Par¨ªs rinde homenaje a sus libertadores espa?oles
Llu¨ªs Royo, el ¨²ltimo de los 3.500 republicanos que participaron en la Divisi¨®n Leclerc, condecorado con la Legi¨®n de Honor
"?Par¨ªs!, Par¨ªs ultrajado, Par¨ªs roto, Par¨ªs martirizado, pero tambi¨¦n Par¨ªs liberado, liberado por s¨ª mismo, liberado por su pueblo con la ayuda del Ej¨¦rcito franc¨¦s, con el apoyo de toda Francia, de la Francia que lucha, la ¨²nica Francia, la aut¨¦ntica Francia, la Francia eterna". Son las palabras pronunciadas por el general Charles de Gaulle hace 60 a?os, el 25 de agosto, desde el balc¨®n del Ayuntamiento de la capital francesa. Celebraba la liberaci¨®n de la ciudad pero tambi¨¦n intentaba darle un sentido hist¨®rico. De Gaulle reconoc¨ªa el papel jugado por la Resistencia interior, es decir, por grupos sobre los que ¨¦l ejerc¨ªa un control muy relativo, al tiempo que procuraba reforzar el aspecto estrictamente nacional de la gesta. Par¨ªs se libera sin ayuda de nadie. La presencia de tropas estadounidenses, canadienses o brit¨¢nicas, desembarcadas en Normand¨ªa desde el 6 de junio, o de los 300.000 soldados franceses procedentes del Ej¨¦rcito colonial y que, con la ayuda aliada, avanzaban desde Provenza a partir del 15 de agosto, es olvidada por De Gaulle.
"Todo el miedo posible ya lo hab¨ªa gastado durante la batalla del Ebro, en la trinchera"
"Algunos de mis colegas participaron en la tentativa guerrillera del Valle de Ar¨¢n"
Los parisienses que el d¨ªa 24 de agosto ocupaban el Ayuntamiento salieron a recibir tres blindados que, a las 21.22, hab¨ªan ocupado la plaza delante del edificio. Eran los liberadores llegados del exterior, los que iban a garantizar el ¨¦xito de la rebeli¨®n parisiense comenzada el d¨ªa 10 a trav¨¦s de una huelga de ferroviarios, a la que se sum¨® la polic¨ªa y, un d¨ªa despu¨¦s, los empleados de correos. "Cre¨ªamos que eran americanos. Hablaban mal el franc¨¦s pero resultaron ser espa?oles, los republicanos espa?oles de la Divisi¨®n Leclerc", explica L¨¦o Hamon, un resistente franc¨¦s. Uno de esos republicanos, Llu¨ªs Royo Ib¨¢?ez, catal¨¢n, hijo de aragoneses, militante de Esquerra Republicana, hab¨ªa vivido una sorpresa semejante en noviembre de 1942. "Entonces estaba en Marruecos. Hab¨ªa cruzado la frontera [francesa] de Prats-de-Mollo tres a?os antes, despu¨¦s de la debacle, apenas cumplidos los 18. Durante casi un a?o, tras pasar unos meses por el campo de concentraci¨®n de Agde, hab¨ªa podido trabajar como pay¨¦s cuidando vi?edos, pero tras la derrota francesa ante los alemanes la prefectura no quer¨ªa renovarme los papeles. Los gendarmes empezaron a hacerme chantaje: o bien me iba a trabajar a Alemania reemplazando a un franc¨¦s, o bien me expulsaban hacia Espa?a. Quedaba una tercera opci¨®n: apuntarse a la Legi¨®n extranjera". Y la Legi¨®n le llev¨® primero a Argelia, luego a Marruecos. "Ah¨ª viv¨ª la llamada Operaci¨®n Torch, el desembarco aliado en ?frica. Los primeros americanos que vi hablaban espa?ol. ?Eran mexicanos! Ellos ten¨ªan cigarrillos y yo chocolate. Yo estaba con un belga, ten¨ªamos que defender una posici¨®n con un mortero, pero ni ¨¦l ni yo sab¨ªamos manejarlo. Adem¨¢s, ?no ¨ªbamos a dispararles a los aliados!".
La nueva situaci¨®n africana le permiti¨® abandonar la Legi¨®n y sumarse a la m¨ªtica 2DB, la II Divisi¨®n Blindada del general Leclerc, que ven¨ªa de Chad. "Me integr¨¦ en la novena compa?¨ªa, la nueve, en espa?ol, porque ah¨ª todos ¨¦ramos espa?oles, excepto el capit¨¢n Dronne, que lo chapurreaba pero lo entend¨ªa todo. ?l hablaba muy bien el alem¨¢n". Y muy pronto todos embarcaron para el Reino Unido. "No, Inglaterra no. Desembarcamos en Gales y luego nos llevaron a entrenar a Escocia. El trayecto marino, con un barco de fondo plano, es uno de los peores recuerdos de mi vida". Llu¨ªs Royo dice no haber tenido nunca miedo durante toda la II Guerra Mundial. "Todo el miedo posible ya lo hab¨ªa gastado durante la batalla del Ebro, en la trinchera, casi enterrado bajo tierra, aguantando ca?onazos durante m¨¢s de una semana". Llegar a Normand¨ªa en su blindado -"como todos los de la nueve, ten¨ªa un nombre de batalla espa?ola: Belchite, Guadalajara, Teruel, Guernica... Despu¨¦s de entrar en Par¨ªs los rebautizaron. El m¨ªo pas¨® a llamarse Lib¨¦ration"- no le impresion¨®, aunque guarda un mal recuerdo de "las exigencias reglamentarias de los yanquis, que te hac¨ªan saltar tan cargado de material que, si ca¨ªas al agua, te ahogabas".
Para Llu¨ªs Royo, que se ha quedado a vivir en Cachan, en las afueras de Par¨ªs, al lado de la calle dedicada a la Divisi¨®n Leclerc, la misma calle por la que ¨¦l transit¨® para liberar Par¨ªs, "la II Guerra Mundial era la continuaci¨®n de la Guerra Civil de Espa?a. Yo no luch¨¦ por liberar Francia, sino contra Hitler, Mussolini y Franco. Y esa lucha pasaba por entrar en Par¨ªs". En la capital tuvo que desalojar a los alemanes que ocupaban el edificio de Les Invalides, pero de eso no quiere hablar, prefiere recordar "a los soldados mutilados que estaban albergados all¨ª: ciegos, sin piernas o sin brazos, desfigurados. Era espantoso". La liberaci¨®n de Par¨ªs no fue un paseo, aunque los alemanes pusieron un empe?o escaso en conservar la ciudad. La 2DB tendr¨¢ 130 bajas. Unos mil resistentes parisienses tambi¨¦n perdieron la vida, as¨ª como 600 ciudadanos an¨®nimos, atrapados por la batalla. Las bajas alemanas ser¨¢n superiores a los 2.000 muertos. "La 2DB estaba integrada por 14.500 soldados, de los cuales unos 3.500 ¨¦ramos espa?oles. De la nueve soy el ¨²nico que sigue con vida". Royo no lleg¨®, como alguno de sus camaradas, hasta Berchtesgaden, el refugio de Hitler. "Me hirieron en el Mosela, una regi¨®n francesa que los alemanes consideraban alemana. A¨²n tengo metralla en los pulmones. Quer¨ªan internarme en un hospital franc¨¦s, pero mi capit¨¢n me envi¨® a Inglaterra. All¨ª ten¨ªan penicilina y aqu¨ª, en Francia, todo lo arreglaban a base de agua y buenas palabras".
Las buenas palabras para los espa?oles fueron escasas. Su condici¨®n de soldados de un Ej¨¦rcito derrotado, el republicano, les dej¨® sin glosadores. Los franceses andaban empe?ados en evitar el oprobio de una Administraci¨®n americana, como la que dirig¨ªa Italia. De Gaulle pon¨ªa todo el ¨¦nfasis en la participaci¨®n francesa en las operaciones militares que iban a llevar a los aliados hasta el coraz¨®n de Alemania. "Pero fueron los americanos los que no quisieron que los aliados cruzaran los Pirineos y acabaran con Franco, como s¨ª acabaron en cambio con Hitler y Mussolini. Algunos de mis colegas de la nueve, una vez en Par¨ªs, dejaron el Ej¨¦rcito para participar en la tentativa guerrillera de liberaci¨®n del Valle de Ar¨¢n. La verdad es que entonces los franceses ya no nos necesitaban. En Par¨ªs hab¨ªa miles de j¨®venes que quer¨ªan enrolarse". Llu¨ªs Royo, que no volvi¨® a Espa?a hasta finales de los a?os cincuenta -"mi familia hab¨ªa venido varias veces a verme aqu¨ª pero yo, cuando fui a Barcelona, recib¨ª la visita de la polic¨ªa, y si iba a visitar a viejos amigos luego ¨¦sos tambi¨¦n eran interrogados por la polic¨ªa"-, vive de una modesta pensi¨®n que cobra del Estado franc¨¦s. "Y con una de mis hijas, que me cuida much¨ªsimo". Est¨¢ contento de que ahora Francia y Par¨ªs les recuerden, pero piensa "que todo eso hab¨ªa que haberlo hecho diez a?os despu¨¦s de acabada la guerra, cuando el poder franc¨¦s ya estaba consolidado y nosotros ya hac¨ªa tiempo que no ¨¦ramos ninguna amenaza para Franco". Como el Miralles de la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, Royo ha combatido en medio mundo, bajo distintas banderas, pero siempre a favor de la libertad. Ahora es uno de los protagonistas de un filme de Jorge Amat para la televisi¨®n francesa, le conceden la Legi¨®n de Honor y una placa en la fachada del Ayuntamiento recordar¨¢ el acento espa?ol de los libertadores de 60 a?os atr¨¢s.
La fiesta de la historia
El presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, y el alcalde de Par¨ªs, Bertrand Delano?, presidir¨¢n el d¨ªa 25 el acto central de conmemoraci¨®n de la liberaci¨®n de Par¨ªs. Un espect¨¢culo musical de J¨¦r?me Savary ocupar¨¢ la plaza de la Bastilla y todos los parisienses han sido invitados a sumarse al baile vestidos a la moda zazou, la de principios de los a?os cuarenta. Antes, el d¨ªa 24, se descubrir¨¢ la placa con la que el Ayuntamiento de la capital rinde homenaje a los republicanos espa?oles que entraron en la capital. El presidente del Senado espa?ol, Francisco Javier Rojo, acompa?ar¨¢ al alcalde.
La iniciativa que rinde homenaje a quienes comenzaron el combate en Espa?a en 1936 tiene un cierto valor de reparaci¨®n, tal y como lo reconoce Anne Hidalgo, primera teniente de alcalde de Par¨ªs e hija de una familia de republicanos espa?oles. "Es una parte de la historia que ha sido ocultada. Estoy muy contenta de que se haga luz sobre los hechos precisamente durante mi mandato. S¨®lo lamento que no pueda estar presente ?tienne Roda-Gil, que hubiera le¨ªdo sus poemas. Para ¨¦l, la causa de la Rep¨²blica espa?ola era una parte importante de su vida". El poeta y letrista Roda-Gil, hijo de anarquistas catalanes, falleci¨® el pasado mayo, sin poder hacer realidad la Fundaci¨®n de Ayuda a la Creatividad que quer¨ªa crear en Perpi?¨¢n.
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