La casa de cerca
Tuve que leer varias veces las tres ¨²ltimas p¨¢ginas de Bajo la sombra del olivo, la autobiograf¨ªa de William Graves que es, en consecuencia, una biograf¨ªa de Robert Graves. La vista se me nublaba y el llanto se me atoraba en la garganta. Este cap¨ªtulo final del libro concentra las doscientas y pico p¨¢ginas que le anteceden. En un primer intento de referirme a esta obra hice un listado de lo que el texto era, de lo que no era y de lo que yo habr¨ªa querido que pudiera ser. Pero cuando finalmente logr¨¦ leer el final sin un velo de l¨¢grimas entre mi vista y la hoja me pregunt¨¦ cu¨¢l era el verdadero meollo de la obra, pues lo que es en la superficie est¨¢ inmejorablemente condensado en la solapa y no se trataba de que lo repitiera, ni siquiera en otras palabras.
Cuando logr¨¦ leer el final sin el velo de l¨¢grimas entre mi vista y la hoja me pregunt¨¦ por el verdadero meollo de la obra
As¨ª, me arriesgar¨¦ a sostener que William Graves, ge¨®logo, encontr¨®, a trav¨¦s de la escritura de Bajo la sombra del olivo algo que, de no haberlo encontrado, le habr¨ªa impedido vivir en paz y, de hecho, escribir el texto con la pausa y la pasi¨®n con que lo hizo. Me refiero a cuando se da cuenta de que su padre, ya en estado senil, de noventa a?os, no muri¨® mientras ¨¦l, el hijo mayor del segundo matrimonio del poeta, no lleg¨® a su lado para verlo dormir hasta dar un ¨²ltimo suspiro mediante el cual se desped¨ªa de ¨¦l.
"Hac¨ªa m¨¢s de cinco a?os que no me reconoc¨ªa", anota William; y: "Me sent¨ª curiosamente agradecido de que hubiera esperado a que yo llegara, como para subrayar que entre nosotros no hab¨ªa rencor". A Robert Graves en un principio no le hab¨ªa gustado la mujer con quien William se cas¨®, pero, sobre todo, no le hab¨ªa perdonado a su hijo que lo confrontara y no cediera ante un capricho del poeta iluminado. Robert Graves dio a su hijo una casa para que la viviera con su esposa, y de pronto pretendi¨® quit¨¢rsela para que quien la habitara fuera su musa en turno. William se neg¨® a desocupar su hogar y su padre no toler¨® la oposici¨®n.
Sin embargo, el gesto final de Robert Graves con William era una reconciliaci¨®n simb¨®lica y trascendental. Despu¨¦s, William supo que su padre lo hab¨ªa nombrado su albacea tanto para el asunto de las regal¨ªas como para el literario, y ¨¦stos son honores que enfocan el pasado tanto como el presente y el futuro de quien los habr¨¢ de recibir.
Quiero hacer notar que William luch¨® por tener una identidad propia, independiente de la de su padre, apenas si tuvo conciencia de que su padre era famoso y poderoso. Lo demostr¨® no s¨®lo en la profesi¨®n de ge¨®logo que escogi¨®, sino en atreverse a no ir a Oxford, a donde su padre lo habr¨ªa podido "meter" con toda facilidad, sino al dejar intermitentemente dicha carrera y hacer ¨¦l solo y temporalmente de hotelero, en Dei¨¤, al norte de la inolvidable isla de Mallorca. William tuvo el mundo a sus pies, viaj¨® y conoci¨® los cinco continentes; pero su casa, que su padre bautiz¨® como "La casa de lejos", fue la de cerca para ¨¦l, a pesar de que la Dei¨¤ de su infancia qued¨® tan "lejos" como esta misma etapa de la vida hab¨ªa hecho cuando William se hizo adulto y la dej¨® atr¨¢s.
Haber visto a su padre escribir envuelto en una manta antes de que al pueblo de pescadores y campesinos le llegara la electricidad, es un recuerdo para la posteridad como lo es haber o¨ªdo a Robert Graves informar que no porque se le hubiera ocurrido al ministro de Informaci¨®n y Turismo, Manuel Fraga, llegar a Dei¨¤ a visitarlo, iba ¨¦l a alterar la rutina en la que habr¨ªa de encontrarlo de preparar abono para sus tierras. "?l es el que me viene a ver a m¨ª; no yo a ¨¦l".
Bajo la sombra del olivo nos muestra a Robert Graves preparando ensaladas y mermeladas; "arreglando las cosas" de sus familiares y amigos, por lo general, en bien de Dei¨¤; yendo a recoger el correo, contest¨¢ndolo y llevando las respuestas para ser despachadas de una vez. Pero Bajo la sombra del olivo tambi¨¦n nos muestra a William Graves ni?o, amigo de los ni?os campesinos de Dei¨¤; su primer enamoramiento; su paso del uso de la bicicleta al del autom¨®vil; su gusto por tocar la guitarra; su a?oranza de su ni?ez, del Dei¨¤ primitivo, de todo lo que hab¨ªa sido y que, por el paso del tiempo, hab¨ªa dejado de ser.
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