Diez momentos que definir¨¢n los Juegos

La verdadera grandeza de Michael Phelps no reside en su desaf¨ªo a las siete medallas de Spitz. Es un reto fascinante, con pocas posibilidades de completarlo con ¨¦xito. M¨¢s interesante, por lo que significa de gran noticia para el deporte, es su decisi¨®n de competir con Ian Thorpe en los 200 metros libres, prueba donde el australiano ha sido intocable desde los Juegos de Sydney. Phelps sabe que su margen de posibilidades frente a Thorpe es muy escaso. Su mejor marca personal (1m,45.99 segundos) est¨¢ a casi dos segundos del r¨¦cord del australiano (1m.44,06s). En realidad Phelps no tiene ning¨²n puesto asegurado en el podio. El holand¨¦s Pieter Van den Hoogenband y el australiano Grant Hackett tambi¨¦n tienen mejores marcas, pero Phelps ofrecer¨¢ ese d¨ªa el mejor regalo a la nataci¨®n: ser¨¢ la prueba m¨¢s esperada de todos los tiempos. Y ¨¦l un campe¨®n que no especula, un campe¨®n que se arriesga en contra de los consejos de su entorno, que no le quieren ver derrotado. "No me importa que no sea favorito. Siempre quise nadar contra Thorpe en su carrera predilecta. Para m¨ª es un privilegio participar en la mejor carrera de la historia".

Puede interpretarse como un ejercicio de purificaci¨®n, m¨¢s conveniente ahora que nunca. En una ¨¦poca manchada por el veneno del dopaje y tambi¨¦n por la adulteraci¨®n del deporte, convertido en una maquinaria de proporciones colosales, m¨¢s atenta al dinero que a otra cosa, un deporte sin alma que funciona como cualquier parque tem¨¢tico, en esta ¨¦poca, en fin, conviene recordar los or¨ªgenes. Todo naci¨® a 450 kil¨®metros de Atenas, en los bosques de Olimpia, donde comenzaron a celebrarse los Juegos hace 2.700 a?os. Hac¨ªa all¨¢ partir¨¢ un peque?o grupo de atletas para disputar la final de lanzamiento de peso. Competir¨¢n en el lugar sagrado de Olimpia, despu¨¦s de atravesar el arco sagrado y caminar entre las deterioradas columnas que conduc¨ªan a los viejos h¨¦roes olimpicos a la pista, una simple explanada de tierra en forma de cuadril¨¢tero, de 190 metros de largo, sin gradas a su alrededor. No habr¨¢ publicidad, ni puestos de bebidas para los espectadores, que s¨®lo recibir¨¢n agua de las fuentes que le rodean. All¨ª mujeres y hombres disputar¨¢n las finales de peso. Uno de ellos ser¨¢ el espa?ol Manolo Mart¨ªnez, al que se le han resistido las grandes finales de verano. Quiz¨¢ en Olimpia su suerte cambie.

Un nadador ha surgido para detener a Phelps donde m¨¢s le duele: en la especialidad de mariposa, la predilecta del fen¨®meno de Baltimore. Ian Crocker, 21 a?os, le ha derrotado en los 100 mariposa en los Mundiales de Barcelona y en los recientes trials estadounidenses. En las dos ocasiones ha batido el r¨¦cord del mundo ante la estupefacci¨®n de Phelps, que no encuentra la forma de imponerse a Crocker, m¨¢s r¨¢pido en las salidas y m¨¢s experto en los giros. La carrera se le queda un poco corta a Phelps, que se encontrar¨¢ con la prueba llave en su conquista de las siete medallas de oro. No s¨®lo tendr¨¢ que ganar a Crocker para conseguir el oro, sino que tendr¨¢ que hacerlo para participar en el relevo 4x100 metros estilos, donde Estados Unidos no tiene rival. Los pron¨®sticos dan con favorito a Crocker, un nadador que emigr¨® a Texas desde el destemplado estado de Maine, en la frontera con Canad¨¢. En su estado natal no hab¨ªa una sola piscina de 50 metros.

Ning¨²n atleta ha repetido victoria ol¨ªmpica en la final de 100 metros, aunque Carl Lewis ostenta ese honor con un asterisco. Gan¨® en 1984 y fue segundo en Se¨²l 88. La descalifaci¨®n de Ben Johnson por dopaje le permiti¨® obtener el oro. Pero las revelaciones sobre los casos de fraude encubiertos por la Federaci¨®n Estadounidense de Atletismo ponen esa medalla bajo sospecha. Maurice Greene aspira a convertirse en el primer hombre que cruce primero la l¨ªnea de la victoria. No quiere una medalla con car¨¢cter administrativo. Atenas es su ciudad talism¨¢n. En la capital griega gan¨®, en 1997, su primer t¨ªtulo mundial y en las mismas pistas logr¨®, en 1999, el r¨¦cord del mundo (9,79 segundos). Despu¨¦s de dos a?os de lesiones, ha vuelto a recordar sus mejores d¨ªas. Parec¨ªa indiscutible favorito, pero la imparable progresi¨®n del jamaicano Asafa Powell ha alterado los pron¨®sticos. Powell, un poderoso velocista de s¨®lo 21 a?os, ha derrotado a Greene en las dos ¨²ltimas ocasiones en las que se han enfrentado: Londres y Zurich. El atletismo, que atraviesa momentos turbulentos, recuperar¨¢ todo su esplendor en la final de 100 metros.

Ninguna mujer particip¨® en los Juegos de Atenas en 1896, los primeros de la era moderna. De aquellos d¨ªas permanece inalterable el recuerdo de Spiridon Louis, el cabrero que gan¨® la marat¨®n y, de alguna manera, logr¨® que los Juegos Ol¨ªmpicos cobraran una trascendencia period¨ªstica decisiva. Louis gan¨® la prueba del mensajero Fil¨ªpides, muerto tras recorrer la distancia entre Marat¨®n y Atenas y comunicar a los atenienses la victoria sobre el ej¨¦rcito persa en el siglo V. Esa distancia -42,195 metros- ser¨¢ recorrida por las mujeres en la tarde del domingo 22, bajo un calor aplastante, por un trazado sinuoso, muy exigente. La vieja ruta de Marathon puede coronar a la inglesa Paula Radcliffe, la atleta que ha destrozado todos los r¨¦cords de la distancia con su estilo inquietante. Corre cada metro como si fuera el ¨²ltimo, con una terca expresi¨®n de angustia que produce la compasi¨®n de los aficionados. Valiente como ninguna otra atleta, Paula Radcliffe ha producido multitud de r¨¦cord y victorias para sus rivales, siempre como par¨¢sitos junto a la brit¨¢nica, que indefectiblemente pagaba su falta de velocidad en los ¨²ltimos metros. Eso era antes de que descubriera la marat¨®n, donde su poder¨ªo ha sido insultante en los dos ¨²ltimos a?os. En Atenas, es probable que por fin puede disfrutar de un gran ¨¦xito. No lo tendr¨¢ f¨¢cil. A su alrededor, kenianas, japonesas y et¨ªopes intentar¨¢n seguir su estela. Si alguna resiste, ganar¨¢.

Durante d¨¦cadas la gimnasia estuvo confinada en los autoritarios y fr¨ªos pa¨ªses del Este de Europa, donde el rigor t¨¦cnico y f¨ªsico se combinaba con una disciplina marcial. Lo ¨²ltimo que pod¨ªa esperarse es la revoluci¨®n en forma de una muchacha brasile?a de apenas 1,40, nacida en uno de los barrios m¨¢s pobres de Porto Alegre, sin ning¨²n antecedente que pudiera insinuar el nacimiento de una estrella. Daiana Dos Santos era una ni?a de goma cuando fue detectada por un entrenador que casualmente pasaba por Porto Alegre. At¨®nito ante la capacidad de Dos Santos para dar saltos y giros de toda clase, intent¨® el imposible: convertir aquella bomba de caucho en una gimnasta de primer orden. El resultado se observa ahora. Dos Santos es quiz¨¢ la deportista que m¨¢s expectaci¨®n generar¨¢ en Atenas. Su incre¨ªble potencia, elasticidad y gracia ha sido la noticia de la gimnasia en los dos ¨²ltimos a?os. En los ejercicios sobre el suelo Dos Santos es portentosa: Brasil en su versi¨®n m¨¢s exuberante pasada por el tamiz t¨¦cnico de la escuela del Este, no en vano sus dificultades han sido corregidas por el t¨¦cnico ucraniano Ostapenko, contratado por la federaci¨®n brasile?a despu¨¦s de los Juegos de Sydney.

Al impecable historial de Hicham El Guerruj le falta la pieza m¨¢s codiciada: el t¨ªtulo ol¨ªmpico. Era el mejor en 1996, cuando con apenas 20 a?os comenzaba a dominar las pruebas de mediofondo, pero una ca¨ªda en la final de Atlanta le impidi¨® derrotar al argelino Nurredin Morceli. Cuatro a?os despu¨¦s era el emperador del 1.500, el atleta invencible que estaba destinado a la victoria. Durante los a?os anteriores se hab¨ªa apoyado en las liebres marroqu¨ªes para destrozar a sus adversarios, incapaces de seguir el alt¨ªsimo ritmo de los fieles colaboradores de El Guerruj. En Sydney, se qued¨® sin liebres que le limpiaran la carrera, cuyo dramatismo fue impresionante. En la ¨²ltima recta, el marroqu¨ª no logr¨® despegarse del keniano Noah Ngeny, que le super¨® en los ¨²ltimos metros. Ahora el ¨¦xito ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que nunca. El Guerruj ha dado muestras de debilidad esta temporada, con dos derrotas, una ante Ramzy, el marroqu¨ª instalado en el equipo de Bahrein, y frente al keniano Bernard Lagat, favorito para lograr el t¨ªtulo y destruir el sue?o del campe¨®n marroqu¨ª.

La fecha est¨¢ se?alada. D¨ªa 26. Se juegan los cuartos de final de baloncesto. Lo m¨¢s probable es que Espa?a se haya clasificado entre los cuatro primeros de su grupo. Ese d¨ªa tendr¨¢ que enfrentarse a uno de los cuatro clasificados del otro grupo, entre los que posiblemente figurar¨¢n Estados Unidos, Lituania y Grecia. Ser¨¢ el momento del asalto a las semifinales, a la frontera de la medalla que Espa?a no consigue desde los Juegos de Los ?ngeles 84. Para la generaci¨®n que encabeza Pau Gasol los Juegos de Atenas deber¨ªan convertirse en el escenario que la consagre. Sin duda, es uno de los mejores equipos de baloncesto que ha armado Espa?a. El torneo est¨¢ m¨¢s abierto que nunca. Ni el equipo de Estados Unidos, con Duncan, Iverson y Lebron James, se siente seguro de la victoria. Espa?a tiene una oportunidad m¨¢gn¨ªfica. Pasar¨¢ por resolver el famoso cruce de cuartos de final.

Hace cuatro a?os, en los Juegos de Sydney, Marion Jones era la primera protagonista del deporte mundial. Ten¨ªa todo a favor. Era una atleta simp¨¢tica, sin tics de diva, con una aproximaci¨®n directa, casi ingenua al atletismo. Era un regalo para el atletismo. Corr¨ªa, saltaba y no parec¨ªa cansarse. Quer¨ªa conquistar cinco medallas de oro y superar el n¨²mero de t¨ªtulos de Jesse Owens, ganador de cuatro pruebas en los Juegos de Berl¨ªn 36. Consigui¨® tres de oro, una de plata y una de bronce. Era la reina del atletismo. Cuatro a?os despu¨¦s, es lo m¨¢s parecido a una apestada. Los mismos que la adulaban ahora encabezan una campa?a mundial para apartarla de las pistas. Marion Jones est¨¢ conectada al esc¨¢ndalo Balco, el laboratorio de California que produc¨ªa el anabolizante THG, indetectable hasta el pasado a?o. A ra¨ªz de la investigaci¨®n ordenada por el Senado, varios de los mejores atletas estadounidenses, todos ellos relacionados con Balco, han sido suspendidos por dopaje. Entre ellos figura Tim Montgomery, plusmarquista mundial de 100 metros y marido de Jones. La presi¨®n sobre ella es brutal. Nunca ha dado positivo, pero su ex marido, el lanzador de peso C.J. Hunter, la ha acusado de doparse. De repente, la atleta m¨¢s famosa del mundo es rechazada en las grandes competiciones de verano. En Atenas s¨®lo participar¨¢ en el salto de longitud, la prueba que m¨¢s frustraciones le ha producido. No ser¨¢ la favorita, ni tendr¨¢ el apoyo del p¨²blico. Marion Jones est¨¢ sola.

Kenenisa Bekele, el et¨ªope de apenas 1,60 que ha sucedido al formidable Gebreselasie, tiene una espina que sacarse. En los Mundiales de Par¨ªs corri¨® la prueba de 5.000 metros para demostrar no s¨®lo su autoridad, sino para derrotar a Hicham El Guerruj. No cont¨® con un muchacho keniano, casi desconocido, que venci¨® a los dos astros en el ¨²ltimo metro. Se llamaba Eliud Kipchoge, el ¨²ltimo de la incombustible raza de campeones surgida en los alrededores del lago Victoria. Desde entonces, Bekele ha conquistado dos r¨¦cords del mundo, el de 5.000 y el de 10.000, en el plazo de dos semanas. No ten¨ªa previsto correr la carrera de 5.000 en Atenas, pero el gobierno et¨ªope le ha aconsejado hacerlo. Ser¨¢ el favorito. Con su descomunal fuerza y la m¨¢s eficaz de las zancadas, Bekele parece ajeno al sufrimiento del atleta. Es un superdotado, lo mismo que Kipchoge, cuya victoria en Par¨ªs no le ha sacado del anonimato. Si vence en Atenas ser¨¢ otra cosa: habr¨¢ vencido a Bekele y tendr¨¢ derecho a proclamarse el mejor del mundo.