Pujol y el mestizaje
Jordi Pujol sigue activo en su misi¨®n de mantener bien vivo el canon nacionalista conservador, aunque sea a costa de introducir un poco m¨¢s de confusi¨®n en el ya de por s¨ª enmara?ado panorama intelectual pospujolista. Ahora el canon pujolista nos alerta del riesgo del mestizaje. Ahora, en consecuencia, una parte importante del pensamiento nacionalista cierra filas alrededor del antiguo l¨ªder y sus apocal¨ªpticos lazos entre el mestizaje y el "final de Catalu?a".
Es bastante sorprendente que Jordi Pujol alerte ahora de los problemas que puede comportar el mestizaje. Las proclamas pujolistas no pueden esconder la realidad. Desde un punto de vista cultural somos un pa¨ªs esencialmente mestizo. La sociedad catalana actual se ha forjado sobre un buen n¨²mero de mestizajes e hibridaciones. As¨ª ha sido durante todo el siglo XX y, de una manera bien singular, a lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os. Paradojas o iron¨ªas de la historia, como se quiera ver. La Catalu?a actual es culturalmente mestiza y parad¨®jicamente las pol¨ªticas pujolistas no han hecho (afortunadamente) gran cosa para evitarlo.
Bajo la advertencia en contra del mestizaje reaparece el tradicional discurso basado en el miedo a los otros
Los m¨²sicos catalanes iberistas de principios de siglo crearon en permanente mestizaje con las tradiciones musicales ib¨¦ricas, los artistas del Dau al Set acogieron todo lo que pudieron de las corrientes internacionales, la Nova Can?¨® fue una versi¨®n mestiza de la canci¨®n francesa coet¨¢nea, el flamenco catal¨¢n es una magn¨ªfica hibridaci¨®n catalana de una tradici¨®n cultural andaluza, la m¨²sica pop en catal¨¢n es la expresi¨®n del mestizaje entre los anhelos creativos de muchos j¨®venes catalanes y la tradici¨®n musical anglosajona. Sin olvidar el papel de las generaciones de valencianos que llegaron durante la d¨¦cada de 1920. O los andaluces, gallegos, extreme?os o murcianos llegados en los a?os cincuenta y sesenta.
La m¨²sica que con el apellido mestiza se produce hoy en muchos n¨²cleos urbanos de Catalu?a es el resultado de la fusi¨®n social entre j¨®venes familiarizados con culturas tan diferentes como las producidas en Catalu?a, en el resto de Espa?a, en diferentes pa¨ªses africanos o latinoamericanos. Los talleres de los artistas visuales de procedencias muy diversas que se extienden por el conjunto de Catalu?a sintetizan corrientes art¨ªsticas de todo el mundo produciendo hibridaciones extremas. Los j¨®venes catalanes que se forman en las escuelas catalanas de cine ven y se inspiran en el cine que se hace en Madrid, en Hollywood y, dentro de poco, seguramente, en el que se hace en Calcuta. Los ciudadanos que ven televisi¨®n participan de una permanente hibridaci¨®n cultural.
As¨ª pues, no parece que el aviso de Jordi Pujol se formule sobre ninguna realidad demasiado novedosa. La sociedad catalana de hoy es mestiza. La cultura catalana es mestiza. No se percibe en el horizonte pol¨ªtico catal¨¢n ning¨²n ideario pol¨ªtico significativo que defienda el mestizaje como objetivo pol¨ªtico y cultural per se. No parece que exista ninguna sociedad que pueda escaparse de los procesos planetarios de mestizaje cultural incluso pol¨ªtico y econ¨®mico. La vida cultural hoy en d¨ªa es transcultural y mestiza, aqu¨ª y en pr¨¢cticamente todos los rincones del planeta. ?Se puede no ser mestizo en el siglo de la globalizaci¨®n o la altermundializaci¨®n? Obviamente, no hay nadie en Catalu?a que defienda la implementaci¨®n de un mestizaje cultural que suponga la erradicaci¨®n de la cultura propia y de las herencias culturales y sociales (en general de procedencia mestiza).
Las cosas son as¨ª y las declaraciones solemnes dif¨ªcilmente las cambiar¨¢n. Puede que inquieten a algunos de los nuevos catalanes o que agraden a los catalanes bienpensantes. Puede que provoquen debates est¨¦riles. Puede que confundan a algunos j¨®venes. Puede que den alg¨²n r¨¦dito partidista. Puede que quien las hace siga disfrutando de esta extra?a potestad de marcar el terreno de juego, siempre con l¨ªneas difusas, a menudo con tono rampl¨®n y casi siempre con cuestiones que m¨¢s que unir dividen pol¨ªticamente a los catalanes.
En cualquier caso, quien propone este tipo de debates, adem¨¢s de tirar la piedra, tiene que ense?ar la mano. ?Qu¨¦ se propone en oposici¨®n al mestizaje? ?Una sociedad mosaico? ?Una sociedad asimilacionista? En cualquier caso, quien promueve este debate debe saber que estas alertas planteadas fr¨ªvolamente suelen dar alas a la xenofobia.
Algunos hemos repetido muchas veces que la ¨²nica proclama cultural positiva es aquella que no va en contra de nada, sino a favor de la convivencia y el sentido de ciudadan¨ªa. Clamar contra el mestizaje es socialmente negativo y contrario a la propia realidad cultural. En definitiva, lo que era y sigue siendo necesario es luchar a favor de una identidad cultural catalana m¨¢s fuerte, apoyando las tradiciones propias, perdiendo el miedo a las incorporaciones, asumiendo sus contradicciones y diversidades. Dicho de otro modo, lo que se necesita es reclamar el fortalecimiento del sistema nacional de producci¨®n cultural -que, todo sea dicho, tanto desatendi¨® el pujolismo-. O lo que es lo mismo: hacer posible de una vez que los ciudadanos de Catalu?a puedan producir cultura en buenas condiciones, que los ciudadanos de Catalu?a puedan disfrutar de la cultura producida aqu¨ª, que los ciudadanos de Catalu?a tengan est¨ªmulos para producir y disfrutar de buena cultura en catal¨¢n, que los ciudadanos de Catalu?a disfruten de un conjunto de derechos y de deberes culturales que les permitan a todos ser ciudadanos plenos desde un punto de vista cultural, econ¨®mico y pol¨ªtico.
Las sociedades actuales no se forjan desde los esencialismos culturales, ni desde las pol¨ªticas culturales asimilacionistas o integracionistas. Todo eso suena a debates que ocupaban a los pol¨ªticos e intelectuales hace 100 a?os. No insistamos. No repitamos planteamientos ya experimentados bastante negativamente por las sociedades humanas a lo largo del siglo XX.
Las sociedades actuales se constituyen desde conceptos positivos como, por ejemplo, el de ciudadan¨ªa. De lo que se trata es de saber c¨®mo fortalecemos nuestro ordenamiento pol¨ªtico y social en beneficio de una sociedad m¨¢s libre, m¨¢s culta, m¨¢s abierta, m¨¢s justa y m¨¢s democr¨¢tica. Una sociedad que fortalezca el concepto de ciudadan¨ªa ser¨¢, en todos los casos, culturalmente m¨¢s s¨®lida y m¨¢s catalana. La cultura s¨®lo florece si hay libertad. La cultura catalana mantendr¨¢ y renovar¨¢ su propia tradici¨®n, como ha hecho siempre y seguir¨¢ haciendo, en la misma medida que entendamos que la identidad social y pol¨ªtica de un pa¨ªs con futuro tiene que saber gestionar la identidad y la diversidad cultural como las dos caras de una misma moneda. La una no puede vivir sin la otra.
La reaparici¨®n de Jordi Pujol ha servido, pues, para poner un asunto antiguo sobre la mesa. Lo m¨¢s significativo es lo que el mensaje destila y sus disc¨ªpulos repiten. Bajo la advertencia en contra del mestizaje reaparece el tradicional discurso basado en el miedo a los otros. Y el miedo convierte a les sociedades en culturalmente pobres y pol¨ªticamente conservadoras. Puede que, bien visto, de eso trataba todo.
Ferran Mascarell i Canaldaes concejal presidente de la Comisi¨®n de Cultura, Educaci¨®n y Bienestar Social del Ayuntamiento de Barcelona.
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