Da gusto verlo
La gente de mi generaci¨®n tiene una deuda de gratitud con Manolo Mart¨ªnez. Pertenezco a ese conjunto de espa?oles que fueron educados bajo la premisa de que, tal y como se encarg¨® de recordar Fraga a trav¨¦s de una exitosa campa?a publicitaria, Espa?a era diferente. Esta diferencia se reforzaba en la conciencia popular a trav¨¦s de la transmisi¨®n de diferentes t¨®picos. ?Qu¨¦ espa?ol de m¨¢s de 50 a?os ha podido olvidar aquello de que el espa?ol era un pueblo incapaz de vivir en democracia porque necesitaba mano dura? ?Cu¨¢ntas veces o¨ªmos los nacidos en las d¨¦cadas de los 40 y los 50 eso de que Europa ni nos iba ni nos ven¨ªa o, m¨¢s bien, se nos iba y no nos ven¨ªa, pero que no deb¨ªa importarnos? Al fin y al cabo, ¨¦ramos diferentes y, por qu¨¦ no, mejores en la mayor¨ªa de las cosas. La transici¨®n nos descubri¨® no s¨®lo compatibles, sino deseosos de democracia. Y en Europa, pocos a?os despu¨¦s, encontramos a los nuestros.
En el mundo deportivo tambi¨¦n circularon esos t¨®picos. Algunos de ellos han llegado hasta nuestros d¨ªas. Mundial tras Mundial, Eurocopa tras Eurocopa. Nuestra selecci¨®n de f¨²tbol cae, para muchos, porque se olvida de aquello que nos hizo diferentes -la garra, la furia- y los espa?oles esperamos, en vano, que alguien vuelva a gritar aquello de "a m¨ª el pelot¨®n, Sabino, que los arrollo". El atletismo no se olvid¨® de esa pasi¨®n por estos hechos diferenciales que poblaron, tambi¨¦n, mi adolescencia. En este caso, excepcionalmente, se trataba de una constataci¨®n negativa: los espa?oles no pod¨ªamos tener buenos lanzadores. Bien es verdad que la culpa no era nuestra. Era pura y simplemente un problema biol¨®gico. Nuestra raza, tan generosamente dotada para casi todo, no daba la talla. Correr y saltar, bueno, pero para lanzar hac¨ªan falta m¨¢s cent¨ªmetros y m¨¢s kilos. Era un t¨®pico que, como los anteriores, tambi¨¦n hizo fortuna. Y eso que Miguel de la Quadra Salcedo fue capaz de lanzar la jabalina m¨¢s lejos que nadie en el mundo, aunque su marca nunca fuera homologada por la IAAF porque sac¨® el dardo desde la cadera, al estilo de la denominada barra vasca; de forma diferente, vamos. Hizo fortuna a pesar de los esfuerzos y de los ¨¦xitos de gente como Alberto D¨ªaz de la G¨¢ndara en peso, Sinesio Garrach¨®n en disco, Carlos de Andr¨¦s en jabalina o Jos¨¦ Alc¨¢ntara en martillo, por mencionar s¨®lo a algunos.
Tuvo que aparecer Manolo Mart¨ªnez, un leon¨¦s, para que, esta vez tambi¨¦n, el t¨®pico desapareciera para siempre. De repente, los espa?oles tuvimos un lanzador de peso en la ¨¦lite mundial. Capaz de ganar medallas en los grandes campeonatos internacionales, de codearse con esos gigantes que desplazan velozmente sus m¨¢s de cien kilos para enviar la bola por encima de los veinte metros. En fin, que Manolo demostr¨® que tampoco en eso ¨¦ramos diferentes. Y por ello muchos como yo le estamos agradecidos.
Hoy [ayer] lo ha vuelto a hacer. Dir¨¢n los que identifican ¨¦xito con medallas que no ha podido subir al podio. Olvidan que, por segunda vez consecutiva, Manolo Mart¨ªnez ha alcanzado un diploma ol¨ªmpico. Ha estado entre los ocho mejores del mundo en unos Juegos Ol¨ªmpicos. Fue sexto en Sidney. Ha sido cuarto en Atenas -ese puesto meritorio e insuficientemente apreciado al que parecen haberse abonado los deportistas espa?oles en estos Juegos.
Yo le miro y veo a un joven espa?ol y europeo. Le escucho y reconozco a una persona culta, educada en la democracia. Esta tarde [la de ayer] he seguido con pasi¨®n a un excelente lanzador de peso. Y, qu¨¦ quieren que les diga, da gusto verlo.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba es portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso.
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