¨® el pasado a?o, con arreglos de Llu¨ªs Vidal, y se grabar¨¢ en 2005. Al menos, eso quiero cerrar con Wynton, cuando vaya a Nueva York para tocar una temporada en un club que abren ahora". Los tiempos, explica, son m¨¢s largos en el mundo del jazz.
Ya debe saber Chano lo que m¨²sicos y p¨²blicos for¨¢neos ven en su piano. "Creo que reconocen unas melod¨ªas, unas formas jazz¨ªsticas pero tocadas con claves flamencas; es lo suyo pero a mi estilo. Siempre digo que soy un autodidacta que creci¨® bebiendo Coca-Cola y escuchando a la Ni?a de los Peines, algo que parece raro pero que yo siento natural. Despu¨¦s de todo, soy cuchich¨ª, tengo sangre paya y gitana. Lo m¨ªo son las aleaciones. Y la m¨ªnima inteligencia para comprender que no ir¨¢s muy lejos si te dedicas a tocar el mismo repertorio y del mismo modo que hacen los m¨²sicos de Nueva York, que tienen la ventaja de cien a?os de tradici¨®n. Si no vendes tu diferencia, te condenas a la cola del pelot¨®n".
Ese reconocimiento, fuera
y dentro, debe entenderse dentro del reconfortante proceso de consolidaci¨®n de la escena jazz¨ªstica espa?ola: "Los festivales, aunque al principio no contaran con el producto nacional, dejan un poso. Pero lo realmente importante son los clubes que programan regularmente y, sobre todo, las escuelas de m¨²sica. Hay cantera. No, no me atrever¨ªa a dar nombres, es m¨¢s una sensaci¨®n. S¨¦ que los de ahora son m¨²sicos m¨¢s preparados que nosotros. Yo era un ignorante hasta que en Sanl¨²car, en 1984, se hizo un seminario con unos m¨²sicos americanos que nos explicaron el lenguaje, la nomenclatura, la forma de escuchar, la t¨¦cnica del jazz. Jam¨¢s me olvidar¨¦ de Bill Dobbins, un pianista que en una semana me ense?¨® lo suficiente para tirar toda una vida. Hasta entonces, yo era un rockero [hab¨ªa tocado con el grupo CAI] que quer¨ªa llegar al jazz sin tener ni un mapa de carreteras".
Chano mira con benevolencia la avalancha de pianistas flamencos de los ¨²ltimos tiempos: "Me suelen enviar los discos dedicados, as¨ª que algo habr¨¦ tenido que ver. Es cierto que se ha dado un salto gigantesco desde los d¨ªas de Jos¨¦ Romero, Arturo Pav¨®n y, con perd¨®n, Felipe Campuzano. De todos modos, lo que ahora abundan son los pianistas que, desde el flamenco, quieren hacer sus pinitos en el jazz. A riesgo de generalizar, creo que deber¨ªan ser m¨¢s biling¨¹es. Veo m¨¢s interesantes las aproximaciones de los jazzeros, como George Colligan, un neoyorquino que ahora compone por alegr¨ªas, tocando adem¨¢s maravillosamente. Tambi¨¦n es bueno perder prejuicios; los m¨²sicos espa?oles estamos tocando El toro y la luna, Mi carro y otras canciones que son cl¨¢sicas nuestras y pueden tener tratamiento jazz¨ªstico. Y la copla, claro. Tengo entendido que Rafael de Le¨®n era un enamorado de los standards y es cierto que sus composiciones se prestan a las lecturas en jazz".
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