Los cohetes surafricanos queman a Phelps
El equipo estadounidense fracasa en la final de 4x100 metros libres y frustra el sue?o de su estrella de superar a Spitz
El sue?o de Michael Phelps se quebr¨® pronto, en la segunda jornada, destrozado por el arrollador despliegue de cuatro surafricanos que pasar¨¢n a la historia de la nataci¨®n. Son Roland Schoeman, Lyndon Ferns, Darien Townsend y Ryk Neethling. Su haza?a es memorable. En medio de unas condiciones tempestuosas, ellos fueron m¨¢s tempestuosos que los elementos. Ni el viento ni el ligero fr¨ªo que sorprendentemente se apoder¨® de la piscina ol¨ªmpica pudieron con su imponente demostraci¨®n de clase, energ¨ªa y determinaci¨®n. Ganaron la final de 4x100 metros libres con la contundencia de un mazo. Detr¨¢s de los africanos, todos parecieron alevines, excepto el gran Pieter van den Hoogenband, autor de la plata que conquist¨® Holanda. ?ltimo relevista de su equipo, cubri¨® los 100 metros en 46,79 segundos, un segundo por debajo de su r¨¦cord mundial. Naturalmente, no se le contabilizar¨¢ porque se trataba de una salida lanzada, pero Van den Hoogenband se anuncia seguro ganador en la final de los 100 metros. Phelps se encontr¨® en medio de un drama que le super¨®. Supo muy pronto que no alcanzar¨ªa la medalla de oro. Fracas¨® Crocker en el primer relevo y no hubo modo ni manera de levantar el partido.
Detr¨¢s de los africanos, todos fueron alevines excepto el gran Van den Hoogenband
El huevo de la serpiente se instal¨® en un conjunto norteamericano francamente dividido
Se esperaba una reedici¨®n del duelo que mantuvieron Estados Unidos y Australia hace cuatro a?os. En Sidney fue el momento culminante de la rivalidad que mantienen las dos m¨¢ximas potencias de la nataci¨®n. El arrogante Gary Hall dijo que aplastar¨ªan a los australianos como guitarras. Los australianos tocaron sus guitarras imaginarias tras la carrera entre el entusiasmo de su afici¨®n. Vencieron a los norteamericanos, lo que no era poca cosa. Ning¨²n equipo lo hab¨ªa conseguido jam¨¢s en los Juegos Ol¨ªmpicos. Hall dijo que habr¨ªa revancha en Atenas. Fue la revancha m¨¢s penosa que se conoce. Estados Unidos se impuso a Australia, al equipo de Ian Thorpe y Michael Klim, pero eso no le sirvi¨® para ganar la prueba. Ni tan siquiera para lograr el segundo puesto. Y Hall no estaba en el equipo.
Hall ha sido el buque insignia de los velocistas norteamericanos desde 1996. Hijo de una leyenda de la nataci¨®n -su padre particip¨® en tres ediciones de los Juegos y mantuvo una dura rivalidad con Mark Spitz-, ha hecho todo lo posible por destruir el esp¨ªritu de equipo de los norteamericanos. Caprichoso, arrogante y bocazas, ha dedicado las ¨²ltimas semanas a meterse en todos los charcos. Primero se ensa?¨® con Marion Jones y luego la tom¨® con Phelps. Todo, porque Phelps no particip¨® en la prueba de los 100 metros en los campeonatos de Estados Unidos, que este a?o serv¨ªan para determinar el equipo que acudir¨ªa a Atenas. Phelps hab¨ªa conseguido en marzo un registro de 49,05 segundos, el segundo del r¨¢nking norteamericano. Consider¨® que era suficiente para ser incluido en el equipo de relevos. S¨®lo Jason Lezak super¨® ese tiempo en los campeonatos nacionales. Pero Hall comenz¨® a pregonar que Phelps no hab¨ªa participado en la carrera y que no ten¨ªa derecho a ser incluido en el equipo de 4x100 metros libres. La pol¨¦mica ha sido constante durante el ¨²ltimo mes y, sin duda, ha debilitado al grupo.
Una discreta actuaci¨®n matinal termin¨® con las dudas. Estados Unidos fue vapuleado por los surafricanos en la serie que les enfrent¨® y a Eddie Reese, entrenador de los norteamericanos, no tuvo m¨¢s remedio que tirar de Phelps. Pero el huevo de la serpiente ya estaba instalado en un equipo francamente dividido. "Han hecho todo lo contrario que nosotros. Ellos se han peleado y nosotros hemos dedicado los ¨²ltimos meses a trabajar sin fisuras", declar¨® Neethling, uno de los h¨¦roes surafricanos. Hall no particip¨® en la final. No convenci¨® en su actuaci¨®n matinal y se qued¨® sin sitio. Pero con ¨¦l o sin ¨¦l, con Phelps o sin Phelps, no habr¨ªan derrotado a los surafricanos.
No fue una sorpresa. Sur¨¢frica siempre ha sido una gran potencia de la nataci¨®n mundial. Legendarios como Karen Muir o Jonty Skinter, el primer hombre que baj¨® de los 50 segundos en los 100 metros libres, pagaron la pol¨ªtica de segregaci¨®n de los Gobiernos racistas en los a?os 60 y 70. No pudieron participar en los Juegos de 1968 (Muir) y 1976 (Skinter), pero su legado fue recogido por la extraordinaria Pen¨¦lope Heyns, doble campeona ol¨ªmpica de las pruebas de braza en 1996. En Atenas ha sido el momento de cuatro fenomenales velocistas, veteranos en el gran circo de la nataci¨®n. Tres -Neethling, Schoeman y Ferns- han seguido la vieja ruta norteamericana. Enrolados en la Universidad de Arizona, se han convertido en figuras de la prueba m¨¢s prestigiosa de la nataci¨®n. Este a?o, Schoeman, de 24 a?os, ten¨ªa la segunda mejor marca del mundo: 48,20 segundos. Neethling era el quinto, con 48,76 segundos. El mejor registro de Ferns es 48,99 segundos (2003). ?C¨®mo no iban a ser los favoritos! S¨®lo un estadounidense hab¨ªa bajado de los 49 segundos este a?o. Era Jason Lezak. Demasiado poco frente a unos rivales afilados como cuchillos. El resultado lo dej¨® claro. Sur¨¢frica (3m 13,17s) sac¨® un segundo y medio de ventaja a los norteamericanos. Una eternidad, la que sepultar¨¢ el sue?o dorado de Phelps.
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