Carrusel de inv¨¢lidos para el triunfo
Se mor¨ªa de pie el primero, derrumbado varias veces a las primeras de cambio, pas¨® por las m¨¢gicas manos de Ponce para que la faena quedara convertida en algo intrascendente. Tanta ruina de toro era, que le bast¨® un pinchazo para morir.
El burraco cuarto, casi necesitado de silla de ruedas, cay¨® rendido como hipnotizado en la muleta de Ponce. Superioridad manifiesta para convertir la faena en un juego que roz¨® el drama cuando Ponce, confiado al m¨¢ximo, fue cogido por el pecho. No pas¨® nada. El segundo de la tarde todo lo tuvo bueno: fijeza, calidad y muy noble. Tambi¨¦n una m¨¢quina de embestir, pero bien engrasada. El Califa mont¨® una faena de metraje largo, pero las cualidades del toro superaron las del torero. Sin clase y top¨®n su segundo, lo acorral¨® El Califa con la muleta. De cerca, sortenado alg¨²n achuch¨®n, fue todo como un mon¨®logo, en el que el toro apenas participaba. Al final, incluso se desatendi¨®. La estocada fulminante le dio lustre especial a la faena.
Ib¨¢?ez / Ponce, Califa, Manzanares
Toros de Nazario Ib¨¢?ez, desiguales y sin fuerzas. Enrique Ponce: saludos, y dos orejas. El Califa: oreja, y dos orejas. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: oreja, y oreja. Plaza de X¨¤tiva, 18 de agosto. 2? de feria. Media entrada.
Picado en terreno de toriles, y aquerenciado all¨ª, el primero de Manzanares. De juego muy soso, anodino, no fue rival para su matador. Robados los muletazos uno a uno, la cosa no pas¨® de ser un tr¨¢mite. El sobrero que cerr¨® la corrida fue otro inv¨¢lido. En ¨¦ste, Manzanares fue haciendo poco a poco la faena. Comenz¨® con dudas, tanteando al toro. En faena de menos a m¨¢s, acab¨® muy bien pintada sobre la mano izquierda. Dos series de naturales, tiradas con algo de ventajas, tuvieron clase.
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