Un balance de la diversidad
A pocos d¨ªas del cierre de actividades del F¨®rum y en medio de un fren¨¦tico fin de fiesta, conviene iniciar las reflexiones de balance. Dejemos al margen, de momento, aspectos organizativos y opciones de partida que no podemos m¨¢s que calificar de poco meditadas y ci?¨¢monos a los aspectos de contenido. De los tres ejes tem¨¢ticos del evento, el dedicado a la paz ha sido el menos vistoso, entre otras cosas porque hace tiempo se decidi¨® que cuanto menos conflicto (y menos Irak) en el interior del F¨®rum, mejor. Los aspectos medioambientales y de sostenibilidad han estado relativamente bien representados, sea porque estaban incorporados estructuralmente (para bien: depuradora y placa fotovoltaica, o para mal: intervenci¨®n costera), sea porque el tratamiento expositivo ha resultado acertado (Habitar el mundo). El aspecto que m¨¢s se prestaba a la vistosidad y que quiz¨¢ m¨¢s desigualmente ha sido tratado es el de la diversidad. Se ha banalizado en parte el tema con aspectos soft (culinarios, guerreros de Xi'an, oferta mercantil o a trav¨¦s de espect¨¢culos de calidad, pero finalmente epid¨¦rmicos) o se ha tratado de entrar en ellos con mayor enjundia, con resultados muy discretos (Voces) o simplemente contradictorios (di¨¢logos dedicados al tema con ausencia de los directos protagonistas de la calle y sus conflictos diarios). No se trata de ir por el mundo enarbolando un universalismo abstracto, pero tampoco predicando un multiculturalismo despolitizado de parque tem¨¢tico.
Como afirma Boaventura de Sousa Santos, tenemos el derecho a ser iguales cuando la diferencia nos inferioriza y tenemos el derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza. Quiz¨¢ en Monterrey las cosas habr¨¢n madurado un poco m¨¢s.
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