La amplia mirada de Jorge Sempr¨²n
A sus 80 a?os, se le acumulan los homenajes. El escritor recibe hoy la medalla de honor de la Men¨¦ndez Pelayo.
Si la lengua es como un hogar, quiz¨¢ Jorge Sempr¨²n (Madrid, 1923) haya vuelto a casa. Le agrada reconocerse m¨¢s joven escribiendo en castellano, como en Veinte a?os y un d¨ªa, su ¨²ltima novela, la ¨²nica en esta lengua. El escritor ha regresado al territorio de los est¨ªos de su infancia, al Santander donde veraneara con su familia, antes de partir al exilio en Francia en 1939. Hoy recibir¨¢ la medalla de honor de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en la que esta semana ha impartido un curso sobre su escritura.
Durante a?os, tras su paso por el campo de concentraci¨®n de Buchenwald (del que sali¨® en 1945), Sempr¨²n no pudo coger la pluma. "Intent¨¦ escribir en el 45, pero mantenerme en esa memoria era condenarme al suicidio", afirma. De ah¨ª la distancia entre la experiencia (1943-1945) y el relato de la experiencia (1994). Un relato que "quiz¨¢ sea interminable. Yo lo doy por terminado, pero podr¨ªa surgir un recuerdo, la opini¨®n de alguien o un art¨ªculo sobre todo aquello que no sea fiel a lo que pas¨®, y que me mueva a volver sobre ese tiempo".
A pesar de haber escrito siempre en tono autobiogr¨¢fico, nada se sabe de su vida privada. Ni de la de ¨¦l, ni de la de Federico S¨¢nchez, su seud¨®nimo durante la lucha clandestina contra la dictadura franquista. En el curso que ha impartido esta semana ha dedicado una hora cada d¨ªa a hablar de una de sus obras y m¨¢s de dos horas a contestar las preguntas de los alumnos. Ni siquiera tras ese interrogatorio ha desvelado su intimidad. Conserva un hermetismo en lo ¨ªntimo que contrasta con su receptividad hacia lo p¨²blico. Alguien que escribe en pret¨¦rito, pero mantiene los pies sobre un presente continuo, y que presta una atenci¨®n constante a las generaciones futuras. "Los j¨®venes son muy exigentes con sus antepasados. Mis nietos me dicen que los de mi generaci¨®n tuvimos 'suerte', que ya no se puede ser un h¨¦roe. Quiz¨¢ en estos d¨ªas quede algo parecido al hero¨ªsmo en la acci¨®n humanitaria. Un sustituto, una metadona del hero¨ªsmo".
A Sempr¨²n le preocupa la Europa en la que vivir¨¢n sus nietos: "Me parece triste lo que est¨¢ pasando con la Constituci¨®n europea. Est¨¢ lejos de ser perfecta, pero es un enorme paso adelante. Ya no hay grandes l¨ªderes europeos, como Helmut Kohl, Felipe Gonz¨¢lez o Konrad Adenauer. Hay falta de ilusi¨®n y de imaginaci¨®n. Cuando termina una reuni¨®n europea, nuestros l¨ªderes vuelven a casa diciendo 'hemos defendido los intereses de Espa?a'. ?Y qu¨¦ pasa con los intereses de Europa?".
Sin embargo, se muestra m¨¢s optimista respecto a Espa?a que a Francia, donde reside: "La sociedad espa?ola es m¨¢s vital que la francesa. Los franceses se enfrentan ahora a problemas con los que Espa?a lleva bregando siglos, como la cuesti¨®n orteguiana del 'ser de Espa?a'. ?Qu¨¦ es ser franc¨¦s? Hace a?os, los franceses no se hubieran hecho esta pregunta".
Sempr¨²n, que fue ministro de Cultura con el PSOE entre 1988 y 1991, sit¨²a a Espa?a a la altura de Francia. "El soporte de la cultura espa?ola es el idioma", afirma. "El espa?ol es un idioma universal. Pronto ser¨¢ obligatorio en los sistemas de ense?anza de Estados Unidos. Pedro Almod¨®var, por ejemplo, es un dios en el extranjero. La literatura ensay¨ªstica espa?ola supera en muchos casos a la de sus vecinos". Pero Sempr¨²n matiza: "En Espa?a, al contrario que en Francia, hay una menor atenci¨®n sistem¨¢tica del Estado hacia la cultura. El Gobierno de Aznar suprimi¨® el Ministerio de Cultura, algo quiz¨¢ simb¨®lico. Vamos a ver qu¨¦ pasa ahora con la nueva ministra".
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