Un pa¨ªs en estado de guerra
Con la seguridad como clave electoral, el 11-S marca la pol¨ªtica exterior de los dos candidatos
La seguridad es, desde hace tres a?os, tan importante para los estadounidenses como no lo hab¨ªa sido desde los peores momentos de la guerra fr¨ªa. Despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la sociedad norteamericana tiene, en mayor o menor medida, la sensaci¨®n de que el pa¨ªs est¨¢ amenazado. Esta sensaci¨®n se traduce de diferente manera, seg¨²n la orientaci¨®n pol¨ªtica o el nivel cultural, pero hace que la seguridad nacional y la defensa sean prioridades, y, en campa?a, obliga a que los candidatos rivalicen en esos campos. La pregunta con la que Bush o Kerry ganar¨¢n las elecciones no es, obviamente, la de si la gente se siente m¨¢s o menos segura que hace cuatro a?os, porque ya se conoce la respuesta. La pregunta ser¨¢: ?qui¨¦n le ofrece m¨¢s garant¨ªas de seguridad y protecci¨®n?
El 11-S orden¨® las prioridades de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos y oblig¨® a los estadounidenses a prestar atenci¨®n a otros asuntos que no fueran la econom¨ªa, la educaci¨®n o los cuidados m¨¦dicos. Seg¨²n el estudio de actitudes y preferencias elaborado este verano por el Pew Center, "por primera vez desde Vietnam, los asuntos internacionales y los temas de seguridad nacional importan m¨¢s que los problemas econ¨®micos en una elecci¨®n presidencial". Pr¨¢cticamente nueve de cada diez norteamericanos creen que una prioridad de la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs debe ser "tomar medidas para proteger a Estados Unidos de ataques terroristas", y aunque el apoyo a la guerra de Irak ha ca¨ªdo a lo largo del ¨²ltimo a?o -especialmente tras el esc¨¢ndalo de Abu Ghraib-, el 60% de los estadounidenses creen que siempre o en algunas ocasiones puede estar justificado el uso preventivo de la fuerza "contra pa¨ªses que supongan una amenaza grave para Estados Unidos, aunque no hayan llevado a cabo ning¨²n ataque".
En el frente interior, en cambio, han cambiado m¨¢s las cosas. Y si cuatro meses despu¨¦s de los atentados la mayor¨ªa de la sociedad estaba dispuesta a sacrificar algunas libertades para aumentar la eficacia de la lucha contra el terrorismo, eso es sostenido ahora s¨®lo por el 38%. El 56% est¨¢ convencido de que no hay que renunciar a las libertades, aunque hay m¨¢s gente (49%) preocupada por que el Gobierno no proteja bien al pa¨ªs del terrorismo que gente alarmada (29%) por los recortes excesivos en las libertades democr¨¢ticas.
?sta es la radiograf¨ªa que hay que tener en cuenta a siete semanas de las presidenciales, porque gane el presidente Bush o gane el senador Kerry, los dos comparten l¨ªneas b¨¢sicas de pol¨ªtica exterior y de seguridad de Estados Unidos. A pesar de que se ha liquidado la etapa de unidad que produjo el 11-S debido sobre todo a los errores de la guerra-y el fragor de la batalla electoral es un altavoz de las discrepancias- y aunque haya diferencias importantes entre los dos candidatos, ambos coinciden en que Estados Unidos est¨¢ amenazado y en que la seguridad del pa¨ªs y de sus habitantes son lo primero.
Coherentes con este esquema de acuerdo sobre lo b¨¢sico, republicanos y dem¨®cratas no han discrepado en el Congreso sobre el fortalecimiento del presupuesto militar ni sobre la dotaci¨®n del Departamento de Seguridad Nacional. La comisi¨®n que investig¨® el 11-S estuvo formada por cinco republicanos y cinco dem¨®cratas, y sus conclusiones y recomendaciones -sobre la reorganizaci¨®n de los servicios de informaci¨®n, el an¨¢lisis de la amenaza terrorista o la necesidad urgente de combatirla- se alcanzaron por unanimidad.
La pol¨ªtica exterior de la Casa Blanca no necesita presentaci¨®n; la pol¨ªtica exterior dem¨®crata que plantea Kerry tiene un punto de partida com¨²n con la republicana -"ganar el combate entre la libertad y el fundamentalismo y apartar las armas m¨¢s peligrosas de las manos de la gente m¨¢s peligrosa"- y dos diferencias importantes: la necesidad de recuperar la pol¨ªtica de alianzas y acabar con el unilateralismo. Pero, seg¨²n escribe el senador Joseph Biden, uno de los arquitectos de ese equipo de pol¨ªtica exterior, "nadie deber¨ªa dudar de que con Kerry el Ej¨¦rcito de Estados Unidos seguir¨¢ siendo el m¨¢s fuerte y que esa fuerza se utilizar¨¢, sin pedirle permiso a nadie".
Para los aliados europeos de Estados Unidos es importante saber que la pol¨ªtica exterior de Kerry cambiar¨¢ en personalidad y estilo, y modificar¨¢ algunos principios, pero no ser¨¢ tan diferente de la del actual Gobierno. Otra cosa es lo que se dice en la campa?a y lo que se dir¨¢ en el debate dedicado a pol¨ªtica exterior. Y en ese terreno, las ideas simples que no cambian tienen m¨¢s calado que los razonamientos complejos y los matices.
El jueves, el Centro para el Progreso Americano -un think tank pr¨®ximo a los dem¨®cratas- suspendi¨® al Gobierno de Bush "en la tarea de proteger a los norteamericanos". En la presentaci¨®n del informe sobre la seguridad, el ex general Wesley Clark predijo malos auspicios para las relaciones con los aliados si ganaba Bush, y despu¨¦s dijo: "No le preocupa la opini¨®n p¨²blica en el extranjero, s¨®lo la opini¨®n p¨²blica en Estados Unidos".
Clark, por desgracia para John Kerry, tiene raz¨®n. La Casa Blanca conoce los sondeos que dicen que la seguridad est¨¢ entre las prioridades de los ciudadanos y se ha dedicado a construir la imagen de que el presidente da m¨¢s garant¨ªas que Kerry en ese campo. Y Kerry, cuyos puntos fuertes est¨¢n en la econom¨ªa, la salud y la educaci¨®n, no ha conseguido que los ciudadanos le vean como un l¨ªder mejor que Bush en seguridad nacional. Tampoco Irak deteriora excesivamente a Bush, porque la mayor¨ªa a¨²n cree que el conflicto es uno de los frentes de la guerra antiterrorista y porque Kerry no ha explicado una alternativa clara.
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