Bekele contra 'Gebre'
Chema Mart¨ªnez aspira a terminar entre los ocho primeros en la carrera en que se producir¨¢ el traspaso de poderes entre los dos et¨ªopes
Haile Gebrselassie ceder¨¢ esta noche su corona ol¨ªmpica en los 10.000 metros a su heredero y compatriota Kenenisa Bekele en la que promete ser una de las carreras m¨¢s hermosas de los Juegos y un espa?ol de cr¨¢neo rasurado, boca feliz y larga zancada, Chema Mart¨ªnez, andar¨¢ por all¨ª. Gebre, campe¨®n ol¨ªmpico en Atlanta 96 y Sidney 2000, parece resignado a no lograr el triplete y, ligeramente lesionado, ha dudado hasta ¨²ltima hora sobre su participaci¨®n. Pero participar¨¢, aunque sepa que no puede con Bekele, empujado por su gran fervor patri¨®tico: para lograr junto a Sihine y ¨¦l un extraordinario triplete et¨ªope en el podio.
Si la presumible falta de emoci¨®n sobre el desenlace no le quitar¨¢ grandeza a la prueba de fondo, su presumible papel de comparsa tampoco le quita las ganas de participar a Mart¨ªnez. Antes al contrario. Luismi Berlanas, que es un rom¨¢ntico de los 3.000 metros obst¨¢culos y cree en el valor de los s¨ªmbolos, se ha comprado una de las pulseras amarillas de a un euro la unidad de la fundaci¨®n de Lance Armstrong -"para ver si me transmite su fuerza"- y calza unas zapatillas espectaculares, verde fosforito y amarillo, con una m¨ªnima bandera keniana en el tal¨®n -"si no puedes con ellos, hazte uno de ellos"-, pero Mart¨ªnez, que tambi¨¦n es un rom¨¢ntico, se ha dejado guiar por el lado pr¨¢ctico en su intento de asimilarse a los grandes africanos y se ha pasado tres meses durmiendo once horas diarias, de diez de la noche a nueve de la ma?ana, en una altura simulada de 3.200 metros, en una tienda de campa?a sobre la cama de su piso madrile?o y con unas bombas que le robaban ox¨ªgeno. "Y eso me ha valido", dice el campe¨®n de Europa de los 10.000, reci¨¦n instalado en la Villa Ol¨ªmpica, "para dos cosas: una, poder entrenarme mejor que nunca y presentarme aqu¨ª en la mejor forma de mi vida; dos, quitarme el sombrero y elevar a mi mujer a los altares por lo que me ha aguantado".
El madrile?o ha dormido tres meses en una tienda de campa?a con bombas que le robaban ox¨ªgeno
Dos d¨ªas despu¨¦s de fracasar, en febrero pasado, en su intento de lograr una plaza en la prueba de marat¨®n, Mart¨ªnez se hab¨ªa olvidado de la frustraci¨®n. "La depresi¨®n me dur¨® el viaje de avi¨®n de Tokio a Madrid", dice; "despu¨¦s, a los dos d¨ªas, tuve que acompa?ar a mi mujer al hospital, donde dio a luz a Paula, y desde entonces s¨®lo he pensado en los 10.000. A m¨ª me caracteriza el optimismo y, como soy campe¨®n de Europa, enseguida me plante¨¦ el nuevo desaf¨ªo. Me apetece correr otra vez entre africanos, intentar ser el primer europeo e incluso buscar la sorpresa. Soy el n¨²mero uno de Europa este a?o en los 3.000 metros, tengo 32 y sigo mejorando en las pruebas cortas. En los Campeonatos de Espa?a dobl¨¦ a todos en los 10.000...".
Probablemente, si la carrera de esta noche se parece a la de los Mundiales de Par¨ªs 2003, aquella extraordinaria demostraci¨®n, aquel duelo cerrado en el que Bekele, de 22 a?os, derrot¨® por primera vez en competici¨®n oficial a Gebre, nueve a?os mayor que ¨¦l, bajando los dos largamente de los 27 minutos, corriendo los segundos 5.000 metros en menos de 13, Mart¨ªnez, aunque consiga la mejor marca de su vida, parecer¨¢ como mucho una pieza m¨¢s del decorado. Pero eso no es lo que piensa. No es a eso a lo que se resigna el madrile?o. Optimista, prefiere so?ar.
"Es una prueba complicada", explica; "llego en el mejor momento de mi vida a competir junto a los mejores fonditas de la historia, Gebre y Bekele. Tendr¨¦ que hilar fino porque no me conformar¨¦ con la t¨ªpica carrera de menos a m¨¢s para acabar el octavo. Y para ello tendr¨¦ que encontrar el equilibrio a la hora de los primeros ataques y no dejarme romper por los tirones bruscos. Mi ilusi¨®n es llegar junto a los africanos hasta el noveno kil¨®metro, hasta que llegue el tir¨®n verdadero".
Y entonces seguir¨ªa so?ando Mart¨ªnez, ver¨¢ hasta d¨®nde le puede llevar su trabajo, su c¨¢mara hipob¨¢rica, sus sacrificios, su poca adaptaci¨®n a correr a las once de la noche, ¨¦l que se acuesta siempre a las diez, sus sensaciones y sus tests. "Estoy m¨¢s r¨¢pido que nunca. Soy capaz de hacer el ¨²ltimo kil¨®metros en 2m 32s y la ¨²ltima vuelta en menos de un minuto. Y no tengo ning¨²n complejo, ning¨²n miedo", insiste.
Y, en una carrera de final directa, 24 atletas en el tart¨¢n flamante del estadio Ol¨ªmpico, bajo la c¨²pula de Calatrava, Mart¨ªnez se dar¨¢ por satisfecho si termina entre los ocho primeros, con un diploma ol¨ªmpico; si termina como el primer hombre blanco. Si asiste de cerca al esperado gran traspaso de poderes entre dos et¨ªopes, entre el m¨¢s grande de la historia y el hombre que heredar¨¢ el t¨ªtulo.
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