Insostenible
Hay percepciones que uno no termina de creerse por evidentes que parezcan. Ha de mediar el pronunciamiento de alguien con cierta autoridad y certificar lo que nos resultaba obvio para respetar nuestro propio criterio. Yo sin ir m¨¢s lejos ten¨ªa la sensaci¨®n de que Madrid estaba creciendo sin preocuparse de los ciudadanos que la habitan y que los viejos barrios de la capital, con todos sus defectos y limitaciones, estaban mejor pensados para el ser humano que los nuevos. Pens¨¦ que era un desvar¨ªo consecuencia de mi personal afecto por las cosas del pasado, pero ahora resulta que no iba descaminado. Un grupo de 16 expertos, que recibi¨® el encargo de realizar un concienzudo informe para el VII Congreso Nacional de Medio Ambiente a celebrar el pr¨®ximo noviembre, ha llegado a la triste conclusi¨®n de que Madrid es socialmente insostenible. El t¨¦rmino "insostenible" va desde luego mucho m¨¢s all¨¢ de lo que me hubiera atrevido a sospechar probablemente amodorrado por el tecnicismo de los urbanistas y la grandilocuencia de los responsables pol¨ªticos. Esos especialistas aseguran que no ha habido criterio alguno de convivencia y que en lugar de planear pensando en las personas se hace tomando como referencia el territorio.
O sea, que aqu¨ª lo que importa es el suelo y el negocio que pueda generar su manipulaci¨®n para llenar unos cuantos bolsillos y resolver de paso la financiaci¨®n local. No conozco el informe en profundidad, pero entiendo que su cr¨ªtica alude a una forma de gestionar la ciudad que lleva d¨¦cadas en vigor independientemente del color y la eficacia de los gobiernos que nos administraron. Hay, sin embargo, referencia espec¨ªfica a esos nuevos barrios que est¨¢n cambiando ¨²ltimamente la fisonom¨ªa de nuestra periferia, aquellos que nos vendieron como paradigma de la modernidad y cuyo dise?o y desarrollo critican abiertamente.
El motivo principal es algo tan preocupante como que los complejos residenciales en cuesti¨®n ni cuentan con una oferta adecuada de servicios sociales de proximidad ni con espacios de relaci¨®n. La penuria en estos aspectos, que el sentido com¨²n calificar¨ªa de indispensables para la convivencia, propicia a jucio de los redactores del informe la soledad y el aislamiento. Espacios urbanos fr¨ªos, por no emplear el t¨¦rmino "inhumanos" que nuestro lenguaje reserva para situaciones l¨ªmite. Quienes van a vivir o quienes viven ya en esos miles y miles de pisos que han crecido como setas y por los que los colonos pagan aut¨¦nticas fortunas hipotecando en muchos casos sus econom¨ªas casi de por vida, est¨¢n condenados adem¨¢s a utilizar el coche. El acceso y la movilidad en los nuevos barrios pueden resultar relativamente llevaderos para esa pareja que dispone de un par de veh¨ªculos con los que manejarse y que utilizar¨¢n para cualquier desplazamiento incluyendo probablemente la compra del peri¨®dico o de una barra de pan. En cambio los chavales, la gente mayor o simplemente los que no quieran o no sepan conducir lo tendr¨¢n crudo para moverse en aquellos espacios enormes y tan distantes de los lugares de convivencia. El tren ligero, que acertadamente proyecta la Consejer¨ªa de Transportes, o los esfuerzos de la EMT por extender sus l¨ªneas, a duras penas paliar¨¢n los defectos conceptuales de las barriadas emergentes.
Ahora que los municipios de la periferia vuelcan todo su empe?o en quitarse el sambenito de "ciudad dormitorio"generando vida propia, la capital repite aquel horrible modelo de los a?os setenta para mayor gloria y enriquecimiento del sector inmobiliario cuyos intereses parecen guiar los destinos de la ciudad. Me pregunto si a estas alturas del rodaje hay tiempo para corregir el gui¨®n y cambiar el final de la pel¨ªcula. Revisarlo desde la convicci¨®n de que lo m¨¢s importante de un territorio urbano son las personas que lo habitan y que su ordenamiento ha de ir encaminado prioritariamente a fomentar la convivencia y compartir servicios que les hagan m¨¢s f¨¢cil y grata su existencia. Cualquier otro condicionante deber¨ªa ser secundario. El mencionado grupo de expertos cree que, adem¨¢s de la declaraci¨®n de impacto ambiental, la Administraci¨®n deber¨ªa exigir a las nuevas construcciones otra de impacto convivencial. Es decir, un instrumento que garantice las relaciones en el entorno en que vivimos. La ciudad ha de estar al servicio de las personas no a la inversa.
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