Despilfarro americano
El fabuloso equipo de relevos estadounidense se muestra incapaz de superar al brit¨¢nico en una final tr¨¢gica para Greene
El magn¨ªfico equipo estadounidense de relevos 4x100 metros sucumbi¨® ayer a la torpeza en el intercambio del testigo y se vio abocado a un ¨²ltimo hect¨®metro ag¨®nico, que se llev¨® Gran Breta?a por tan s¨®lo una d¨¦cima de segundo. Fue uno de esos duelos que quedar¨¢n grabados en la memoria de los aficionados durante a?os. Un conjunto de velocistas fabulosos, con Greene como ¨²ltima bala, que dominaron la prueba individual como quisieron, desperdiciaron una ocasi¨®n perfecta para ganar un oro que suele determinar el estado de la velocidad de un pa¨ªs.
Este no parece ser el caso. Gran Breta?a no tuvo en la final de los cien metros a ning¨²n representante. Estados Unidos tuvo a tres: el campe¨®n, Justin Gatlin; el bronce, Maurice Greene; y el cuarto, Shawn Crawford. Casi nada. Pero la desconexi¨®n les llev¨® a la perdici¨®n ante un equipo brit¨¢nico que se acopl¨® perfectamente. La marca de la prueba, 38,07 segundos, habla de unos tiempos que, de tan bajos, se remontan casi 20 a?os atr¨¢s. Estados Unidos llegaba con un extraordinario equipo, capaz como parec¨ªa incluso de amenazar el r¨¦cord del mundo. Pero la torpeza en la entrega del testigo parece cong¨¦nita a los representantes de este pa¨ªs. S¨®lo hay que ver c¨®mo Marion Jones fall¨® lamentablemente el d¨ªa anterior junto a su compa?era Lauryn Williams.
La marca, 38,07s, habla de unos tiempos que, de tan bajos, se remontan 20 a?os atr¨¢s
"Volver¨¦ en Pek¨ªn y lo ganar¨¦ todo, todo...", declar¨® Mo, consumido por el esfuerzo
Pobre Mo Greene. La ¨²ltima posibilidad de ganar un oro en Atenas se le escap¨® entre los dedos mientras luchaba desesperadamente por recobrar el tiempo perdido. Le falt¨® poco para conseguirlo en su duelo, mano a mano, con el brit¨¢nico Mark Lewis. A sus 30 a?os, el histri¨®n de Kansas se jugaba m¨¢s que una medalla en la ¨²ltima carrera que le quedaba en estos Juegos. Pero una sucesi¨®n de imperfecciones en la entrega del bast¨®n, muy notable en el intercambio entre Justin Gatlin y Coby Millar, le dejaron vendido para el ¨²ltimo tramo, en la recta final. Parti¨® dos metros por detr¨¢s de Lewis y desde ese punto arranc¨® como un avi¨®n, como si de verdad muchas cosas en su vida se pudiesen cambiar con una victoria. El rostro contraido en un gesto de esfuerzo m¨¢ximo, el pecho elevado y esa zancada corta que le ha hecho batir r¨¦cords, pasaron como un tren azul a la caza de Lewis, que era incapaz de sostenerle el ritmo. Al cabo de los cien metros Greene hab¨ªa superado la diferencia en todo menos en una d¨¦cima, un cent¨ªmetro, tal vez, menos.
Media hora m¨¢s tarde, alejado de la exposici¨®n que supone toda competencia, en un pasillo del estadio, Greene se agarraba la cabeza y cerraba los ojos, como intentando contener con sus manos el vendaval de malas ideas que le pasaban por la cabeza. "Volver¨¦ en Pek¨ªn y lo ganar¨¦ todo, todo...", hab¨ªa dicho, consumido por el esfuerzo, al terminar la carrera. El hombre lleg¨® a los Juegos de Atenas en misi¨®n de recuperaci¨®n, despu¨¦s de tres a?os de ca¨ªda libre. Y parec¨ªa porder conseguirlo.
S¨®lo en Estados Unidos se encuentran personajes tr¨¢gicos como ¨¦l. Tipos a los que la pol¨ªtica de los medios de comunicaci¨®n y la industria que gira en torno a las estrellas del deporte han elevado a la cima para despu¨¦s apagarles la luz. La confusi¨®n que debi¨® experimentar Greene, dios de la velocidad hasta 2001, debi¨® ser un tormento. Las lesiones, las p¨¦rdidas en su familia, y un extra?o accidente de coche que le rompi¨® una pierna en una carretera de Los ?ngeles, coincidieron con su derrumbe. Y con el derrumbe coincidi¨® su ruptura con la marca de zapatillas que lo patrocinaba y la p¨¦rdida del r¨¦cord del mundo, que ostentaba en 9,79 segundos desde 1999, a manos de Tim Montgomery. Montgomery hizo una d¨¦cima menos antes de caer tambi¨¦n en desgracia, acusado de consumir anabolizantes de ¨²ltima generaci¨®n en el esc¨¢ndalo de los laboratorios Balco.
"Slo-Mo", "Lento-Mo", como le llaman los ingleses jocosamente, Greene lleg¨® a Atenas muy consciente de que los d¨ªas de la velocidad f¨¢cil hab¨ªan pasado para ¨¦l. Era el m¨¢s viejo del equipo estadounidense pero hab¨ªa hecho 9,92 segundos en los trials y se sent¨ªa fuerte, capaz de hacer un prodigio en la pista que le vio nacer como estrella mundial. El bronce en los cien metros fue el primer mazazo. El segundo lo sufri¨® ayer, en la ¨²ltima recta de los relevos, en un intento glorioso por recuperar los tres a?os perdidos de su vida en menos de diez segundos. No lo consigui¨®, v¨ªctima de la t¨ªpica suficiencia de los atletas estadounidenses en los relevos, que ni siquieran ensayan la entrega. Tradicionalmente, los muchachos lo han librado todo a su poder individual en una prueba que suelen ganar de este modo. Ayer, como en Se¨²l y Roma, perdieron por descuidados. Greene lo sufri¨® m¨¢s que nadie.
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