Espacio y tiempo
La memoria sentimental de los Juegos incluye desajustes de espacio y tiempo que a?ad¨ªan incomodidad o emoci¨®n a la experiencia de espectador. Me refiero a las diferencias de horario y a la altura de la ciudad elegida como sede. A veces, como en el caso de M¨¦xico, se sumaban las dos circunstancias y hab¨ªa que aprender a tenerlas en cuenta. Si un favorito se ahogaba al poco rato de iniciar determinada prueba, la culpa era de la altura y las dem¨¢s consideraciones sobraban, lo cual facilitaba el trabajo de los expertos. Para el espectador, las pruebas retransmitidas en horarios convencionales se desplazaban hacia zonas m¨¢s temerarias de la madrugada. Entonces resultaba emocionante ver jugar a la selecci¨®n espa?ola de lo que fuera a las tantas y desde Se¨²l, Los ?ngeles, Atlanta o Sidney, pero ahora que Atenas mantiene un horario tan mediterr¨¢neo como el nuestro son los aficionados de otros continentes los que tienen el privilegio de alargar la noche o madrugar para poder vivir las gestas de sus atletas preferidos.
Lo mejor era cuando ten¨ªas que alargar la noche con la excusa de que alg¨²n atleta de tu ciudad compet¨ªa. ?Qu¨¦ excusa m¨¢s perfecta para regresar tarde! Una cena, unas copas, otra cena, m¨¢s copas, la charla y, luego, en un estado de somnolencia o excitaci¨®n lamentables, te reun¨ªas con los restos del naufragio a berrear y maldecir ante una retransmisi¨®n temblorosa v¨ªa sat¨¦lite. El m¨¢s fr¨¢gil se quedaba dormido. El m¨¢s excitado entonaba el himno de Infanter¨ªa. El m¨¢s sensato preguntaba: "?Qu¨¦ hacemos aqu¨ª en vez de estar durmiendo?". Cuanto m¨¢s tarde era la prueba, m¨¢s pat¨¦tica era la actitud del hincha. Ojos enrojecidos, voz castigada por el tabaco y otros vicios, pero, en general, un esp¨ªritu ol¨ªmpico a prueba de bombas. Nunca fue tan cierta la afirmaci¨®n de que lo importante es participar. La prueba: algunos acababan como Paquillo Fern¨¢ndez y vomitaban estruendosamente sobre alfombras, moquetas e incluso parquets flotantes.
La altura, en cambio, era un factor m¨¢s intangible, aunque tambi¨¦n provocaba sus n¨¢useas. Llegaban noticias de que las delegaciones hab¨ªan avanzado su preparaci¨®n para adaptarse a lo que los cronistas denominaban condiciones de altura. Y uno se preguntaba: si la ciudad est¨¢ tan alta y todo es tan dif¨ªcil, ?por qu¨¦ la han elegido como sede? Luego, como en el caso de M¨¦xico, resultaba que la competici¨®n era fant¨¢stica y que los r¨¦cords mundiales se suced¨ªan.
En Atenas, la delegaci¨®n espa?ola no podr¨¢ echarle la culpa al cambio de horario o a la altura si las cosas salen mal. Les quedar¨¢, eso s¨ª, la excusa de los ¨¢rbitros, el calor o el viento, tres cl¨¢sicos imprescindibles del c¨¢non universal de las excusas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.