La venganza de Graham
El entrenador que desencaden¨® el 'caso Balco' es el t¨¦cnico de Gatlin
Media hora antes de la final que devolvi¨® los 100 metros a los tiempos gloriosos del ¨²ltimo decenio del siglo XX, Manuel Pascua, entrenador madrile?o, aventuraba que su pupilo Francis Obikwelu bajar¨ªa de 9,90s y ganar¨ªa el oro. "En la semifinal", dec¨ªa Pascua, "ha salido fatal. Ha cedido un metro y le ha sido imposible recuperarlo. Pese a ello, ha hecho 9,97s, que equivalen a 9,87s. Y, si hace ese tiempo en la final, en la que cinco por lo menos bajar¨¢n de 10s, oro seguro". Se equivoc¨® Pascua. Se qued¨® corto, por un lado, sobre la marca que conseguir¨ªa el tremendo portugu¨¦s -y el resto de los finalistas- y, por otro, se pas¨® sobre el puesto que ocupar¨ªa en el podio. Obikwelu, nacido en Nigeria en 1978, emigrado a Portugal en un barco de inmigrantes, residente bajo un puente en Lisboa, en la miseria, varios a?os, rescatado para la vida por el atletismo en 1995, residente en Madrid desde octubre pasado, baj¨® su marca hasta 9,86s, r¨¦cord europeo, pero ni eso le vali¨® para ganar el oro en la segunda final m¨¢s r¨¢pida de la historia, tras la de Atlanta, en la que Bailey gan¨® con 9,84s. El calor de Atenas coron¨® al norteamericano Gatlin. Y la iron¨ªa se impuso.
En junio de 2003, Trevor Graham, t¨¦cnico jamaicano que hab¨ªa llevado desde su campo de entrenamiento en Raleigh (Carolina del Norte, Estados Unidos) a Marion Jones a la gloria, a Tim Montgomery a convertirse en el hombre m¨¢s r¨¢pido del mundo (9,78s) y a quien la pareja de oro hab¨ªa abandonado meses antes tras agrias disputas econ¨®micas, envi¨® una jeringuilla con un l¨ªquido misterioso a la agencia antidopaje norteamericana. La jeringuilla conten¨ªa THG, un anabolizante desconocido y, por tanto, indetectable hasta entonces. All¨ª naci¨® el caso Balco, all¨ª comenz¨® a cavarse la sepultura deportiva que acoger¨ªa a Jones, ausente en la velocidad de Atenas; a Montgomery, ausente en todo, y a Dwain Chambers, entre otros. All¨ª comenz¨® a gestarse la venganza de Graham, la venganza que se consum¨® en Atenas.
Abandonado por Jones y Montgomery, Graham centr¨® todos sus esfuerzos, sabidur¨ªa y conocimientos sobre el sprint, la qu¨ªmica de la fuerza, en una pareja de velocistas j¨®venes: Justin Gatlin, serio, trabajador, la gran promesa norteamericana, y Shawn Crawford, el hombre guepardo, como le gusta llamarse, el atleta que derrot¨® a una jirafa y perdi¨® con una cebra en una folcl¨®rica carrera. Y ayer estaban los dos. En la l¨ªnea de salida de la final. Despu¨¦s de haber hecho un acto de afirmaci¨®n espectacular en semifinales.
"Graham nos dijo que lo hici¨¦ramos", explicaron los dos. Ocurri¨® que en los ¨²ltimos 20 metros de su semifinal, en la que iba tremendamente destacado, Crawford se volvi¨® a Gatlin, en la calle de su derecha, y le hizo un gesto con la mano de que acelerara, de que ¨¦l le esperaba. Los dos se pusieron a la misma altura y, entonces, incre¨ªblemente, corrieron con un paso que casi era el de la oca, la pierna r¨ªgida y elevada. Cruzaron la l¨ªnea pr¨¢cticamente a la par. Era el anuncio de su superioridad. De la superioridad que s¨®lo pudieron repetir a medias en la final.
Los 100 es una prueba de gestos, de intimidaciones, de miradas de hombres duros, de tatuajes. All¨ª, rodeado de patibularias actitudes, de los bigotitos finos, id¨¦nticos, de Crawford y Gatlin, de la lengua de Mo Greene, el campe¨®n saliente, el hombre capaz de recuperarse de grav¨ªsimas lesiones y volver a estar en las marcas de su vida, poco pegaba Obikwelu, feliz siguiendo con palmadas el sirtaki de calentamiento, dirigiendo al p¨²blico seg¨²n el ritmo se avivaba. Poco pegaba en ese ambiente de entrenadores prestigiosos, eg¨®latras, de mundillo profesional norteamericano, de venganzas, Balcos e historias truculentas, el sprinter m¨¢s alto que ha bajado de 9,90s, el hombre de 1,95 metros que se entrena cotidianamente en las pistas del INEF de Madrid con Pascua, un t¨¦cnico veterano, barba blanca, sempiterno sombrero de explorador, siempre clavado en la curva del 300 controlando varios cron¨®metros a la vez y que compagina sus intereses con los del obstaculista Luismi Berlanas, el mediofondista ?lvaro Fern¨¢ndez o la mediofondista portuguesa Carla Sacramento.
"Lo que ha cambiado desde que asom¨® Francis en Sevilla 99, para desparecer despu¨¦s de la ¨¦lite, ha sido que se ha centrado, que antes estaba desperdigado, compitiendo en todas partes, sin mejorar en nada", explica Pascua, quien llevaba varios a?os entrenando intermitentemente a Obikwelu antes de que en oto?o lograra que se quedara en Madrid; "antes apenas pod¨ªa trabajar con ¨¦l. Era una fuerza de la naturaleza, pero ten¨ªa unos defectos tremendos. Ahora a¨²n tiene defectos, como la salida, que por eso quise que en los Mundiales de pista cubierta disputara los 60 en vez de los 200, para mejorar su t¨¦cnica".
Ir¨®nicamente, tambi¨¦n Pascua intervino, a su manera, para que la venganza de Graham fuera perfecta. Los 9,86s de Obikwelu, que en la final fue el tercero m¨¢s r¨¢pido en los tacos, son el r¨¦cord europeo que borra los 9,87s de dos brit¨¢nicos, de Lindford Christie y Dwain Chambers, uno de los sancionados por el caso Balco.
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