Gu¨ªa de prohibiciones
Los espectadores no pueden vestir camisetas de marcas rivales de los patrocinadores, ni llevar aparatos musicales, comida o bebida
?Tiene usted una entrada para los Juegos? ?Piensa en pasar una relajada jornada deportiva, sin preocuparse de nada y haciendo gala de los colores de su pa¨ªs? ?Seguro? Entonces, probablemente no haya le¨ªdo el recital de prohibiciones que acompa?an al boleto de entrada al pabell¨®n correspondiente y que har¨¢n de su cerebro una suerte de ordenador antes de que consiga finalmente sentarse en la grada.
?Pensaba usted coger la primera camiseta, visera o mochila que guarda en el armario? Pues olv¨ªdese de la idea. Revuelva entre su ropa hasta encontrar la prenda que firma la misma marca que patrocina los Juegos. ?No la encuentra? Siga buscando u opte por otra neutra, que no haga publicidad de la competencia. A no ser, claro, que quiera arriesgarse a un improvisado streep-tease en la puerta del estadio o, como mal menor, a que le coloquen encima una fant¨¢stica camiseta publicitaria oficial que oculte la deshonrosa marca que luce la suya.
Si para no herir sensibilidades se decide finalmente por vestir alguna de las prendas propias de Atenas 2004, aseg¨²rese de que es un producto original. Muy concienciado con los derechos de autor, el comit¨¦ organizador se muestra muy sensible a las falsificaciones, sobre todo si afectan a la marca que paga.
?Que las horas de espera antes de la competici¨®n se le hacen largas y hab¨ªa pensado en llevar alg¨²n aparato musical para pasar el rato? Pues... ojo. Porque, si ¨¦ste anuncia a alguna de las organizaciones que no tienen los derechos de retransmisi¨®n, se arriesga a que se lo confisquen.
?Que para sustituirlo busca refugio en la comida? No sea rid¨ªculo y recurra a la tartera de la abuela. Si Atenas 2004 se ha molestado en llenar sus instalaciones de restaurantes y bares, sea agradecido y haga gasto. Lo quiera o no, los vigilantes impedir¨¢n que entre en los recintos ol¨ªmpicos con cualquier tipo de comida o bebida, y m¨¢s si le sacan las habichuelas a sus patrocinadores.
?Que, cansado por tanta prohibici¨®n se va a lo f¨¢cil y, simplemente, busca animar a su equipo con una bandera que sea bien visible? Tenga tambi¨¦n cuidado. Muy sensibilizada con los nacionalismos -no vaya a ser que le explote un conflicto diplom¨¢tico-, la organizaci¨®n ha prohibido la exhibici¨®n de banderas que representen a pa¨ªses no participantes. Pero incluso si el suyo ha desfilado en la ceremonia de inauguraci¨®n no se lance ni haga ostentaci¨®n. Las banderas que superan los dos metros por uno son una horterada. Ya se sabe, la discreci¨®n es un gran valor. Ni que decir tiene que las publicaciones, los panfletos y similares que muestren s¨ªmbolos o consignas prohibidas o pretendan publicitar contenidos religiosos, pol¨ªticos, provocativos u obscenos son absolutamente mal vistas.
Si despu¨¦s de todo esto sigue considerando que asistir a los Juegos bien vale el esfuerzo, consu¨¦lese pensando que no ser¨¢ el ¨²nico en padecer el martirio. Todos los lugares y los negocios colindantes a las instalaciones han pasado por la misma limpieza.
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