Sin acritud
Pas¨¦ buena parte del mes de agosto leyendo. Literatura y sobre todo historia. De Espa?a, libros sobre la guerra civil. Y tambi¨¦n transit¨¦ mi colecci¨®n de la revista Por favor, aquel c¨¢ntico de libertad y talento que alumbr¨® los a?os de la transici¨®n. Anduve por sus prosas y dibujos, volv¨ª a respirar por esos campos algo antiguos ya, pero tambi¨¦n del futuro. Y digo del futuro porque en aquella revista el mensaje viajaba siempre con iron¨ªa, con imaginaci¨®n, con vuelo. Y por eso su cr¨ªtica -dura siempre- era tan eficaz. Servida con una sonrisa.
Esos textos que digo contrastan mucho con otros que tambi¨¦n he le¨ªdo este verano. Con art¨ªculos y otras variet¨¦s donde encontr¨¦ un odio grande y trasnochado hacia el enemigo pol¨ªtico, que no adversario. Unos discursos casi de contienda civil, pues en ocasiones no sab¨ªa si estaba leyendo un ataque al anterior jefe del gobierno por su segundo y desafortunado cuatrienio o si se trataba de una just¨ªsima cr¨ªtica al sanguinario franquismo de la primera postguerra. El texto, claro, se refer¨ªa a Aznar.
?Por qu¨¦ est¨¢n tan agresivas algunas plumas otrora tan l¨²cidas, mesuradas y brillantes? ?Que sol, que soledad o que solipsismo ha nublado sus entendederas? ?No es insensato identificar al se?or Rajoy, pac¨ªfico perdedor de intrincado porvenir, con los diputados fascistas del hemiciclo republicano? ?Qu¨¦ no habr¨ªan dicho, oh cielos, estos apuntadores, si las ministras de la foto del Vogue hubieran sido del PP? ?Habr¨ªan pedido tal vez la c¨¢rcel para ellas? ?La c¨¢rcel que administra a diario Fidel Castro, ese amigo que tienen los presuntos progres y al que jam¨¢s criticaron? Bueno ser¨ªa para todos que el curso pol¨ªtico que ahora empieza fuera menos abrupto que lo que anuncia este verano de sarcasmos. No perdamos la perspectiva. No empa?emos el clima de cordialidad y respeto que tan cabalmente propugna Zapatero, y, con ¨¦l, la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos de Espa?a. Es el clima propio de una sociedad democr¨¢tica y libre, solidaria y desarrollada: la que sin duda estamos construyendo, aunque todo sea mejorable.
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