Del cementerio al banquillo de acusados
La Audiencia de Granada juzga a una traficante que simul¨® su muerte durante dos a?os para evitar ir a la c¨¢rcel
La polic¨ªa detuvo a una muerta. Cuando los agentes de la Brigada de Estupefacientes de Granada se presentaron en el domicilio de Francisca Martos a finales de septiembre de 2003, esta conocida narcotraficante del pol¨ªgono del Almanj¨¢yar llevaba en teor¨ªa dos a?os bajo tierra. Una parada cardiorrespiratoria posterior a un infarto hab¨ªa acabado con La Paquitina -como la llaman en el barrio- justo despu¨¦s de que la Justicia la condenara a 10 a?os de c¨¢rcel. Sin embargo, tras el tr¨¢gico trance, all¨ª estaba ella: resucitada, de cuerpo presente y con los mismos trapicheos de siempre. Ahora vuelve a sentarse en el banquillo, que comparte con los abogados que supuestamente la ayudaron a simular su muerte para evitar la prisi¨®n.
La Audiencia de Granada la conden¨® en septiembre de 2001 por un delito contra la salud p¨²blica. La sentencia consider¨® probado que La Paquitina vend¨ªa hero¨ªna y coca¨ªna en su casa del Pol¨ªgono por lo que la sentenci¨® a 10 a?os y una multa de 205.546 euros. Pero no lleg¨® a entrar en la c¨¢rcel. Lo evit¨® uno de sus abogados, seg¨²n el escrito del fiscal. "Manuel Mart¨ªnez Valle", dice la acusaci¨®n, "concibi¨® la idea de simular la muerte de aqu¨¦lla y, de ese modo, obtener la impunidad de su cliente y conseguir que eludiese la pena impuesta".
El 15 de octubre de 2001 la Audiencia la cit¨® para conducirla a la c¨¢rcel, pero no se present¨®. En su lugar apareci¨® su abogado durante el juicio, Miguel ?ngel Caro Lara, que entreg¨® un sobre con su certificado de defunci¨®n, seg¨²n una de las funcionarias. Francisca Martos muri¨® de una parada cardiorrespiratoria el 27 de septiembre de 2001, seg¨²n el escrito. Un pediatra granadino daba fe en papel oficial sellado por el Colegio de M¨¦dicos.
Falsificaci¨®n
Las pruebas caligr¨¢ficas realizadas tras su resurrecci¨®n descartan que ese m¨¦dico redactara el documento. Tampoco los abogados lo hicieron, sino un desconocido. Lo que s¨ª hizo uno de ellos (Caro) fue presentarse en el Registro con el certificado a fin de inscribir la muerte. "Manifestando ser amigo de la fallecida", dice el fiscal, "rellen¨® y firm¨® el cuestionario para la declaraci¨®n de defunci¨®n, consiguiendo la inscripci¨®n".
Caro confirm¨® el mi¨¦rcoles que entreg¨® el sobre en la Audiencia pero asegur¨® que desconoc¨ªa su contenido. Dijo que lo recibi¨® de su compa?ero Mart¨ªnez Valle, qui¨¦n lo enga?¨® con "mala fe". "Unos d¨ªas despu¨¦s me confirm¨® que aquel documento era el certificado de defunci¨®n de La Paquitina", dijo ante el tribunal, donde se calific¨® de "pardillo". Las pruebas caligr¨¢ficas que lo inculpan se hicieron con "negligencia profesional", afirm¨®.
Mart¨ªnez Valle prefiri¨® no declarar. Pero el viernes, una ex compa?era de despacho lo inculp¨® declarando que cinco meses despu¨¦s de cambiar de trabajo, se encontr¨® en la Audiencia con la hermana de La Paquitina, Dolores, cuando ¨¦sta ped¨ªa que le devolvieran la fianza de su hermana, argumentando que hab¨ªa muerto. Dolores le confes¨® que "segu¨ªa instrucciones de don Manuel [Mart¨ªnez del Valle]", creyendo que segu¨ªan juntos, seg¨²n su testimonio. "Cuando le dije que ya no trabajaba con ¨¦l, cambi¨® de color", a?adi¨®.
La vuelta a la vida de Paquitina deriv¨® en la resurrecci¨®n de un segundo traficante, Juan Fern¨¢ndez, que s¨®lo desapareci¨® durante dos meses. Mart¨ªnez del Valle y Caro fueron menos cuidadosos en ese caso, seg¨²n el fiscal. Los peritos confirmaron que esta vez s¨ª era la escritura de Caro la que aparec¨ªa en el certificado m¨¦dico (sellado por el mismo pediatra), adem¨¢s de en el cuestionario del Registro. Paquitina y Fern¨¢ndez volvieron a la c¨¢rcel en septiembre y octubre de 2003. Sus penas pueden aumentar en cinco a?os si la Audiencia atiende la petici¨®n del fiscal. El Colegio de Abogados ha suspendido cautelarmente a Del Valle y a Caro que pueden correr la misma suerte que los traficantes. Fuentes de la fiscal¨ªa aseguraron que en Espa?a nunca se ha juzgado a nadie por simular su muerte para no ir a la c¨¢rcel. El caso de La Paquitina, dicen, carece de precedentes.
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