Clinton pone en pie a la convenci¨®n y da a los dem¨®cratas moral de victoria
El ex presidente critica a Bush por haber separado a Estados Unidos de sus aliados
Lleg¨®, habl¨® y arras¨®. Bill Clinton fue aclamado anteanoche por los 5.000 delegados de la convenci¨®n dem¨®crata que llenaron el Fleet Center de Boston en la apertura de la semana que lanza al candidato John Kerry a la pelea por la Casa Blanca. Aunque Clinton se present¨® como "un soldado de a pie en nuestra batalla por el futuro", el partido le ve como el emperador de la d¨¦cada prodigiosa de los noventa. Y su telonera fue nada menos que la senadora Hillary Clinton, que, aunque en ning¨²n momento se refiri¨® a ¨¦l como su marido, le llam¨® "el ¨²ltimo gran presidente dem¨®crata". Con su secreto rival y actual candidato, John Kerry, la senadora no fue menos generosa al considerarle "el pr¨®ximo gran presidente dem¨®crata".
Clinton cumpli¨® el objetivo: brill¨® con la intensa luz propia que le caracteriza sin opacar a Kerry; atac¨® duramente a Bush, sin llamarle por su nombre ni una sola vez, pero habl¨® del futuro; y dej¨® extasiados a los delegados -"es el mejor, no tenemos a otro como ¨¦l", afirmaba el sindicalista Ted Stevens-, todo ello en poco m¨¢s de 20 minutos, r¨¦cord de brevedad para lo que acostumbra. El hombre que devolvi¨® la vida al Partido Dem¨®crata llen¨® de populismo y de encanto -sus armas secretas- la convenci¨®n y dio las mejores claves para los cien d¨ªas que restan hasta el 2 de noviembre.
Clinton arranc¨® con un homenaje a su esposa, que le acababa de presentar -"aunque creo que deber¨ªa ser yo el que tendr¨ªa que haberla presentado a ella", dijo, para que quede claro que est¨¢ al cien por cien detr¨¢s de las ambiciones presidenciales de la antigua primera dama-, e inmediatamente se lanz¨® a la yugular del Gobierno republicano: "Creen en una Am¨¦rica dirigida por la gente adecuada, por los suyos, y en un mundo en el que actuemos unilateralmente cuando podemos y cooperando cuando no tenemos m¨¢s remedio. (...) Creen que el papel del Gobierno es concentrar riqueza y poder en las manos de quienes abrazan sus opiniones pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales". Clinton acus¨® a Bush de haber malbaratado la reacci¨®n nacional e internacional posterior al 11-S y de haber "empujado a EE UU demasiado hacia la derecha y haberse separado de nuestros aliados", "no s¨®lo al atacar en Irak antes de que los inspectores de la ONU acabaran su tarea, sino al retirar el respaldo de Washington al Tratado sobre el Cambio Clim¨¢tico, a la Corte Penal Internacional, al tratado antimisiles e incluso al tratado de prohibici¨®n de pruebas nucleares".
Sonrisa p¨ªcara e iron¨ªa
El mejor Clinton, el de la iron¨ªa y la sonrisa p¨ªcara, el de la claridad deslumbrante y la pedagog¨ªa pol¨ªtica popular que se mete en el bolsillo al que le escucha, lleg¨® enseguida, en cuanto critic¨® los recortes fiscales de Bush: "Cuando yo era presidente, los republicanos se portaban bastante mal conmigo. Cuando dej¨¦ de serlo y empec¨¦ a ganar dinero, pas¨¦ a formar parte de lo que ellos consideran la gente m¨¢s importante del mundo. Al principio pens¨¦ que deber¨ªa mandarles una nota de agradecimiento; pero luego me di cuenta de que os estaban mandando la factura a vosotros". Y continu¨® machacando el hierro de Bush: las restricciones presupuestarias debidas a los recortes fiscales y las guerras, la volatilizaci¨®n del super¨¢vit con el que ¨¦l dej¨® la Casa Blanca... Y la defensa del car¨¢cter de Kerry, a costa incluso -muy propio de Clinton- de ¨¦l mismo: "Durante la guerra de Vietnam, muchos j¨®venes -incluidos el actual presidente, el vicepresidente y yo- podr¨ªamos haber ido, pero no fuimos. Kerry podr¨ªa haberse librado, pero no lo hizo y dijo: 'Enviadme a m¨ª".
Hasta que elogi¨® a Kerry -"tiene la experiencia, el car¨¢cter, las ideas y valores que se necesitan para ser un gran presidente"-, hasta que pidi¨® el respaldo de todos para llevarle a la Casa Blanca, parec¨ªa que Clinton se estaba presentando de nuevo a las elecciones. No hay espacio m¨¢s c¨®modo para ¨¦l que un p¨®dium, no hay mejor audiencia que miles de personas escuch¨¢ndole. Y as¨ª acab¨®, con el Fleet Center entregado y aplaudiendo al hombre que mejor les recuerda su pasado inmediato.
Adem¨¢s de los dos Clinton, la noche de la apertura cont¨® con otros dos grandes astros dem¨®cratas: Jimmy Carter y Al Gore. El primero critic¨® sin medias tintas a la Administraci¨®n republicana por la gesti¨®n del 11-S, por Irak y por el papel de EE UU en el mundo, y parafrase¨® su famosa presentaci¨®n de 1976 para pedir el voto: "Me llamo Jimmy Carter y no me presento a la presidencia: pero voy a hacer todo lo posible para que John Kerry y John Edwards lleguen a la Casa Blanca". El ex vicepresidente Gore dio dos consejos: "Cada voto cuenta; os lo digo por experiencia".
Tras recordar de nuevo su frustraci¨®n de 2000 -"que el Supremo no vuelva a elegir a un presidente, y que este presidente no sea el que nombre a los pr¨®ximos jueces del Supremo"-, Gore rindi¨® un homenaje a Clinton -"mi amigo, mi aliado durante ocho a?os"-, con el que mantuvo serias diferencias en oto?o, cuando apost¨® por Howard Dean. Clinton le devolvi¨® el cumplido. Y los delegados abandonaban la sala nost¨¢lgicos -"?qu¨¦ l¨¢stima, una reforma de la Constituci¨®n permitir¨ªa que se presentara otra vez!"- pero euf¨®ricos, so?ando que Kerry puede ser el Clinton de 2004.
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