La sublime puerta
De una vez para siempre hay que desterrar el error hist¨®rico que atribuye el nombre de Sublime Puerta a la antigua sede del sultanato otomano de Estambul: quede claro para las generaciones presentes y venideras que se trata de la puerta grande de la plaza de toros de Almer¨ªa, grand¨ªsima, de cuatro carriles hacia afuera. Los almerienses as¨ª lo quieren y basta.
De todas formas, fue extra?a la salida a hombros del mayoral, puesto que el primer toro se arrodill¨® para ser picado y se cay¨® muchas veces m¨¢s; el segundo estaba derrengado de los cuartos traseros; el tercero era tardo; el cuarto, de verdad, un carret¨®n; el quinto se quedaba corto y punteaba, y el sexto fue de m¨¢s a nada con evidente peligro.
Domecq / Ruiz, Juli, Vega
Toros de Santiago Domecq, desiguales. Ruiz Manuel: estocada desprendida (dos orejas); media estocada (dos orejas). El Juli: dos pinchazos, media tendida, descabello (ovaci¨®n); estocada honda trasera -aviso-, descabello (dos orejas). Salvador Vega: pinchazo, estocada (oreja); estocada (oreja). Plaza de Almer¨ªa, 24 de agosto, 3? de feria. Dos tercios de entrada.
Los paisanos concedieron a Ruiz Manuel cuatro orejas, seguro pasaporte para repetir pase¨ªllo el a?o pr¨®ximo. El almeriense hizo una faena larga, dando metros para aprovechar la inercia de su oponente, a la vez que oficiaba de cirineo en una labor alejada seg¨²n la res se manten¨ªa en pie. En el cuarto intent¨® una desafortunada variaci¨®n de las chicuelinas, girando despu¨¦s de retrasar la pierna del lado de salida del lance. El toro fue muy noble y al torero no se le not¨® lo poco que ejerce, pues lo pas¨® largo y lejos, templado y aburrido como cualquier figura.
El Juli tore¨® magn¨ªficamente por ver¨®nicas a pies juntos y en un quite mixto a base de chicuelinas, tafalleras y gaoneras conseguidas con gran quietud. El toro era de natural bondadoso y el matador estuvo a sus anchas, divirti¨¦ndose, pero carente de la pegada necesaria para convencer y llegar a los tendidos. Al quinto le hizo una bulliciosa faena a destajo y contrarreloj: a los cinco minutos le hab¨ªa colocado el pr¨®logo, cinco series con la derecha, dos con la zurda y hab¨ªa sufrido dos desarmes ante una res que inopinadamente acortaba el viaje y punteaba. La faena sigui¨® al peso, con m¨¢s derechazos, molinetes de rodilla, adornos, circulares y estocada con truco.
Salvador Vega se enfrent¨® a un toro tardo, hasta el punto de parecer que s¨®lo iba a ser capaz de llenar el aperitivo de una espl¨¦ndida merienda, cuando surgi¨® una buena tanda de redondos y una estocada superior al segundo intento. El sexto, jabonero sucio, derrib¨® al picador caus¨¢ndole lesiones. Fue bien lidiado por Juan Jos¨¦ Trujillo y pareado por Ra¨²l N¨²?ez, que super¨® la listeza del animal. Vega le dio un pase cambiado desde tres metros de distancia y aguant¨® una embestida incierta, tard¨ªa y con peligro. La voluntad prevaleci¨® sobre la realidad.
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