"Un centro es como una olla a presi¨®n que puede estallar"
"Los educadores de los centros de internamiento de menores cumplimos una funci¨®n social. Estamos completamente volcados con los chavales porque est¨¢n muy necesitados y tienen carencias de todo tipo". Frank, pedagogo y educador social en un centro catal¨¢n, ama su trabajo a pesar de sus dificultades.
"La mayor¨ªa son chavales que llegan muy mal al centro por todo lo que han tenido que pasar". Otro pedagogo con experiencia en centros andaluces, que prefiere permanecer en el anonimato, asegura que salen adelante s¨®lo "los que aprovechan las oportunidades que les damos: educaci¨®n, porque casi ninguno ha pasado de los estudios b¨¢sicos, cari?o y protecci¨®n". Los internos que se adaptan a la normativa del centro y aceptan la disciplina y las tareas van obteniendo premios, "como poder tener objetos en las habitaciones".
"Este trabajo es muy duro. Tengo cantidad de compa?eros que han tenido depresi¨®n y lo dejan"
"Somos profesionales con vocaci¨®n a los que nos gusta lo dif¨ªcil", explica un pedagogo
Una tarea dura la de estos trabajadores. Frank cuenta que tratar con ni?os "bastante agresivos en ocasiones" hace necesario trabajar con un guardia de seguridad siempre cerca por si hay que reducir a alg¨²n menor. "Muchos de estos ni?os han crecido sin reglas; vienen de familias desestructuradas y saltan con facilidad. Y claro, al primero que pillan es al educador que es el que est¨¢ ah¨ª al pie del ca?¨®n". Una colega de Frank acab¨® en el hospital cuando un chico le peg¨® un pu?etazo que le arranc¨® un diente, "porque el pan del comedor estaba duro, o porque no hab¨ªa pan, algo as¨ª...". Con experiencias como ¨¦sa, la de educador es una profesi¨®n con muchas bajas laborales: "Este trabajo es muy duro. Tengo cantidad de compa?eros que han tenido depresi¨®n y muchos lo dejan definitivamente", asegura Frank.
Sin llegar a los casos extremos de violencia, el pedagogo andaluz afirma que, "en todo caso", los menores "ponen a prueba la autoridad del educador". Seg¨²n este profesional, los menores trafican con los tranquilizantes de los que est¨¢n desintoxic¨¢ndose. "Los centros son como ollas a presi¨®n que pueden estallar si no se est¨¢ muy atento", advierte.
Ambos profesionales creen que la distribuci¨®n de los menores en distintos m¨®dulos dentro del centro es fundamental para que funcione. "No hay que juntar a los que han cometido delitos graves con los que no. A veces tenemos a psic¨®patas en centros que no est¨¢n preparados para tratarlos".
El menor que se hace mayor
Una modificaci¨®n de la Ley prevista para esta legislatura seg¨²n el ministro de Justicia, Juan Fernando L¨®pez Aguilar, buscar¨¢ dar respuesta a una inquietud de los centros de r¨¦gimen cerrado: ?Qu¨¦ se hace con los menores que cumplen los 18 a?os, y que por sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas y ps¨ªquicas son intratables, y aterrorizan a los profesionales que tratan de cuidarles y educarles? La intenci¨®n es que pasen a un centro penitenciario en los casos descritos, no con car¨¢cter general sino por decisi¨®n judicial a la vista de la evoluci¨®n de cada menor. Hoy, estos adolescentes permanecen en los centros aunque hayan cumplido la mayor¨ªa de edad. "Tiene que haber un r¨¦gimen diferenciado para aquellos menores que no quieren aprovechar la segunda oportunidad que les ofrece la sociedad con las medidas de reinserci¨®n" pide tambi¨¦n el director gerente del Instituto del Menor de Madrid, Juan Jos¨¦ Garc¨ªa.
Pero Frank y su colega prefieren poner el acento en los menores que s¨ª consiguen sacar partido de ese "segundo nacimiento". "Me acuerdo de un chaval que entr¨® por una agresi¨®n sexual; pues bien, se adapt¨® al centro, pas¨® al instituto y consigui¨® salir de su vida anterior". Frank cuenta que uno de sus alumnos pas¨® cuatro a?os en su centro y al salir mont¨® una carpinter¨ªa: "Ten¨ªa una familia muy conflictiva y cuando sali¨® se apart¨® de ella; menos mal, porque hay veces que es peor que vuelvan al ambiente en el que se criaron".
Los t¨¦cnicos que trabajan con menores se quejan de que "no se da suficiente publicidad a los ¨¦xitos que se consiguen en los centros". "Todos nos peleamos por tener un hospital en nuestro pueblo pero nadie quiere una UVI social cerca de su casa", se lamenta Garc¨ªa.
"Somos profesionales con vocaci¨®n a los que nos gusta lo dif¨ªcil", concluye el pedagogo andaluz a pesar de todo.
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