Acoso insoportable
Mila y Pocholo ten¨ªan un hijo. Xavi ten¨ªa un hermano. Y los dem¨¢s ten¨ªamos un primo, un sobrino, un amigo... Se llamaba Jokin, y hoy iba a cumplir 15 a?os. Hace cuatro d¨ªas, de madrugada, cogi¨® su bici, sali¨® de su casa, subi¨® a lo alto de la muralla de Hondarribia (Guip¨²zcoa) y dio un paso. Un solo paso que separaba la vida y la muerte.
Jokin llevaba m¨¢s de un a?o soportando humillaciones y vejaciones constantes en su instituto. Y, desde la semana pasada, palizas. Una paliza el lunes, otra el martes y otra el mi¨¦rcoles. Palizas propinadas por, entre otros, hijos de profesores.
El jueves y el viernes no quiso ir a esperar los golpes que vendr¨ªan, y no fue al colegio. Pero sab¨ªa que tendr¨ªa que volver tarde o temprano. Y que, incluso si no volv¨ªa, viviendo en un pueblo, sus peque?os pero grandes torturadores le seguir¨ªan amargando la existencia. ?l no cont¨® nada de esto a nadie.
Probablemente pensaba, como le repet¨ªan sus verdugos, que alguien fuerte resuelve sus propios problemas sin implicar a los otros. Finalmente, el martes, en la oscuridad de la noche, imaginando lo que le tocar¨ªa soportar al d¨ªa siguiente, Jokin decidi¨® que la paz eterna era mejor que el infierno cotidiano. Y se march¨®.
?D¨®nde miraban los profesores mientras Jokin sufr¨ªa, delante de sus ojos? ?Qu¨¦ hace el Estado con nuestros hijos, en sus escuelas, cuando se los confiamos? ?Qu¨¦ clase de mundo estamos construyendo que hace de ni?os de 14 a?os torturadores sistem¨¢ticos y sin escr¨²pulos?
Descanse en paz el hijo, el hermano... el ser querido.- M¨®nica C. Belaza. Madrid.
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