El revolucionario dem¨®crata
El otro 11 de septiembre, el del a?o 1973, un golpe de Estado acab¨® en Chile con el mandato y con la vida del presidente Salvador Allende. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, el veterano documentalista Patricio Guzm¨¢n glosa su figura en una pel¨ªcula que indaga en los ideales del pol¨ªtico y abre la llaga del recuerdo en un pa¨ªs en el que, por lo que parece, no todos est¨¢n dispuestos a repasar el pasado.
Allende, elegido presidente de la Rep¨²blica en noviembre de 1970, inici¨® la llamada "v¨ªa chilena al socialismo", refrendada por su triunfo en las urnas. Un objetivo truncado por los intereses de la burgues¨ªa y, sobre todo, por el apoyo de la CIA en el fat¨ªdico golpe. Allende intent¨® cambiar el sistema desde dentro con un proceso, calificado entonces por Fidel Castro como "ins¨®lito", por el cual se deb¨ªa llegar a un Estado socialista sin revoluci¨®n, a trav¨¦s de la democracia, sin el control del Ej¨¦rcito y sin la existencia de la figura del partido ¨²nico. Treinta a?os despu¨¦s, los partidarios y colaboradores de Allende no se ponen de acuerdo respecto a sus ideales pol¨ªticos, sobre si era marxista, leninista, o un revolucionario al estilo franc¨¦s. Allende estaba marcando un territorio nunca recorrido en la historia contempor¨¢nea.
SALVADOR ALLENDE
Direcci¨®n: Patricio Guzm¨¢n. Int¨¦rpretes: Patricio Guzm¨¢n (narraci¨®n). G¨¦nero: documental. Francia, Chile, B¨¦lgica, Alemania, Espa?a, M¨¦xico, 2004. Duraci¨®n: 100 minutos.
Entre los testimonios del documental destaca el del embajador de EE UU en Santiago a principios de los setenta, b¨¢sico para entender el papel de su Gobierno y de la CIA en la ca¨ªda del mandatario. El relato sobre su reuni¨®n con Henry Kissinger y el presidente Richard Nixon, en la que ¨¦ste clama por el derrocamiento mientras se golpea una mano con el pu?o y le insulta de forma rastrera, estremece por su tono casi socarr¨®n.
"A este lado"
A Patricio Guzm¨¢n, que ya en 1971 dirigi¨® su primer largo documental (El primer a?o, sobre los primeros 12 meses de Allende en el poder), quiz¨¢ le perjudica estar tan "a este lado" para que su pel¨ªcula no sea m¨¢s redonda. Guzm¨¢n, preso en el Estadio Nacional durante 15 d¨ªas en las jornadas posteriores al golpe, tiene buenas razones para estar en el bando de su presidente, pero a su pel¨ªcula le hubiese beneficiado la introducci¨®n de testimonios actuales de los que entonces estaban en la oposici¨®n, de los que nunca quisieron a Salvador Allende como gobernante; una voz que hubiese avalado con seguridad el propio mito con su talante apaciguador ("pido la palabra", lleg¨® a decir desde un p¨²lpito a una muchedumbre enfervorizada que le ped¨ªa menos conciliaci¨®n y m¨¢s lucha contra sus enemigos).
Aun as¨ª, el documento de Guzm¨¢n tiene un valor extraordinario en una ¨¦poca en la que los tejemanejes para la imposici¨®n de gobiernos siguen estando a la orden del d¨ªa, una ¨¦poca en la que la fuerza de las im¨¢genes en silencio del palacio de la Moneda en llamas no parece estar tan lejos en el tiempo.
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