Cubitos de hielo bajo la gorra

Los pistards brit¨¢nicos, muy sofisticados, llevaban semanas prepar¨¢ndose para el calor que esperaban que les cocer¨ªa en el vel¨®dromo de Atenas. Hac¨ªan rodillo en una peque?a sala con calefactores el¨¦ctricos en el techo. Despu¨¦s, antes de saltar a la pista, se sentaban en una silla fr¨ªa como las que usan los bomberos para bajar la temperatura a los quemados. Luego de los entrenamientos, para relajarse y enfriarse, tomaban ba?os de cubitos de hielo como botellas de cava. Pero llegaron a la capital griega y se encontraron con que el vel¨®dromo, cubierto por Calatrava, tiene techo, pero no paredes; est¨¢ abierto a los cuatro vientos, y de calor, nada. Fue una preparaci¨®n cient¨ªfica para el calor que choc¨® con una realidad inesperada.

La de Juan Manuel Molina, aquel joven de Cieza (Murcia) que gan¨® el bronce en los Europeos de M¨²nich, ha sido una preparaci¨®n intuitiva que le ha ido de perlas, pura inspiraci¨®n sin aclimataci¨®n que cuadr¨® perfectamente con las condiciones de la ardiente ma?ana ateniense: sol de fuego, 27 grados a las nueve de la ma?ana, 43% de humedad.

"Si ya cuando sal¨ª a soltar las piernas, a las cinco y media, a¨²n amaneciendo, ya hac¨ªa calor...", cuenta Molina, feliz con su quinto puesto en los 20 kil¨®metros marcha dos a?os despu¨¦s del tercero muniqu¨¦s, un a?o despu¨¦s de pasarse varios meses sin poder moverse apenas por culpa de una grave lesi¨®n: una fractura de fatiga en la pelvis. "He quedado quinto. Pero, si yo fuera uno de los cuatro primeros, no me distraer¨ªa mucho, porque voy a por ellos en el futuro".

Tambi¨¦n la felicidad le llegaba al murciano de la tierra del melocot¨®n porque su t¨¢ctica de aproximaci¨®n al calor, un m¨¦todo perge?ado a medias con su entrenador, Jos¨¦ Antonio Carrillo, y que llevaba la contraria al sentido com¨²n, hab¨ªa tenido ¨¦xito.

"La primera decisi¨®n buena", relata Molina, "fue alargar hasta el lunes pasado, hasta hace cuatro d¨ªas como quien dice, la estancia en altitud, en los 1.800 metros de Font Romeu, en el Pirineo. All¨ª nos entren¨¢bamos a 20 grados como m¨¢ximo y est¨¢bamos fresquitos, bien. Tambi¨¦n estaban el polaco Korzeniowski y 20 marchadores m¨¢s, pero se bajaron 15 d¨ªas antes para aclimatarse al calor, dijeron. Nosotros, no; nosotros ten¨ªamos preparado otro invento para Atenas, un invento que estamos pensando patentar".

Cuando al calor se le suma la humedad, el cuerpo no da abasto para producir el sudor que enfr¨ªe la piel durante el ejercicio intenso. As¨ª, muchos deportistas, bajo el sol, alcanzan los 40 grados de temperatura corporal. Su rendimiento se resiente y el temible golpe de calor se acerca. Molina combati¨® el problema con dos gorras impermeables y varias bolsas de hielo. "A cada vuelta al circuito, mi entrenador me preparaba una gorra con una bolsa de hielo dentro. Yo la cog¨ªa y le dejaba la usada para que la preparara con hielos nuevos. Tambi¨¦n cog¨ªa una esponja para refrescarme la cara y los brazos y una botell¨ªn de agua para beber", comenta; "lo del hielo fue perfecto. En pocos segundos comenzaba a deshacerse y a caerme por la espalda hasta el pubis. Un chorrito fr¨ªo ideal".