Cruzada francesa contra la deslocalizaci¨®n
Gobierno y oposici¨®n plantean f¨®rmulas, y cuestionan incluso el actual marco de la UE, en defensa de su industria nacional
"Tengo los empleados en Rumania, el dinero en Suiza pero mi coraz¨®n sigue en Francia". As¨ª se expresa, en una caricatura del semanario Le Canard encha?n¨¦, un empresario franc¨¦s-tipo, con un habano en la boca. Eso es lo que piensa el ciudadano medio, el mismo que se escandaliza cuando lee que la plantilla de Bosch va a trabajar gratis una hora m¨¢s a la semana para evitar que se lleven la planta de Venissieux a Eslovaquia, o cuando descubren que el jefe de la patronal propone el retorno a las 40 horas semanales sin aumento salarial.
Reino Unido agrava los problemas al oponerse a cualquier intento de armonizaci¨®n fiscal que evite la competencia desleal entre Estados de la UE
Sobre el papel, las deslocalizaciones apenas representan el 5% del capital industrial franc¨¦s invertido en los ¨²ltimos 12 meses, pero es un porcentaje que crece. La UE a 25 parece favorecer el movimiento. El autom¨®vil absorbe parte de los proyectos y Valeo, TRW, Snappon S.A. o Annoflex buscan reemplazar sus m¨¢s de 800 asalariados franceses en los pa¨ªses del Este. Para Renault, en cambio, Logan, la berlina que fabrica en las remozadas instalaciones rumanas de Dacia para ser puesta en venta por menos de 5.000 euros no es una "deslocalizaci¨®n", como no lo fue en su d¨ªa abrir la planta de Valladolid. Que esas inversiones, a la larga, hayan significado reducir la plantilla dom¨¦stica no se quiere equiparar a los actuales desmantelamientos industriales salvajes.
Si el equipamiento automovil¨ªstico busca condiciones id¨®neas en el Este -la siderurgia hace lo mismo-, la electr¨®nica prefiere el Sur de Asia (India, Indonesia, Camboya...) mientras el textil, los productos de "l¨ªnea blanca" y los centros de llamadas telef¨®nicas se instalan en Senegal o el Magreb.
El ministro de Econom¨ªa, el omnipresente y poderoso Nicolas Sarkozy, cree que "las deslocalizaciones afectan a todas las regiones y sectores. Debemos reaccionar si no queremos que el pa¨ªs se convierta en un desierto industrial".
Trasfondo pol¨ªtico
Para Clara Gaymard, que dirige la Agence Fran?aise pour les Investissements Internationaux, organismo que canaliza la inversi¨®n extranjera, no hay que caer en el catastrofismo. "Francia es el segundo inversor mundial en el extranjero, tras EE UU, pero es tambi¨¦n el segundo pa¨ªs que m¨¢s capital for¨¢neo atrae, detr¨¢s de China". Seg¨²n ella el atractivo depende tanto de "la correlaci¨®n entre la inversi¨®n francesa fuera y la inversi¨®n extranjera en Francia" como del "gran nivel de productividad de nuestra mano de obra". Salarios y costes sociales relativamente altos no son un freno: "el salario no significa m¨¢s del 10% o 15% del coste total de un producto".
Para el antiguo primer ministro socialista, Laurent Fabius, hay que votar contra la futura Constituci¨®n europea precisamente "porque queremos reindustrializar Europa" y no hay nada en el acuerdo que "subordine las ayudas financieras de la UE a una perspectiva de armonizaci¨®n fiscal y social con los nuevos Estados miembros". Otro socialista, el especialista en temas econ¨®micos Dominique Strauss-Kahn, quiere "crear una empresa p¨²blica de capital-inversi¨®n que ayude a las sociedades que tengan problemas a corto plazo pero puedan ser viables a largo plazo, es decir, aquellas que m¨¢s apuestan por la innovaci¨®n".
El gobierno ha comprendido que la ciudadan¨ªa est¨¢ inquieta y preocupada por las deslocalizaciones y no quiere que todas las iniciativas en este tema queden a manos de la oposici¨®n o de la actividad fren¨¦tica de Sarkozy. Este, a¨²n sabiendo que su propuesta no puede ser aceptada, plante¨® a sus hom¨®nimos europeos "la conveniencia de que los pa¨ªses candidatos a recibir ayudas de los fondos estructurales tengan un nivel de presi¨®n fiscal como m¨ªnimo equivalente a la media de la UE".
Basta mirar el impuesto sobre sociedades para comprender quien est¨¢ en el punto de mira. Si en Francia dicho impuesto es del 35,4% -en Espa?a del 35%, en Alemania del 38,3% y en Gran Breta?a del 30%- en Polonia se queda en un 19%, en Irlanda en un modesto 12,5%, en Hungr¨ªa en un 17,7% y en Letonia en 15%.
Sarkozy busca menos obtener un acuerdo que convencer a sus futuros electores de su capacidad para defender el inetr¨¦s de Francia. El gobierno de Raffarin, que se supone lucha por mantener una l¨ªnea pol¨ªtica fijada por el presidente Chirac, ha revelado una serie de medidas destinadas a frenar las deslocalizaciones. La primera es la creaci¨®n de "polos de competitividad" destinados a reforzar "las especializaciones de la industria, mejorar su visibilidad y crear las condiciones favorables para que surjan nuevas actividades".
Algunos de esos "polos" ya existen. En Niza, Rennes, Toulouse o en Grenoble, por ejemplo, la microelectr¨®nica o la aeron¨¢utica tienen gran poder de atracci¨®n. Mil millones de euros, seg¨²n Raffarin, a invertir en un lapso de tres a?os, deben servir para que los "polos" tengan el dinamismo deseado. En realidad, el Estado s¨®lo se ha comprometido a desembolsar entre 360 y 370 millones dejando que sean los poderes locales -no olvidemos que todas las regiones, excepto Alsacia, han votado por la izquierda- las que aporten el resto.
La pol¨ªtica fiscal tambi¨¦n va a implicarse en la cruzada. Por un lado se quiere evitar que las empresas se marchen prometi¨¦ndoles reducciones de hasta 100.000 euros anuales en materia de tasa profesional -son siempre los poderes locales los que el Estado pone a contribuci¨®n- si permanecen en zonas cr¨ªticas, laboralmente hablando; por otro, se proponen cr¨¦ditos que pueden suponer hasta el 50% de la masa salarial para las empresas que regresen a Francia tras m¨¢s de cinco a?os implantadas en otro pa¨ªs. Ese cr¨¦dito, que pasar¨ªa a ser a fondo perdido en cinco a?os. Una cl¨¢usula temporal para que no sean los "cazadores de subvenciones" los que se amparen en la medida con operaciones de falsas reindustrializaciones.
Si Raffarin ha abandonado la f¨®rmula de "amnist¨ªa fiscal" para los capitales repatriados, no ha renunciado a la idea. Para aumentar el atractivo de Francia como pa¨ªs para¨ªso del inversor parece dispuesto a renunciar -temporalmente- a la severidad fiscal. Los sindicatos se lo reprochan pues tienen la sensaci¨®n de que es al trabajador a qui¨¦n se pide todo el esfuerzo: trabajar m¨¢s cobrando igual o menos, renuncia a ventajas sociales y que se preste a todas las demandas de unos empresarios que, de lo contrario, amenazan con colocar su capital en India o en China, o en cualquier lugar d¨®nde no haya vacaciones pagadas, descanso semanal o control sobre el trabajo de menores de 16 a?os.
En cierta manera el gobierno Raffarin es heredero de una opci¨®n de pol¨ªtica industrial que lleva funcionando en Francia desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas y que tendi¨® a privilegiar la creaci¨®n de empleo con alto valor a?adido en sectores de tecnolog¨ªa avanzada. Si a corto y medio plazo eso pudo parecer razonable, a la larga, en la medida en que gigantes como China o India se despiertan y ponen en el mercado sus profesionales bien formados y menos caros, la apuesta se revela peligrosa.
La inquina brit¨¢nica
En su d¨ªa Alcatel se present¨® como empresa del futuro: sin f¨¢brica y sin trabajadores, solo dedicada a gestionar una producci¨®n y unos servicios externalizados. La realidad es menos tecnol¨®gica y virtual pues la agroalimentaci¨®n, la energ¨ªa y la construcci¨®n representan el 80% de las inversiones en investigaci¨®n y desarrollo, es decir, son los motores de los sectores m¨¢s punteros. Adem¨¢s, su capacidad para crear empleo sigue siendo muy importante y su producci¨®n de valor a?adido mucho m¨¢s estable que la dependiente de las vol¨¢tiles nuevas tecnolog¨ªas.
Francia tiene en Alemania, Luxemburgo y B¨¦lgica los ¨²nicos aliados s¨®lidos y en Gran Breta?a un enemigo no menos s¨®lido y, sobre todo, con una gran capacidad para ganarse amigos. Cualquier proyecto de armonizaci¨®n fiscal, topa de inmediato con la reticencia anglosajona. El resultado es que la UE, que debiera servir m¨¢s para establecer l¨®gicas de cooperaci¨®n y complementariedad, fomenta la competencia salvaje por no decir desleal. Para el ministro brit¨¢nico de Finanzas, Gordon Brown, esa competencia es "sana". A pesar de Eurot¨²nel, el canal de la Mancha sigue ah¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.