"He vencido el pudor para hablar de mi madre, de todas las madres"
Adolfo Aristarain (Buenos Aires, 1943) ha logrado vencer el pudor -"por aquello del complejo de Edipo y todo eso"- y hablar alto y claro de las relaciones entre una madre y su hijo. "He tratado muchas veces las relaciones entre padres e hijos pero nunca antes hab¨ªa abordado las de una madre. Y me pregunt¨¦: '?Por qu¨¦ no contarlo?'. Las madres son fundamentales en la formaci¨®n de los hijos, ellas son la verdadera escuela, las que dan la base y las alas a los hijos para estar bien plantados en la vida. He vencido el pudor para hablar de mi madre, de todas las madres", asegur¨® ayer el realizador argentino, un asiduo ya en el Festival de San Sebasti¨¢n -Un lugar en el mundo (1992), con la que consigui¨® la Concha de Oro, Mart¨ªn (Hache) (1997) y Lugares comunes (2002)-. Asiduo pero no por ello ajeno a las emociones, como la que vivi¨® ayer y posteriormente confes¨® al ver la c¨¢lida y prolongada ovaci¨®n del p¨²blico al terminar la proyecci¨®n de Roma, la pel¨ªcula con la que este a?o concursa en el festival.
Roma narra el encuentro en Madrid de un escritor argentino desencantado y solitario (Jos¨¦ Sacrist¨¢n) con un joven periodista (Juan Diego Botto) que le ayuda a ordenar sus recuerdos en un libro autobiogr¨¢fico. El periodista ir¨¢ descubriendo la ni?ez y juventud en tres ¨¦pocas fundamentales de la vida del escritor y sobre todo la presencia de Roma (Sus¨² Pecoraro), su madre, una mujer fuerte y comprometida con los sue?os e ideales de su hijo.
Aristarain asegura que con Roma no ha pretendido realizar una autobiograf¨ªa, pero s¨ª echar mano de su propia madre, tambi¨¦n de nombre Roma, para perfilar los rasgos fundamentales del personaje. "Es una versi¨®n reducida de mi madre, que era todav¨ªa mucho m¨¢s abierta, refugio de parejas desconocidas y ciudadanos de la calle, consejera y amiga de mis amigos y sus novias", recuerda el cineasta argentino. A Aristarain no le interesa tanto el contexto social e hist¨®rico en el que se desarrolla la historia como la propia esencia personal de los personajes. "Mi intenci¨®n no ha sido contar o recorrer una parte de la historia de mi pa¨ªs, al contrario, he buscado reflejar momentos no demasiado claves para que no me obligara a entrar en minuciosos detalles y centrarme en los amores, tristezas y dolores de los personajes", explica este realizador del que no se sabe si ama m¨¢s el cine, la m¨²sica o la literatura.
Y si en Roma se incita a tirar las penas y las angustias al r¨ªo -"la corriente se lo lleva todo"-, Aristarain prefiere refugiarse en la escritura de guiones. "Es la manera de mantenerme en pie".
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