Una 'hippy' en la selecci¨®n
Laia Palau, la base fichada por un club franc¨¦s, comparte casa con cuatro amigos, le gusta hablar de pol¨ªtica y toca instrumentos de percusi¨®n
Dice Vicente Rodr¨ªguez, el t¨¦cnico de la selecci¨®n espa?ola femenina de baloncesto, que el d¨ªa que se lo proponga Laia Palau se convertir¨¢ en la mejor escolta de Europa. A sus 24 a?os, la barcelonesa posee un dominio exquisito de los fundamentos de su deporte, una gran velocidad de ejecuci¨®n y una excelente lectura del juego. Pero le falta, seg¨²n Rodr¨ªguez, cierta "implicaci¨®n profesional". Palau le escucha y arruga el gesto: "?Implicaci¨®n profesional? Lo que yo creo m¨¢s bien es que para hacer mi profesi¨®n, de momento, no he tenido que renunciar a nada. Ahora que me voy a Francia lo tendr¨¦ que hacer".
Fichada por el Bourges, renunciar significa para Palau dejar atr¨¢s Barcelona. "Es una ciudad fant¨¢stica. Me encanta porque te ofrece tantas y tantas cosas", cuenta. Le ofrece, por ejemplo, un tipo de vida que no se suele asociar con el deporte profesional, pero que evidencia su ideario. Porque ?c¨®mo explicar al grupo de amigos con los que comparte casa que abandona para instalarse, por ejemplo, en un barrio alto como Pedralbes, como una aut¨¦ntica profesional? No ha lugar para una hippy como Palau. Estudiante de Educaci¨®n Social -ahora tiene los estudios abandonados- y acostumbrada a vivir en Nou Barris, un barrio trabajador y popular, gusta de su realidad cotidiana, de su riqueza cultural. El traj¨ªn del mercado, las vecinas de toda la vida que hablan de ella con el orgullo de haberla visto crecer, los amigos de siempre...
En La Jota, su casa desde hace dos a?os -la bautiz¨® as¨ª porque est¨¢ situada en el paseo que lleva el mismo nombre-, ha pasado algunos de sus mejores momentos. All¨ª comparte experiencias, emociones, vida, con cuatro amigos y dos gatos: Jota y Merendola. "Jota se llama as¨ª porque la recogimos en nuestra calle y Merendola porque era tan peque?a y tan bonita cuando la encontramos que daban ganas de com¨¦rsela", cuenta sobre el bautizo de sus gatas, que han encontrado acomodo bajo el limonero que luce en el patio de su vieja casa. A su sombra, Laia ha pasado horas disfrutando de algunas de las cosas que m¨¢s le gustan: leer (1984, de George Orwell, es su libro de cabecera), charlar con los amigos y arreglar el mundo con un nuevo ideario social. Zurda de juego y de ideas pol¨ªticas, es uno m¨¢s de los muchos j¨®venes desencantados con los partidos, pero le encanta hablar de pol¨ªtica. "Me gusta estar siempre al d¨ªa, escuchar las opiniones de los otros, enriquecerme con lo que piensan y con sus experiencias. Aprendo constantemente", dice.
Hija de profesores, actriz de teatro frustrada, en la m¨²sica ha encontrado una v¨ªa de escape y de relajaci¨®n. Adora las percusiones y hace sus pinitos tocando los timbales y la darbuca. Cuando tiene tiempo, es f¨¢cil encontrarla, con sus amigos, tocando en la Ciudatella, lugar de reuni¨®n para los timbaleros. O d¨¢ndole a los malabares. Hasta Atenas, una de sus compa?eras de piso, feriante de profesi¨®n, le ha enviado unas bolas de colores, con luz, con las que se relaja y monta el n¨²mero en la concentraci¨®n. Anima a sus compa?eras y se entretiene. "Llevo dos meses desconectada del mundo: No s¨¦ lo que pasa y eso no me gusta nada", lamenta; "pero el esfuerzo merece la pena".
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