Culturas en plural
La autora, ministra de Cultura del Gobierno espa?ol, reflexiona sobre uno de los ejes centrales que ha presidido la convocatoria del F¨®rum de Barcelona que hoy se clausura: la diversidad cultural. Y defiende que el comercio mundial debe respetar los derechos culturales contribuyendo a la diversidad y no a la hegemon¨ªa.
La cultura, las culturas. Empecemos a usar el plural. Para esto y para otras muchas cosas que nos est¨¢n demandando los valores democr¨¢ticos por los que hemos apostado. "La cultura es el patrimonio material y simb¨®lico de las sociedades, grupos sociales e individuos y cada uno de ¨¦stos tiene un patrimonio cultural singular a partir del cual surge su identidad", hemos suscrito el pasado mes de julio junto a otros gobiernos en el documento conocido como Carta de S?o Paulo. Con ello nos incorporamos a la defensa activa de la diversidad cultural, empe?o que, tomando conceptos prestados de la ecolog¨ªa y la biolog¨ªa, est¨¢ pilotando la Unesco con su proyecto de Convenci¨®n sobre la protecci¨®n de la diversidad de los contenidos culturales y las expresiones art¨ªsticas.
Barcelona ya se hab¨ªa incorporado. El F¨®rum Universal de las Culturas que hoy se clausura ha sido uno de los acontecimientos m¨¢s importantes este a?o en nuestro pa¨ªs y ha significado una contribuci¨®n notable a la cultura del di¨¢logo y de la paz. Vincular las culturas a estos valores y hacerlo con propuestas creativas dirigidas al gran p¨²blico es la aportaci¨®n del F¨®rum a la necesidad de encontrar nuevos caminos de entendimiento en un mundo de r¨¢pida y, sin duda, convulsa globalizaci¨®n. El F¨®rum ha sido pionero. M¨¢s all¨¢ de los resultados cuantitativos, de las ideas que han nacido o crecido en Barcelona, el F¨®rum ha sabido mirar hacia el futuro.
La diversidad cultural, uno de los ejes centrales de este encuentro, es un concepto en proceso de institucionalizaci¨®n y es en s¨ª misma un valor y una necesidad en un mundo global que convive con la existencia de valores compartidos y universales, como el de la democracia y los derechos humanos. Es garant¨ªa de la independencia intelectual de los pueblos. La diversidad garantiza el intercambio de ideas. Las potencialidades creativas son un buen ant¨ªdoto contra la hegemon¨ªa cultural. De ah¨ª que diversidad y creaci¨®n est¨¦n rec¨ªprocamente implicadas. Angeline Kausba ha dicho en uno de los encuentros del F¨®rum que "cuanta m¨¢s creatividad, m¨¢s diversidad". El argumento es reversible para nosotros, cuanta m¨¢s diversidad m¨¢s creatividad. Es en este marco donde adquieren sentido los instrumentos que corrigen los aspectos m¨¢s negativos de la influencia del mercado sobre la cultura. No compartimos el proceso de simplificaci¨®n que supone someter exclusivamente a reglas de oferta y demanda los bienes y servicios culturales. Simplificaci¨®n esta que no existe realmente en otros ¨¢mbitos, incluso m¨¢s netamente econ¨®micos. Sus riesgos los ha descrito, entre otros, Octavio Paz, cuando consider¨® que la excepci¨®n cultural significa el rechazo del poder absoluto del mercado y del consiguiente sacrificio de nuestra conciencia y nuestro humanismo.
?Cu¨¢l deber¨ªa de ser entonces el papel de los gobiernos en este proceso? Consideramos, y as¨ª lo firmamos en S?o Paulo los ministros de Brasil, M¨¦xico, Austria y Espa?a, que el comercio mundial debe respetar los derechos culturales contribuyendo a la diversidad y no a la hegemon¨ªa. Porque la promoci¨®n de la diversidad cultural, adem¨¢s de ser vital para la democracia, genera crecimiento econ¨®mico y desempe?a un papel importante en el desarrollo de los pa¨ªses. El grupo de S?o Paulo, que esperamos sea pronto m¨¢s numeroso, va a defender un tratamiento particular y diferenciado de los bienes y servicios culturales en los futuros acuerdos sobre el comercio mundial.
El documento expresa con claridad el compromiso del nuevo Gobierno con la promoci¨®n de la pluralidad y con la utilizaci¨®n de la excepci¨®n cultural como instrumento cuando sea necesario para garantizarla. Es un compromiso que no s¨®lo defendemos en los foros internacionales, sino tambi¨¦n en el marco de nuestro Estado auton¨®mico, para que la defensa de la diversidad tenga tambi¨¦n una lectura en clave interna referida a nuestra pluralidad, tanto la que proviene de nuestra historia como la que genera la inmigraci¨®n.
En los encuentros bilaterales que he mantenido con los ministros de Cultura de Marruecos y T¨²nez he podido constatar la preocupaci¨®n por el riesgo de perder su patrimonio material e inmaterial en el proceso de globalizaci¨®n en beneficio de culturas m¨¢s potentes financieramente. Sin duda, esta amenaza ser¨¢ debatida en la cumbre de Shanghai, entre el 14 y el 17 de octubre, a la que asistir¨¢n ministros de Cultura pertenecientes a la Red Internacional de Pol¨ªticas Culturales. La m¨¢quina ya est¨¢ en marcha. En este siglo que acaba de empezar, la cultura se perfila como un elemento estructural del desarrollo humano, algo que tendremos que construir entre todos.
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