Los l¨ªderes chi¨ªes rechazan la violencia contra las tropas estadounidenses en Irak
Cinco ministros iraqu¨ªes viajan a Nayaf en el primer d¨ªa de calma tras el acuerdo de paz
La Marjaiya, la m¨¢s alta instituci¨®n religiosa chi¨ª, se manifest¨® ayer en Nayaf en contra de la lucha armada para acabar con la presencia estadounidense en el pa¨ªs. "A¨²n no hemos agotado las soluciones pac¨ªficas para poner fin a la ocupaci¨®n y si se concluye un d¨ªa, que no hay m¨¢s posibilidades de discusi¨®n, entonces la lucha armada se convertir¨¢ en una posibilidad", afirm¨® el portavoz del gran ayatol¨¢ Bachir al Najafi, quien se reuni¨® ayer en la ciudad santa con Al¨ª al Sistani, art¨ªfice del acuerdo de paz, logrado tras tres semanas de combates entre los leales al cl¨¦rigo M¨²qtada al S¨¢der y tropas de EE UU
"Estados Unidos intenta reunir a todos sus enemigos dentro de Irak para combatir contra ellos en un solo lugar. El resultado de su intervenci¨®n en Irak no es una liberaci¨®n, sino un nuevo frente de batalla para luchar contra sus enemigos y para atacar el islam", a?adi¨® el portavoz de Al Najafi.
La posici¨®n de la Marjaiya difiere de la adoptada por el joven cl¨¦rigo M¨²qtada al S¨¢der, partidario de combatir con las armas a las fuerzas estadounidenses.
El portavoz de Al Najafi precis¨® asimismo que las conversaciones con el gran l¨ªder Al Sistani versaron sobre la situaci¨®n en Nayaf. "La principal preocupaci¨®n de la Marjaiya desde el principio ha sido que el Gobierno y la polic¨ªa tomen el control de la ciudad y restablezcan el Estado de derecho", se?al¨® el representante.
Una delegaci¨®n de cinco ministros iraqu¨ªes viaj¨® ayer a Nayaf para reunirse con Al Sistani, la m¨¢xima autoridad chi¨ª en Irak y trasladarle los planes del Gobierno para reconstruir la ciudad santa, devastada. "Hemos venido a Nayaf para consolidar el acuerdo de paz y para felicitar a Al Sistani", dijo el ministro de Estado, Kasim Daud, al frente de la comitiva.
Los cinco ministros se dirigieron a la gran mezquita del im¨¢n Al¨ª -en la que permanecieron atrincherados hasta el pasado jueves los insurgentes-, dejando atr¨¢s calles plagadas de escombros y muros con huellas de metralla. La comitiva ministerial aterriz¨® a bordo de dos helic¨®pteros Black Hawk, en las afueras de Nayaf, y se adentr¨® en la ciudad escoltada por un convoy policial.
Tras inspeccionar el mausoleo, el ministro Daud asegur¨® que en el templo no quedaba rastro alguno de armas y que el Gobierno interino iraqu¨ª ten¨ªa previsto reabrirlo al p¨²blico en unos 10 d¨ªas. Despu¨¦s, los ministros mantuvieron un encuentro de 20 minutos con Al Sistani, en el que abordaron los planes del Ejecutivo para reconstruir la ciudad santa, y para reestablecer los servicios b¨¢sicos: agua, electricidad y hospitales. "La destrucci¨®n es enorme", asegur¨® el ministro de Sanidad, Aladin Aluan. "Nayaf va a ser una gran prioridad en el presupuesto del Gobierno. Hace falta mucho trabajo para reconstruir la ciudad", agreg¨®.
En virtud del acuerdo propiciado por Al Sistani, los seguidores de Al S¨¢der y las tropas de EE UU, se retiraron de Nayaf, quedando la ciudad bajo custodia de la polic¨ªa iraqu¨ª. El Gobierno adem¨¢s, decidi¨® no detener al l¨ªder rebelde Al S¨¢der.
Los habitantes de Nayaf se lamentaban ayer, en la primera jornada de calma tras el acuerdo de paz, del estado al que ha quedado reducido la ciudad. "Lo ¨²nico que han conseguido los combates es la destrucci¨®n de Nayaf. Mire nuestro edificio", se lament¨® Rafaat Maher, empleado de un hotel, cuyos balcones, horadados por las balas, se alzaban sobre un cementerio improvisado para las v¨ªctimas de los enfrentamientos. "He visto enterrar a 100 personas aqu¨ª, delante del hotel", asegur¨® Maher. "No est¨¢n reconstruyendo Irak, lo est¨¢n destruyendo", concluy¨®.
Los habitantes de Nayaf, situada a unos 170 kil¨®metros al sur de Bagdad, vieron en la ca¨ªda del r¨¦gimen de Sadam Husein, la oportunidad para hacer florecer la ciudad santa, esperando la llegada masiva de peregrinos a la Meca de los chi¨ªes. Hoteles y negocios abrieron entonces sus puertas, pero los combates de las ¨²ltimas semanas han enterrado sus expectativas.
En otro improvisado camposanto, un grupo de vecinos exhumaba los cuerpos de los que aseguraban eran combatientes del Ej¨¦rcito del Mahdi y algunos civiles. Los nombres de los milicianos estaban escritos en pedazos de papel, que en interior de botes de medicamentos coronaban las tumbas.
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