Europa hacia el ma?ana
La Uni¨®n Europea est¨¢ creciendo en el n¨²mero de Estados o naciones que la forman. Europa se est¨¢, por tanto, formando en lo "material", por as¨ª decir, de su ser, que en la realidad de las cosas puede equivaler a geograf¨ªa. Europa, pues, anda decidida hacia su realidad plena, por m¨¢s que sea obligado reconocer que a¨²n falta algo para tal plenitud, pero al llegar a ser ella con efectividad real, y viva por tanto, e incluso antes de ser del todo Europa, ser¨¢ un verdadero ente nacional, y, como tal, tendr¨¢ su pasado -su historia latente y activa- y su presente, que ser¨¢ -que est¨¢ siendo ya- una realidad humana espiritual, diversa pero conjugable, fundamentada en esa tambi¨¦n realidad material que es la geograf¨ªa. ?sta es realidad indudable e indiscutible que afecta siempre a pueblos, naciones, entidades populares; realidad material, si se quiere, pero fundamento marcado de algo espiritual, basado ¨¦ste -y originado al tiempo- en el pasado y tambi¨¦n en el presente -en la historia y en la geograf¨ªa-, ambos, como esencialmente son, con su parte de materia y de esp¨ªritu: tal fundamento es la pol¨ªtica, tanto lo que entendemos por pol¨ªtica nacional como lo que intuimos al hablar de pol¨ªtica internacional o de pol¨ªtica abstracta... Eso que, aqu¨ª y ahora, propongo que se entienda por pol¨ªtica no es otra cosa que el efecto de c¨®mo interprete el ser humano -hombre o mujer hoy d¨ªa- el "nacional", por llamarlo as¨ª, el europeo de hoy y el de ma?ana, que es nuestro caso ahora... de c¨®mo interprete ese hombre, ese ser o ente nacional, ese europeo en ciernes, lo que en el fondo y desde ¨¦l, con actividad firme pero a veces no sentida con la debida franqueza, hace vivir, en lo material y en lo del esp¨ªritu, a toda naci¨®n, a cualquier entidad pol¨ªtica fundamentada en lo humano, a, por tanto, pueblos, "uniones", corporaciones nacionales o internacionales en fases de evoluci¨®n o de creaci¨®n incluso. Eso que hace vivir a tales entidades comunitarias es lo que se suele entender -aunque no llegue a ser suficiente y debidamente algo de extensi¨®n general- por condici¨®n y mentalidad.
Condici¨®n aqu¨ª no es sino esa imposici¨®n que, nacida y fundamentada en lo geogr¨¢fico circunstancial, e inherente por tanto al ser nacional, recae indefectiblemente sobre todo ente nacional. Tal imposici¨®n "hace ser" a este ente nacional de conformidad con la vitalidad influyente de la geograf¨ªa sobre la que se sustenta y que regula en lo material las relaciones de entendimiento del ente nacional con sus semejantes cercanos o remotos. Tales relaciones se resumen en este expresivo vocablo: Comercio... Te¨®ricamente, y en lo pr¨¢ctico tambi¨¦n, hay dos clases de condici¨®n: condici¨®n mar¨ªtima y condici¨®n continental. La geograf¨ªa califica de ese modo. En la condici¨®n continental predomina la tierra en cuanto v¨ªa principal de las relaciones comerciales; en la mar¨ªtima, claro, es el mar, lo oce¨¢nico, el factor dominante en la configuraci¨®n material de esas relaciones de comercio. En toda condici¨®n se refleja con claridad el internacionalismo... Cualquier ente nacional lleva en s¨ª su condici¨®n, pero ¨¦sta -continental o mar¨ªtima- se exterioriza en grados. No cabe pensar en condici¨®n absoluta de ninguna clase, pero s¨ª en condiciones eminentes de un orden y escasas, por tanto, en el otro. Podr¨¢ haber entes nacionales que participen de las dos, pero lo normal ser¨¢ siempre que, aunque no se llegue a la eminencia en todo caso, predomine una sobre otra.
Mentalidad es, naturalmente, la "comprensi¨®n" o el "entendimiento" por parte de los hombres que integran y animan el ente nacional, referidos una y otro a la esencia y a la radicalidad de aquel ser sobre el que la condici¨®n se impone. La mentalidad viene a ser, en consecuencia, una deducci¨®n -en funci¨®n de esa propia esencia- que lleve de inmediato al c¨®mo pensar, y a la larga, al qu¨¦ hacer en el presente y al c¨®mo hacerlo en adelante con la vista puesta en el futuro, tanto en el inmediato como en el ulterior... Estos qu¨¦ y c¨®mo hacer no son sino efectos de lo que normalmente se entiende por pol¨ªtica.
La Uni¨®n Europea puede proclamar ya que tiene condici¨®n, porque la Europa misma la tiene desde que empez¨® a ser Europa en un pasado muy remoto y por lo natural indefinido con par¨¢metros de historia. Esa condici¨®n que Europa puede proclamar con base en el pasado es claramente mar¨ªtima. El grado de su condici¨®n es elevado en direcci¨®n a lo eminente; no es simplemente grado medio, sino que puja hacia lo alto. Digo que la condici¨®n de Europa es mar¨ªtima con fuerte eminencia porque Europa, hoy y siempre -si se contempla su ser geogr¨¢fico desde alturas dominantes-, es una pen¨ªnsula emanante de la forma conjuntada de los tres primeros de los cinco continentes que nos ense?aron en la escuela: Europa, Asia, ?frica. Toda pen¨ªnsula es, por naturaleza, de condici¨®n mar¨ªtima porque es una "cuasi isla". Podr¨¢ decirse que la cualidad peninsular de la Uni¨®n Europea puede ser hoy transitoria en su grado, ya que en su oce¨¢nico litoral quedan pendiente Noruega y algunos Estados balc¨¢nicos, pero, en la realidad pr¨¢ctica influyente, Europa -la Uni¨®n Europea- es sin duda pen¨ªnsula. Lo mar¨ªtimo la envuelve: Atl¨¢ntico y Mediterr¨¢neo son y han sido siempre mares viv¨ªsimos y activos, v¨ªas en todo sentido de la influencia del comercio en la historia y en el hoy que corre. Europa es pen¨ªnsula indiscutible porque lo africano no es, respecto a ella, un "continente" que pudiera, para alguien, calificar de alg¨²n modo de "continental" o cercano a ella su verdadera condici¨®n... La condici¨®n de Europa no es ya, por tanto, la claramente continental que fue la del Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico ni la del semejante Austro-H¨²ngaro, porque ya no hay en la Uni¨®n Europea -en Europa, realmente- "Estados" europeos como los de ayer. Tampoco se puede decir que haya el Estado Europeo. S¨ª se puede decir, empero, que empieza a haber Europa.
?Y la mentalidad? La mentalidad de Europa comprendiendo y entendiendo su condici¨®n, no es posible que vibre todav¨ªa con suficientes tensi¨®n y claridad; tal vez porque la evoluci¨®n precisa ahora de la evoluci¨®n espiritual de los pueblos ha de ser siempre lenta y, sobre todo, consciente y correctamente "dirigida". Naciones europeas hay que son continentales de condici¨®n y cuya mentalidad se habr¨¢ animado hasta ahora acorde con ella. Ahora vendr¨¢ a ser necesario emprender -como corresponda- la maniobra -que podr¨ªase calificar de "hist¨®rica", de "estrat¨¦gica" y de "pol¨ªtica"- que conduzca a adecuar las mentalidades de cada naci¨®n -las sentidas por sus nacionales- orient¨¢ndolas y foment¨¢ndolas en su camino variante hacia la mentalidad -la mar¨ªtima -que corresponde a la condici¨®n de la Uni¨®n Europea, a 1a Europa de hoy y de siempre.
Tal es la labor que tiene por la proa el personaje uno o m¨²ltiple que representa hoy y ha representado siempre el vocablo pol¨ªtico, es decir, aqu¨ª, el pol¨ªtico o los pol¨ªticos europeos, los hombres que ejercen y dirigen lo que entendemos por pol¨ªtica. El pol¨ªtico europeo es tanto uno como varios, pero en el caso en el que se est¨¢ ahora aqu¨ª, el "pol¨ªtico" que ha de hacer la mentalidad del europeo frente a la condici¨®n de su Europa es el conjunto de gobernantes de alg¨²n modo que en cada naci¨®n particular de la nueva "naci¨®n" europea o en parlamentos y organismos oficiales comunitarios ahora, act¨²an en conjunto para hacer a Europa... Esos hombres pol¨ªticos no son ¨²nicamente los hombres de gobierno o cercanos a ¨¦ste, sino tambi¨¦n los intelectuales o europeos influyentes, que con su hacer inteligente pueden orientar el pensamiento de los ya decididamente europeos hacia esa realidad insoslayable de que la condici¨®n mar¨ªtima de Europa impone a los europeos la acertada concepci¨®n del mar, de lo mar¨ªtimo, en cuanto factor elemental decisivo en la vida y en la historia de Europa.
Eliseo ?lvarez-Arenas es almirante de la Armada y miembro de la Real Academia Espa?ola.
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