Las casas de cart¨®n
Uno no se margina por voluntad propia, sino porque las circunstancias que lo rodean le obligan a ello. Tengo 21 a?os y estos ¨²ltimos d¨ªas he estado en Madrid buscando un piso de alquiler. Con perplejidad he constatado c¨®mo a los inmigrantes les aumentan el precio de la vivienda de forma injustificada o incluso les niegan la posibilidad de arrendar un habit¨¢culo debido a su procedencia for¨¢nea. Junto a las limitaciones que establecen las leyes para los extranjeros, hay una serie de obst¨¢culos impl¨ªcitos que los inmigrantes padecen. Se ven obligados a hacinarse bajo un techo m¨¢s caro, peor situado y con menos prestaciones.
Madrid comparte con otras capitales europeas el problema acuciante de la vivienda de alquiler. Precios desorbitados, escasa oferta, casas inmundas o espacios diminutos fueron las dificultades que encontr¨¦ en mi periplo inmobiliario. Por supuesto, no escasean las empresas avispadas que acechan para hacer negocio de la desgracia ajena. La ayuda que encontr¨¦ por parte de la Comunidad de Madrid se redujo a una Bolsa de Vivienda Joven (a la que no puedo optar por no residir en Madrid y no puedo desplazarme cada vez que me llamen para ver un piso que se amolda a mi perfil) y a cuatro anuncios obsoletos de alquiler de habitaciones en el Centro de la Juventud.
Espero que las nuevas ayudas para la vivienda de alquiler aprobadas en Consejo de Ministros se implanten con celeridad y amparen, sin hacer distinci¨®n, a los dos colectivos m¨¢s necesitados: los j¨®venes y los inmigrantes. De lo contrario, el derecho a la vivienda digna seguir¨¢ siendo un privilegio en ciudades como Madrid y muchos ser¨¢n los que (por medio de la papiroflexia) tengan que ubicar sus b¨¢rtulos en casas de cart¨®n.
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