Inventario de humos
147 industrias, obligadas a pedir derechos de emisi¨®n para sus gases de efecto invernadero
El concepto de cambio clim¨¢tico se ha popularizado y una buena parte de la poblaci¨®n es consciente de los riesgos que acarrea la emisi¨®n incontrolada de gases contaminantes a la atm¨®sfera. Sin embargo, los instrumentos que se aplican para frenar este proceso no son tan f¨¢ciles de entender. A menudo quedan ocultos a la opini¨®n p¨²blica tras farragosas denominaciones t¨¦cnicas. As¨ª ocurre con los derechos de emisi¨®n, que desde hace algunas semanas aparecen en los medios de comunicaci¨®n a cuenta del papel que van a desempe?ar en la batalla contra el cambio clim¨¢tico.
En Europa, el comercio de derechos de emisi¨®n permite asignar a las empresas cuotas para sus emisiones de gases de efecto invernadero en funci¨®n de los objetivos que se haya marcado cada pa¨ªs, y que deben ajustarse a los compromisos adquiridos por la UE. Se trata, como explica la Comisi¨®n Europea, "de un sistema muy pr¨¢ctico, ya que permite a las empresas superar su cuota de emisiones a condici¨®n de que encuentren a otras empresas que produzcan menos emisiones y les vendan sus cuotas".
Por una parte, el sistema ofrece cierta flexibilidad, sin perjuicio para el medio ambiente, y, por otra, fomenta el desarrollo de nuevas tecnolog¨ªas. Las empresas, motivadas por los beneficios obtenidos de la venta de sus derechos de emisi¨®n, desarrollan y utilizan sistemas de producci¨®n m¨¢s limpios. La filosof¨ªa del instrumento no es nueva y se aplica ya en otros sectores como la ganader¨ªa (cuotas lecheras) o la pesca (cuotas de capturas).
S¨®lo algunos sectores
Espa?a acaba de incorporar esta f¨®rmula a su ordenamiento jur¨ªdico mediante un Real Decreto del siete de septiembre. Con ¨¦l se cumplen las disposiciones en una directiva europea de octubre de 2003. As¨ª, Espa?a cuenta ya con un Plan Nacional de Asignaci¨®n (PNA), que organiza los derechos de emisi¨®n de gases de efecto invernadero, aunque la norma s¨®lo afecta a las instalaciones industriales que pertenecen a los sectores previstos en la directiva comunitaria.
S¨®lo est¨¢n sometidas a este procedimiento las empresas que pertenecen al sector de la generaci¨®n de electricidad, el refino de petr¨®leo, la producci¨®n y transformaci¨®n de materiales f¨¦rreos, as¨ª como la fabricaci¨®n de cemento, cal, vidrio, cer¨¢mica, pasta de papel, papel y cart¨®n.
En total, y seg¨²n el primer inventario realizado en colaboraci¨®n con los empresarios, el PNA afectar¨¢ a 1.066 instalaciones industriales de todo el pa¨ªs. La cifra se actualizar¨¢ en el futuro. Entre estas empresas, y en funci¨®n de los derechos de emisi¨®n que soliciten, habr¨¢ que repartir la cuota que el Gobierno ha fijado en esta misma norma y que se eleva hasta 154,86 millones de toneladas de di¨®xido de carbono (CO2) por a?o durante el periodo 2005-2007. A esta cifra hay que a?adir una peque?a cantidad de reserva para garantizar la entrada de nuevas industrias al sistema.
En Andaluc¨ªa se localizan 147 de las industrias que el Gobierno ha incluido en el inventario del PNA. Algunas de ellas, como las centrales t¨¦rmicas de C¨¢diz, Huelva, Almer¨ªa o C¨®rdoba, pertenecen al selecto grupo de las grandes empresas, amparadas por firmas como Endesa o Iberdrola. Algo similar ocurre con las refiner¨ªas de Algeciras y Huelva, con las f¨¢bricas de cemento repartidas por la regi¨®n, o con las grandes azucareras o aceiteras que emplean combustibles f¨®siles en sus procesos.
En el inventario tambi¨¦n figuran medianas y peque?as empresas, cuya contribuci¨®n al vertido de gases es moderada aunque tambi¨¦n tendr¨¢n que someterse a la norma. Quiz¨¢ en estos casos no sea f¨¢cil la reconversi¨®n tecnol¨®gica adecuada para reducir sus emisiones y poder competir as¨ª, con ventaja, en este singular mercado de derechos.
Esta circunstancia aparece de forma clara en la fabricaci¨®n de ladrillos y tejas, en el que se incluyen 79 industrias andaluzas. El tama?o de estas empresas, su volumen de negocio y el car¨¢cter artesanal que a¨²n predomina en algunas de ellas, complican la adopci¨®n de sistemas modernos, pero caros, que aumenten la eficiencia energ¨¦tica de sus hornos.
Al margen de las industrias que se incluyen en el Real Decreto, la lucha contra el cambio clim¨¢tico tambi¨¦n obliga a actuar en sectores cuya contribuci¨®n a este problema es notable, como es el caso del transporte, la agricultura, la construcci¨®n o la gesti¨®n de residuos. En este caso, la nueva norma establece una serie de medidas orientadas a limitar las emisiones de gases que se producen en estos ¨¢mbitos, aunque no est¨¦n cubiertos por la directiva comunitaria. Dichas acciones se suman a las previstas en la Estrategia Andaluza ante el Cambio Clim¨¢tico, aprobada por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa en septiembre de 2002.
sandoval@arrakis.es
El ¨²ltimo aviso
Lo que comenz¨® como sospecha, se ha convertido en certeza. El cambio clim¨¢tico est¨¢ inducido por la actividad humana. El ¨²ltimo informe sobre el tema se public¨® el pasado mes de agosto, y est¨¢ realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Los cient¨ªficos de este organismo han evaluado la situaci¨®n usando 22 indicadores asociados a las alteraciones clim¨¢ticas, por lo que, a juicio de Jacqueline McGlade, directora ejecutiva de la AEMA, "el informe re¨²ne numerosas pruebas de que el cambio clim¨¢tico es un hecho y de que sus efectos son amplios, muchos de ellos con notables costes econ¨®micos, tanto para las personas como para los ecosistemas de Europa".
Algunos de los datos que del documento son inquietantes. La media anual de desastres meteorol¨®gicos (inundaciones, sequ¨ªas y olas de calor) se duplic¨® en la d¨¦cada de los 90 en comparaci¨®n con la d¨¦cada anterior. Los glaciares de ocho de las nueve regiones glaciares de Europa est¨¢n retrocediendo a un ritmo superior al registrado en los ¨²ltimos 5.000 a?os. Los niveles del mar tambi¨¦n se est¨¢n modificando a raz¨®n de entre 0,8 y 3 mil¨ªmetros por a?o, elevaciones que seguir¨¢n increment¨¢ndose.
Las proyecciones de la AEMA afirman que la tendencia es que desaparezcan los inviernos fr¨ªos, mientras que los veranos calurosos, las sequ¨ªas, las fuertes lluvias y las tormentas de granizo pasen a ser m¨¢s frecuentes.
Estos cambios podr¨ªan beneficiar a las explotaciones agr¨ªcolas del norte de Europa, que ganar¨ªan terreno gracias a unas temperaturas m¨¢s benignas, pero tendr¨ªan consecuencias catastr¨®ficas para los cultivos situados en el sur, donde el agua ser¨ªa a¨²n m¨¢s escasa.
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