El Papa congrega a 300.000 personas en su misa en Lourdes
Juan Pablo II insta a los fieles a luchar contra el aborto y destaca la misi¨®n social de la mujer
Juan Pablo II musit¨® unas palabras en polaco: "Pomorzie mi", ayudadme. Jadeaba, no pod¨ªa continuar. Le acercaron un vaso de papel lleno de agua al altar y el Papa bebi¨® penosamente. "Tengo que llegar hasta el final", dijo luego como para s¨ª mismo, tambi¨¦n en polaco. Y sigui¨® oficiando la misa ante una formidable multitud congregada junto al santuario de Lourdes, unas 300.000 personas, entre ellas miles de enfermos e inv¨¢lidos.
Poco a poco, el Pont¨ªfice recuper¨® el aliento y logr¨® llegar al final de la ceremonia. En la homil¨ªa pidi¨® que se luchara contra el aborto e inst¨® a las mujeres a ser "centinelas de lo invisible".
La gran concentraci¨®n cat¨®lica en Lourdes, en el d¨ªa de la Asunci¨®n, comenz¨® antes del amanecer. Una riada humana descend¨ªa ya a las cinco de la madrugada hacia la explanada y la pradera contiguas a la gruta de los milagros. Filas interminables de sillas de ruedas buscaban acomodo frente al altar de campa?a y sonaban los primeros coros religiosos. Horas despu¨¦s, a las diez, cuando lleg¨® Juan Pablo II desde la cercana residencia-hospital donde se alojaba, la muchedumbre desbordaba la explanada, con una capacidad estimada en 150.000 personas, y se extend¨ªa por los alrededores: laderas, caminos y calles estaban llenas.
El Papa comenz¨® su homil¨ªa con la frase en dialecto local que la aparici¨®n de Mar¨ªa dirigi¨® a la peque?a Bernadette Soubirous, seg¨²n la tradici¨®n cat¨®lica: "Que soy era Inmaculada Councepciou", soy la Inmaculada Concepci¨®n. Su mensaje se dirigi¨®, sobre todo, a las mujeres, a los j¨®venes y a los enfermos, "venidos al lugar bendito en busca de alivio y esperanza". Y glos¨® el dogma de la Inmaculada Concepci¨®n, que establece que Mar¨ªa naci¨® sin pecado original "por una gracia singular de Dios".
Ese dogma, criticado por algunos te¨®logos, es considerado insuficiente por los sectores m¨¢s marianistas de la Iglesia, en los que se alinea el propio Juan Pablo II. Cuando era obispo de Cracovia, Karol Wojtyla sol¨ªa definir a Mar¨ªa como "corredentora" e incluso "cocreadora", situ¨¢ndola a la misma altura de Dios.
Dos semanas despu¨¦s de que la Congregaci¨®n para la Defensa de la Fe, dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger, emitiera un documento sobre la mujer en la Iglesia, el Papa retom¨® el asunto y habl¨® de "la particular misi¨®n que espera a la mujer en nuestros tiempos, tentados por el secularismo y el materialismo: ser en la sociedad de hoy testimonios de aquellos valores esenciales que se ven solamente con los ojos del coraz¨®n". "A vosotras, mujeres, corresponde la tarea de ser centinelas de lo invisible", dijo.
El Pont¨ªfice a?adi¨® un mensaje antiabortista: "Haced todo cuanto est¨¦ en vuestra mano para que la vida, toda la vida, sea respetada desde la concepci¨®n hasta el fin natural; la vida es un don natural, del que nadie puede proclamarse due?o".
Fue una homil¨ªa le¨ªda con gran dificultad, ente jadeos y con largas interrupciones. Eran muy perceptibles los s¨ªntomas del mal de Parkinson en el Papa, que ya el d¨ªa anterior estuvo a punto de desplomarse al intentar ponerse de rodillas ante la gruta. Ayer, cuando no pudo m¨¢s, pidi¨® ayuda en polaco, y un sorbo de agua y una breve pausa, subrayada como todas las dem¨¢s por un estruendo de aplausos, le permitieron continuar.
Juan Pablo II almorz¨® tras la misa con miembros de la Conferencia Episcopal francesa y fue despedido por una delegaci¨®n del Gobierno. Antes de abandonar Lourdes y regresar a su residencia veraniega de Castelgandolfo volvi¨® a recogerse en solitario ante la gruta de la Virgen, sentado esta vez, para rezar.
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